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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 29 sept 2022
  • 3 Min. de lectura

La #adultez es la etapa de la vida más larga del ser humano, empieza al término de la #adolescencia a los 21 años y termina los 60 años con el comienzo de la #vejez o #adultez tardía.

La #adultez se divide en dos etapas #adultez temprana o adulto joven de los 21 a los 40 años y la #adultez media de los 41 a los 60 años.


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los treinta

Durante la #adultez temprana hay 2 fases:

  • La fase de los veintes; que son los años de elección de carrera, formación universitaria o inserción al mudo laboral. Se busca independencia, se mantienen #relacionesdepareja y #amistad un tanto inestables y hay una gran ansia de vivir.

  • La fase de los treintas; es donde se espera la independencia #económica, se da el termino de estudios superiores, mantenimiento en el mundo laboral, #relacionesdepareja y #amistad más estables, mayor plenitud física y cognitiva. Y todo esto que se espera se tenga a esta edad es lo que hace que muchos experimenten ciertas inquietudes cuando se acerca la edad o ya se está de lleno en ella por lo que es un periodo de gran cambio y de desafío de afrontar el hecho de hacerse mayo,r de aceptar que ya no se es un #niño ni un #adolescente si no un adulto en plenitud.

Todos nos adaptamos a los cambios de forma muy diferente y en esta edad la #sociedad ejerce mucha presión en nuestras decisiones y es cuando muchos experimentan la crisis existencial de los treintas. La cual tiene las siguientes características: reflexionar mucho sobre los errores del pasado, creencia de que ya se debería tener la vida resuelta, sentirse estancados profesionalmente, sentir que ya es demasiado tarde para terminar o empezar una #relaciónsentimental, para las mujeres el momento de tener que decidir si se querrá o no tener #hijos, sentirse agobiado por los pagos y compromisos, miedo a envejecer, sensación de aburrimiento, angustia y #ansiedad por el futuro así como búsqueda de crecimiento personal,


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roles sociales a los treinta

Es impórtate que entendamos el por qué se da esta crisis y aprendamos a gestionarla identificado en nosotros las ideas irracionales, que son ideas que en el fondo de nosotros sabemos que no son ciertas pero que no dejamos de pensar en ellas. Ideas como que si no tienes #pareja estable a los treinta entonces ya no encontrarás a nadie o que si no compraste una casa o choche a tus treintas ya después no lo harás, esto no es real pero nuestra #ansiedad nos hace creer que sí, y como estas habrá otras ideas que tendrán que reestablecerse y reelaborarse.


Recuerda a los treinta aun estas a tiempo de llevar acabo y realizar tus metas y propósitos, a pesar de todas las #creencias o exigencias del entorno y contexto, debes tener presente que es tú vida y solo tú decides que hacer o no con ella. Si no deseas tener hijos, no los tengas; si quieres cambiar de #profesión o #trabajo y tienes las ganas de hacerlo (con todo lo que ello implica), toma esa decisión. La clave es seguir nuestro deseo haciéndonos cargo de él. Cuándo reflexiones céntrate en el camino recorrido y lo que has avanzado en lugar de los errores cometidos, ten presente tus #metas y movilízate por alcanzarlas, pero sin obsesionarte con ello

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Deja de preocuparte y empieza a ocuparte. Si en algo no estas a gusto, motívate a hacer cambios, creer en ti y ser ético contigo mismo, si lo crees necesario puedes apoyarte de atención psicológica en el proceso.


Los treinta son una etapa dónde se conjuntan juventud y madurez, crecimiento, retos, cambios y decisiones. Por ello, es esencial que no te limites a creer que estás en un mal momento o que estas envejeciendo. #Adulto es aquel que hace lo que le toca y disfruta con ello y esto no está peleado con la esencia de cada quien así que relájate, se puede ser un #adulto funcional y tal vez tener gustos "aniñados" como ver películas de caricaturas o jugar videojuegos, o quizá aún no tener el empleo, pareja o casa soñados, vive a tu ritmo y enfócate en lograr tus objetivos.


Lic.Psic Saira Leticia Muñiz Gárate


 
 
 

“…da la palabra al dolor

porque el dolor que no habla

gime en el corazón hasta que se rompe”.

William Shakespeare


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El desarrollo de las verbalizaciones se entiende como la capacidad de poner en palabras aquello que se encuentra como idea o en el pensamiento. Parece algo natural y que puede emerger sin dificultades. Como si fuera algo que una vez adquirido no pueda detenerse o quitarse. Solemos pensar que las cosas que disfrutamos en la adultez (o al menos en una etapa donde uno sienta mayor libertad de sus facultades) se dan por sentado. Sabemos, pero lo ignoramos en el día a día, que eso se constituyó en nuestra crianza, la cultura, nuestros genes, etc. Tendemos a hacer a un lado la infancia, pero más específico, ese ser infante que se fue desarrollando y que nos conforma ahora. Lleno de aprendizajes y errores; cosa que no termina uno de hacer en la adultez y para toda su vida. Lo podemos confirmar en cómo algunas personas ven a los niños como “distintos”, apartándolos a un lado. O sentir la niñez de cada uno como algo que “superó”. Mariano Sigman, un reconocido neurocientífico, escribe en uno de sus libros: “En general, por simplicidad y conveniencia hablamos de los niños en tercera persona, lo que erróneamente presupone una distancia, como si hablásemos algo que no somos”. Es algo común, pasa al olvido nuestra historia personal. Por interés momentáneo hablamos de ello en cuanto lo que nos marcó y dejó de aprendizaje valioso. Lo usamos de coordenadas, así como las experiencias posteriores que se van reactualizando.


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Existe en personas, pautado por sus experiencias y desarrollo que han sido buenas, donde se desenvuelven (socialmente) sin ningún problema. Parece que algunos han tenido un ambiente, que quizás podemos llamar “más sano” que otros, donde el hablar, tanto opiniones y sentimientos, se verbalizaron sin “problema” alguno hasta lleno de elogios y reconocimientos. “Problemas” podemos encontrar quizás, en otros entornos, en los cuáles se vio severamente penado el verbalizar ideas y emociones. Ya sea por costumbre o tradición y se sigue pasando de una generación a otra. A veces encontramos que hay un dolor o dolores tan profundos que es mejor callarlos. Ese silencio y las consecuencias terribles de desobedecerlo es lo que parece pasarse de una familia a otra. De padres y madres hacia sus hijos. O, incluso, de los mismos Bisabuelos o abuelos que siguen gobernando un hogar ¿en qué momentos uno siente la libertad de expresarse? ¿Cuándo uno identifica que se siente más yo para poder mostrarse sin temor alguno?



Caminos para logarlo hay muchos. A veces sólo se necesita estar con las personas o el ambiente correcto para hacerlo. La psicoterapia es otro de estos caminos donde uno puede desarrollar o, incluso, despojarse de las inhibiciones y temores que pueden estar gobernando el mundo interior de alguien. La falta de comunicación en algunas personas no siempre se muestra como temor, sabemos que hay individuos que lo hacen a través de impulsos o acciones concretas, las más dañinas, las que se convierten en violencia hacia los demás o para esa misma persona. La importancia de esto radica en encontrar una verdad en cada uno de nosotros. Ojo con esto, no una verdad en el sentido existencial o filosófico, sino una verdad en nuestra historia personal, una que tenga suficiente sentido para sentirnos libres. Es una verdad que reencontramos en este camino desde la infancia hasta la actualidad. Y se convierta en algo tan valioso que nos deje marcados nuevamente para saber lidiar y confrontar nuestros conflictos.




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Lic. Arturo Garay

Psicólogo clínico

 
 
 

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Muchas veces nos hemos preguntado si el psicólogo es aquel encargado de medicarnos cuando nos sentimos mal emocionalmente. Dentro de consulta esto es una duda muy recurrente en pacientes con sintomatologías ansiosas o depresivas, por mencionar algunas de ellas. También los vemos en algunos casos de urgencias psicológicas, por ello hablaremos un poco acerca de esto y cuándo podemos pensar en conjunto una derivación psiquiátrica.


Si bien existen diversos motivos de consulta, cada uno de ellos únicos y graves en su particularidad, existen momentos de nuestra vida en donde los recursos de afrontamiento para situaciones conflictivas ya no nos alcanzan, parecen que no nos dan abasto, por ello decidimos de primer momento acudir con un especialista, ya sea un médico general, de lo familiar o directamente con el psicólogo. En este momento durante las primeras tres a cinco sesiones se realiza una entrevista a profundidad para conocer acerca del motivo de consulta.


Una vez teniendo el conocimiento de la afección o afecciones por las cuales atraviesa el paciente se valoran los recursos psicológicos del paciente, es decir, las habilidades y/o herramientas con las que cuenta para afrontar sus problemáticas y/o conflictos por los que está atravesando en esos momentos. Aunado a esto también se realizan algunas otras indagatorias que para fines del presente artículo no mencionaré ya que me gustaría enfocarme de momento en la derivación psiquiátrica.


Una vez establecido los recursos psicológicos del paciente, la sintomatología y duración en cuanto a cantidad o calidad de vida que esto pudiera otorgarle, podemos evaluar que tanto nuestro paciente puede continuar desarrollando su vida diaria. ¿Qué tanto logra dormir? ¿Se está alimentando bien? ¿Logra concentrarse, está muy irritado, cansado, con falta de energía? ¿Presenta quizá episodios de ausencias? ¿Está en riesgo su integridad física y/o de quienes lo rodean? Estas son algunas interrogantes para investigar junto al paciente.


Cuando existen una o más de estas dificultades, es dónde podemos pensar en una derivación al psiquiatra para valoración. Es decir, no es solamente canalizarlo y ya, se deberá pensar primero en una entrevista con el especialista dónde valorará la calidad de vida del paciente y si es o no candidato a tomar algún fármaco que le permita recuperar parte del control de sus actividades diarias, las indispensables para el funcionamiento del organismo y sus necesidades básicas como dormir, comer y descansar bien. Entre otros elementos particulares de cada individuo.


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Otro de los elementos a considerar antes de la derivación al psiquiatra es la disposición del paciente, esto debido al estigma que hay sobre la salud mental, la visita al psiquiatra y el concepto erróneo y fantasioso que se tiene de los psiquiatras, como aquellas frases de: “no estoy loco”, “ahí van los locos”, “eso no es para mí”, “me van a internar en un psiquiátrico”. Todo esto está más allá de la realidad. Gracias a la pantalla grande, el cine y al poco acceso a la información, han desvalorado y estigmatizado tanto la labor del psiquiatra que luego se vuelve un blanco fácil para la desacreditación o mitos sobre los trastornos de salud mental, la visita al psiquiatra y de quiénes necesitan algún tipo de medicación.


Así como existen dolores estomacales y a veces no es suficiente ir con el médico familiar, nos derivan con el gastroenterólogo el cual, en algunos casos debe medicarnos para resolver algún conflicto. Esto pasa igual con el psicólogo y psiquiatra. Habrá afecciones emocionales que tendrán un trasfondo neuroquímico que requerirán de un especialista distinto y por consecuencia, de un tratamiento diferente.


Los invito a platicar respecto a la derivación con el psiquiatra con sus psicólogos, hagan todas sus preguntas, no se queden con dudas. Verán que en algunos casos será necesaria la derivación y cuando eso suceda será para que el tratamiento psicoterapéutico funcione a la par que un tratamiento farmacológico convirtiéndose en un trabajo interdisciplinario en donde el abordaje del motivo de consulta será abarcado de diversas aristas en pro de la salud de ustedes como pacientes.


A continuación, les dejo algunos mitos de la visita al psiquiatra.

1. Si voy con el psiquiatra significa que estoy loco/a

No. El ir con el psiquiatra no significa estar en un estado de “locura” significa que nuestros síntomas deben ser revisados por un especialista para que mejoren o desaparezcan.


2. El psiquiatra únicamente medica

No. Debido que primeramente realiza una valoración en la cual determina si el paciente es candidato o no para la ingesta de algún medicamento. De no requerirlo lo notifica y se deriva de nuevo al psicólogo.


3. Si voy con el psiquiatra es porque me van a internar en un hospital psiquiátrico.

No. No todos los pacientes psiquiátricos requieren de un internamiento psiquiátrico, existen incluso algunos pacientes que no son psiquiátricos y en ocasiones requieren internamientos. Recordemos el ejemplo del gastroenterólogo, si tengo dolor estomacal y no cede con el medicamento, quizá opte por algún internamiento hospitalario para realizar estudios o para mantener en observación al paciente y estar al tanto de las reacciones de algunos fármacos hasta encontrar el adecuado a la afección de salud.


4. Si voy con psiquiatra debo estar muy mal.

No. El ir con el psiquiatra en la mayoría de los casos es para prevenir complicaciones. Muchas veces se derivan a pacientes cuando existen algunos focos rojos que pudieran resultar en una emergencia.


5. Si voy con el psiquiatra es porque tomaré medicamento de por vida y seré dependiente del mismo.

No. Existe el caso por caso, dependiendo de la afección de salud será el tratamiento indicado. Habrá medicamentos que serán por un tiempo definido y habrá otros que no. Esto no lo sabremos hasta cada caso en particular. Es como, por ejemplo. En pacientes prediabéticos requieren de medicamento por algún tiempo definido, pero en otros casos con diabetes, existen tratamientos de por vida. Esto no lo sabremos hasta tener una valoración médica.


Espero haya sido de su agrado. ¡Nos leemos pronto!



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Lic. Yuridia Recio

Psicóloga Clínica

 
 
 
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