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Artículos sobre Ayuda Psicológica

 

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La #ansiedad forma parte de una respuesta del cuerpo humano ante situaciones adversas, se manifiesta a nivel físico y psicológico, por lo que es común que ocasione un desgaste importante en la persona. Para entender el funcionamiento de la #ansiedad es necesario saber que el cuerpo humano funciona a través de un complejo sistema orgánico que trabaja de manera organizada para ejecutar las diversas tareas dependiendo el propósito, tratándose no solo de acciones básicas de supervivencia, sino también de todo aquel acto llevado a cabo por decisión, por placer. De esta manera, cada acción que la persona emprende, como por ejemplo comer, dormir, jugar, estudiar, cantar, trabajar, pelear, llorar, gritar, etc., es precedida por una activación neuronal y química, que el cerebro, en coordinación con el resto de órganos llevan a cabo para que se posibilite la movilidad, se lleve a cabo la respuesta esperada. Se trata de un sistema que actúa de manera autónoma, es decir que las personas no controlamos a conciencia el flujo de neurotransmisores para que se lleve a cabo una actividad, sin embargo, la manifestación de una respuesta del cuerpo dependerá de los estímulos que la persona enfrente en su día a día, motivo por el que los acontecimientos del exterior, lo que ocurre en nuestro medio social, laboral, familiar, personal, académico, etc., tiene una influencia indirecta o directa en lo que ocurre en nuestro cuerpo y nuestra mente. Igualmente, es importante saber que la complejidad del cerebro no solo radica en el funcionamiento, sino también en el hecho de que cada persona posee un contenido de pensamiento consciente e inconsciente, que se construye a partir del desarrollo psicológico y madurativo, por lo que cada quien cuenta con referentes simbólicos que dan peso y significado a cada una de las situaciones y acciones, propias y de los demás.

 


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Para explicar mejor el punto y acercarnos a una exposición básica de la #ansiedad, vamos a plantear un ejemplo sencillo. Imaginemos que nos encontramos en un parque disfrutando un día libre, en ese momento estamos apreciando un día soleado bajo la sombra de un árbol, hay una cantidad moderada de personas adultas conviviendo y niños jugando. En este estado de tranquilidad nuestra atención se enfoca en nuestros pensamientos (ideas de cualquier tipo, quizá recuerdos amigables), hasta que repentinamente escuchamos un sonido estridente y cercano provocado por dos autos que colisionaron debido a un accidente. Inmediatamente experimentamos la sensación de susto que nos provocó un sobresalto, no obstante el ruido, al ser discordante con el momento placentero que estábamos teniendo y al ser inesperado, proporcionó un estado de alerta y tensión en nuestro cuerpo, el cual nos activó para tomar una decisión. En este momento, la reacción que cada quien podemos tener puede ser variable, alguien pudo haberse parado del lugar en el que se encontraba y dirigirse con rapidez al lugar de los hechos, otra persona pudo haberse quedado en su lugar para intentar recuperarse del susto mientras frotaba su pecho, alguien más pudo haber emitido un grito y experimentar nerviosismo debido a que en su memoria evocó el haber sido participe de un accidente automovilístico traumático en su infancia o un pasado no tan lejano.

 

La relevancia del ejemplo descrito, es que para que una persona haya reaccionado de tal o cual manera ante el sonido del accidente, tuvo que pasar en su cerebro un proceso automático de respuesta, encargándose entonces de liberar sustancias químicas para comunicar la activación del cuerpo en general y poder tomar una decisión, basada no solo por el instinto de supervivencia, sino también con base en la memoria racional y afectiva, todo el conjunto de referencias que la persona posee para atender de una u otra manera ese estímulo que en dicho momento pareciera adverso. Por lo tanto, la #ansiedad es un proceso que se manifiesta a través de este sistema, y además, se potencializa de acuerdo a la estabilidad emocional de cada persona. El propósito del presente artículo es enfocarnos en describir brevemente la #ansiedad, explicar por qué se manifiesta en nuestro cuerpo, y por qué interfiere con nuestro estado anímico, generando por consiguiente un impacto en la calidad de vida.

 

¿Qué es la ansiedad?


Mujer preocupada, experimenta ansiedad.
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo, ya que se produce como una manifestación inmediata ante un estímulo generalmente adverso, que prepara a la persona física y mentalmente para estar alerta, activarse, emprender una solución, buscar proteger su integridad.

La #ansiedad es una respuesta natural del cuerpo, ya que se produce como una manifestación inmediata ante un estímulo generalmente adverso, que prepara a la persona física y mentalmente para estar alerta, activarse, emprender una solución, buscar proteger su integridad. Se diferencia del miedo, debido a que la sensación de miedo es provocada por una causa la cual es identificada por la persona, se le conoce, se advierte, y es entonces el miedo por sí solo, una emoción básica de respuesta ante algo que resulta aversivo, peligroso. La #ansiedad por el contrario, es entonces una respuesta tanto física como psicológica ante una causa que pueda no ser del todo clara, una situación incómoda, ambigua, e incluso un estado emocional perturbado, decaído, puede desencadenar una reacción de #ansiedad. Además, la #ansiedad al ser una respuesta natural, está presente en la mayoría de las personas que enfrentan una dificultad o un problema, no obstante, el nivel de intensidad y duración de la reacción dependerá de la persona y de la causa, siendo así que en la medida que alguien presente síntomas de ansiedad de manera prolongada, es posible que se desarrolle un trastorno que amerite de atención profesional especializada.

 

La "ansiedad se identifica por la presencia de diversas reacciones físicas, como por ejemplo: agitación, aceleración en el ritmo cardiaco, sudoración, dificultad para respirar, temblores, insomnio, mareos y nauseas, micción frecuente, etc. Así también, la identificamos mediante síntomas psicológicos, como por ejemplo, nerviosismo, preocupación excesiva, pensamiento aprensivo, irritabilidad, ideas pesimistas o fatalistas, hipervigilancia, y cambios en el estado de ánimo. De esta manera, existen múltiples causas que contribuyen para que una persona presente un estado de ansiedad, lo cual está determinado también por el tipo de personalidad y los recursos emocionales que se posean, ya que a medida que exista mayor vulnerabilidad psicológica, la persona es más propensa a presentar síntomas de ansiedad significativos. Situaciones como el estrés laboral, dificultades escolares, problemas en la concentración, deficiencia en el rendimiento físico, conflictos interpersonales y familiares, procesos de duelo, pérdidas económicas y rupturas amorosas, son algunas de las causas frecuentes que contribuyen para que una persona exhiba reacciones de ansiedad.

 

Es interesante cómo la ansiedad representa un detonante para que la persona experimente una sensación de malestar físico y psicológico de acuerdo a un motivo particular que no necesariamente atenta contra la vida del sujeto, ya que básicamente la ansiedad implica “un estado de preocupación por el futuro”, de modo que la sensación de tensión e intranquilidad son claves para la identificación de la #ansiedad, porque es la respuesta ante el desconocimiento, ante la inseguridad y baja confianza en sí mismo, ante la incertidumbre y ante la sensación de falta de apoyo que una persona puede experimentar.

 

Es posible atender la ansiedad y manejarla.


La #ansiedad al ser duradera, impacta en la vida cotidiana de la persona porque interfiere con el funcionamiento normal al dificultar la manera de abordar una situación. Al respecto, es común que cualquiera experimentemos nerviosismo antes de un examen, antes de un proceso de ascenso, al declarar nuestro amor a la persona amada, o al estar a la expectativa de un diagnóstico médico. Sin embargo, las personas que presentan reacciones de ansiedad más significativas o que padecen un trastorno de ansiedad, experimentan dificultades más severas para manejar este tipo de eventos. De igual manera, es importante señalar que la ansiedad se vuelve un obstáculo que nubla la autopercepción y las cualidades de cada individuo, siendo la prueba el hecho de que al finalizar un momento impactante, cuando concluye una situación adversa o problemática, es común que nos demos cuenta que el escenario catastrófico que anticipábamos y que nos generaba pesadumbre, decaimiento y alteración, resultó ser una condición pasajera o poco trascendente y que pudimos abordarla de manera efectiva. El problema radica en que hay personas que no logran sobrellevar su sensación, se ven rebasados por la desesperación, se inhiben ante el problema y no logran enfrentarlo de manera efectiva, entonces es aquí cuando hablamos de una condición psicológica importante.

 

Existen diversas maneras de atender la #ansiedad, y dentro de lo inmediato está la reflexión, es decir la revisión no solo sobre las posibilidades negativas de las situaciones que nos afectan, sino también de la elaboración mental de soluciones y planes de acción. Asimismo, existen ejercicios de respiración que ayudan a calmar la mente y a relajar el cuerpo, esto como una manera básica de prepararnos para atender un conflicto. Es importante también que la persona adquiera cada vez más hábitos saludables, de modo que la alimentación sana, el periodo de sueño apropiado, la higiene, la organización de tareas, activación física, la evitación de excesos, etc., fortalece el cuerpo y su rendimiento, lo cual contribuye para el manejo de la ansiedad.

 

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La psicoterapia ayuda a que podamos encontrar una manera de verbalizar aquel contenido de nuestra mente que nos oprime, nos ayuda a resolver los problemas con la ansiedad.

Es de suma importancia, el reconocimiento del factor emocional en el tema de la #ansiedad, por lo tanto los procesos de psicoterapia ayudan a que podamos encontrar una manera de verbalizar aquel contenido de nuestra mente que nos oprime, todo tipo de pensamientos irracionales que para nosotros tiene un sentido válido y nos afecta, las inquietudes que poseemos, así también las experiencias que resultan traumáticas y establecen un punto de partida para desarrollar síntomas de ansiedad trascendentes. Por lo tanto, es necesario comprender que existe la posibilidad de abordar la ansiedad y frenar sus efectos negativos en nuestra calidad de vida, debemos saber que el acudir con un profesional de la salud mental ayudará a que analicemos nuestros padecimientos y tomemos cartas en el asunto, darnos cuenta de que lo que nos ocurre no es una cuestión sin remedio, más bien que la ansiedad es una problemática que se vive con intensidad en nuestra sociedad y que cada vez más los niveles de estrés aumentan debido a factores como problemáticas económicas, laborales, familiares, morales y de salud, motivo por el que se considera de importancia el evitar ignorar los síntomas de la ansiedad, más aún cuando estos se suscitan con regularidad, impiden el funcionamiento normal y perjudican nuestra estabilidad en general.



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Lic. José Ruy García

Psicólogo clínico

Asociación Libre Monterrey

 
 
 

Una mano sosteniendo  un cerebro.
La psicología es la ciencia que estudia los procesos mentales, emocionales y comportamentales del ser humano, y ayuda a entender múltiples interrogantes de la vida de las personas.

Es muy común que las personas tengan una duda genuina sobre el quehacer de los profesionales de la salud mental, ya que un punto importante es que la población generalmente suele desatender cuestiones de salud física, y más aún se le resta peso a la importancia del bienestar emocional y psicológico. Afortunadamente, cada vez más en la población mexicana se va reconociendo esa necesidad de atender las cuestiones psicológicas al identificar que muchas de las causas de los malestares que una persona padece, tienen un componente psicológico o una repercusión no solamente al cuerpo sino a nivel comportamental y afectivo. En este sentido, la falta de información o el desprendimiento cultural de los temas de salud mental generan dudas respecto al trabajo que realizan los especialistas y la capacidad que poseen para ayudar a una persona a resolver una serie de patologías y conflictos internos, de tal manera que la desinformación promueve el que las personas busquen atenderse a través de métodos que no cuentan con una validez científica y teórica, y mediante creencias supersticiosas que utilizan actividades bajo fundamentos irracionales y corazonadas, por lo que se vuelve riesgoso para la persona el hecho de que no exista un control y sustento del tratamiento que reciben al ser posible que este se base en el seguimiento de consejos o la sugerencia de conductas que de pronto puedan resultar nocivas para quien recibe este tipo de asesoría o consulta.

 

Por este motivo, considero que es de suma importancia que en el presente artículo reflexionemos sobre el trabajo de la psicología y la psiquiatría como opciones válidas para atender nuestra salud mental, así como explicar el alcance que tienen los especialistas al momento de ejercer su práctica clínica, para que de esta manera eliminemos una serie de mitos que se han generado a lo largo de los años.

 

¿Voy al psicólogo y al psiquiatra porque estoy loco?

 

Existen muchas enfermedades y padecimientos psicológicos y médicos que repercuten en el correcto funcionamiento racional, emocional y comportamental de las personas, sin embargo, el concepto de “locura” ha caído en desuso debido a su fuerte calificación negativa y lo perjudicial que resulta para una persona ser descrito de esa manera. Lo mejor que se puede hacer cuando padecemos una enfermedad mental o cuando convivimos con una persona que la padece, es anteponer el respeto a la dignidad del ser humano, porque entonces el enfoque consiste en no desacreditar el valor y los derechos de las personas por el hecho de poseer una enfermedad o afección psicológica, cualquiera que esta sea. Por lo tanto, hay un gran cúmulo de información procedente de investigaciones en el campo de la salud mental, que ayudan a comprender el por qué una persona se comporta y siente de determinada manera.

 

Ahora bien, al decidir atenderme emocional o psicológicamente, ¿quiere decir que estoy enfermo? La respuesta es que no necesariamente necesitamos padecer una enfermedad para requerir de ayuda profesional, porque en el campo de la psicología comprendemos que la vida no es un periodo estático e inamovible de bienestar o malestar, se trata de un búsqueda de equilibrio constante, porque incluso el hecho de enfrentar problemáticas cotidianas nos puede generar una sensación de intranquilidad o el sentirnos rebasados por el estrés laboral, así como por encontrarnos cargando con conflictos internos ocurridos en el pasado, son situaciones que repercuten en la estabilidad de cualquiera. El hecho de que tomemos la decisión de atendernos funciona también como una manera de prevenir que desarrollemos una enfermedad con sintomatología constante grave. Por lo tanto, debemos de eliminar la relación inapropiada que existe entre la terapia psicológica y la atención psiquiátrica, con la concepción de “la locura”, porque todas las personas tenemos la propensión a enfermar, y porque el asumir que necesitamos recibir una atención profesional no significa que poseamos una debilidad o no contemos con la capacidad para enfrentar nuestros problemas, mucho menos involucra el avergonzarnos de lo que nos ocurre, sino que al contrario, se requiere de suficiente determinación para aceptar que necesitamos ayuda. Es entonces tarea de los especialistas, no solo el realizar un trabajo ético y profesional, sino también el brindar un trato de respeto, cordialidad y calidez humana a toda persona que acude a recibir sus servicios.

 

La psicología y la psiquiatría.

 


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Cuando la psicología y la psiquiatría trabajan en conjunto se brinda una atención multidisciplinaria que aporta beneficios a la persona para combatir diversos padecimientos, tanto médicos como psicológicos.

Para adentrarnos en la temática principal del artículo, vamos a definir estas dos disciplinas. La psicología es la ciencia que estudia los procesos mentales, emocionales y comportamentales del ser humano, y ayuda a entender múltiples interrogantes de la vida de las personas, aunado a que la psicología clínica aporta un espacio con diversas metodologías de intervención para ayudar a las personas que se encuentran pasando un conflicto afectivo, intelectual, o que perciben su integridad mental bajo amenaza. La psiquiatría por su parte, es la rama de la medicina que se dedica a atender y a estudiar todo trastorno relacionado con la salud mental, así como los trastornos de comportamiento y adicciones, esto mediante un proceso de atención, diagnóstico y tratamiento, el cual incluye medicamentos específicos.

 

Para continuar clarificando el panorama, el psicólogo clínico debe contar con un título y cédula profesional, que avale una formación y preparación para la aplicación de técnicas psicológicas para atender las necesidades emocionales, comportamentales y cognitivas, tratándose de métodos muy diversos que principalmente involucran la escucha activa y la intervención oportuna y adecuada para acompañar a la persona en calidad de paciente, durante un tratamiento psicoterapéutico, el cual no involucra la prescripción de medicamento. Por otra parte, el psiquiatra es un profesional que finalizó sus estudios en medicina general y que además realizó la especialidad en psiquiatría, para poder enfocarse en atender los trastornos específicos de dicha rama, logrando de esta manera el poder brindar un espacio de escucha activa para identificar las causas de una enfermedad, proponer un tratamiento médico apropiado, e incluso el aportar una intervención psicoterapéutica, ya que el médico psiquiatra también puede prepararse en este rubro y brindarle al paciente no solo una receta, sino también trabajar en una serie de estrategias para combatir las problemática de manera psicológica.

 


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La psiquiatría es la rama de la medicina que se dedica a atender y a estudiar todo trastorno relacionado con la salud mental, así como los trastornos de comportamiento y adicciones, esto mediante un proceso de atención, diagnóstico y tratamiento, el cual incluye medicamentos específicos.

Si analizamos el propósito de ambas disciplinas comprenderemos que no debe de existir un conflicto entre ambas, al contrario, resulta muy enriquecedor cuando los dos profesionales trabajan en conjunto para brindar una atención multidisciplinaria que le aportará muchos beneficios a la persona para combatir diversos padecimientos, tanto médicos como psicológicos. No podemos negar que, a lo largo del tiempo, han existido posturas contrarias entre ambos profesionales, porque se han suscitado debates y diferencias de opinión clínica sobre la utilidad y validez de ciertos tipos de intervención psicológica, o el empleo de medicamentos de manera excesiva y exclusiva sin darle lugar al paciente de que comparta su visión sobre su proceso, avances, retrocesos, miedos, anhelos, etc. Lo cierto es que un trabajo en conjunto siempre deberá estar enfocado en el bienestar del paciente, en su adaptación al tratamiento, en su recuperación y en el desarrollo de una calidad de vida sana. Es entonces trabajo de los profesionales el apartarse de posturas egocéntricas y obstinadas, que limiten el flujo de información y generen una competencia hostil entre las disciplinas

 

Es así que un panorama básico en la cadena de tratamiento sería un ejemplo siguiente: una persona que busca ayuda psicológica debido a una condición de tristeza continua que en ocasiones identifica las causas y en otras no logra explicar lo que le ocurre, es así que el psicólogo después de un periodo de entrevistas clínicas puede llegar a un diagnóstico y valorar si la persona es candidato para recibir el tipo de tratamiento que le propondrá, y en este punto es posible que se identifique una serie de síntomas que amerite de atención psiquiátrica debido a que la persona presente un cuadro depresivo severo acompañado de síntomas de ansiedad, que lo estén llevando a presentar alteraciones en el ciclo de sueño y apetito que puedan poner en riesgo su salud general, por lo que es imprescindible que el psicólogo canalice a la persona a que reciba una valoración psiquiátrica para ayudar a combatir los síntomas a nivel orgánico, mediante medicamentos que permitan que la persona recupere el equilibrio.

 


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Otro ejemplo sería el de una persona que acude con un psiquiatra al presentar temores para socializar, acompañado de pánico al interactuar en público con un número elevado de personas, así como reacciones de ansiedad por pensamientos catastróficos que lo mantienen cansado y decaído, por lo que en el proceso de valoración y tratamiento, el psiquiatra puede considerar el que la persona además de recibir el tratamiento médico y el abordaje del mismo, se le canalice para recibir un proceso de atención psicoterapéutico el cual puede ser variado dependiendo las necesidades del paciente, siendo así que la atención se complemente trabajando con objetivos diversos, como lo es el reducir y eliminar los síntomas así como analizar psicológicamente la procedencia de los mismos y encontrar las causas para que la persona comprenda su situación y enfrente de manera estratégica su miedo social, a la par de incrementar su autoestima y habilidades de interacción.

 

Finalmente, toda labor entre varios profesionales que logren trabajar en conjunto para favorecer la salud mental de las personas, resultará en un apoyo conveniente y necesario para que el proceso de tratamiento sea lo más apacible posible, claro está que los padecimientos son muy diversos y algunos son más complejos que otros, pero no debemos de olvidar la subjetividad que acompaña al proceso de salud y enfermedad, en el que no importa si de manera calificativa es mucho o poco lo que le ocurre a la persona, lo importante es que la persona reporta un nivel de sufrimiento y que está solicitando ayuda, por lo que espera de los profesionales de la salud mental una atención de calidad.



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Lic. José Ruy García

Psicólogo clínico

 
 
 


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El duelo es un proceso normal y esperado que se suscita como una respuesta física y psicológica de las personas al enfrentar una pérdida, la cual puede tratarse debido a una cuestión económica, laboral, de pareja, fallecimiento, etc. Este proceso de duelo puede manifestarse incluso antes de que ocurra un evento adverso, lo que se conoce como “duelo anticipado” y generalmente se asocia con el hecho de estar consciente de que una pérdida inminente está por ocurrir, siendo un estado anímico que suele tener un pronóstico favorable a causa de que la persona comienza a trabajar sus sentimientos respecto a un escenario futuro en el que deberá lidiar con la ausencia de un ser querido o de algo particularmente deseado.


A pesar de que en los seres humanos es normal que se viva un proceso de duelo, existen circunstancias que agravan el transcurso del mismo y pueden desembocar en un “duelo patológico”, ya que si bien diversos #especialistas en la materia apuntan a un periodo de transición normal de entre 6 meses y un año, la realidad es que el tiempo que transcurre el proceso de duelo entre cada persona es variable, ya que las problemáticas que estén en juego no impactan de la misma manera a cada quien; así también, cada individuo posee recursos psicológicos diversos que le ayudan a sobrellevar y asimilar las pérdidas.


Por lo tanto, lo que caracteriza a un duelo patológico es la prolongación del tiempo en el que se manifiesta un estado de abatimiento, añoranza, debilidad, y cansancio, aunado a que la persona que atraviesa por dicha condición comienza a presentar #sintomatología psicológica y física, así como un comportamiento que resulta disfuncional para su calidad de vida.


El proceso de duelo suele distinguirse por un cambio evidente en el comportamiento y el estado físico y psicológico de la persona, como son las siguientes características:


Psicológicas

1.- Decaimiento anímico.

2.- Tristeza y melancolía.

3.- Cambios de humor abruptos (irritabilidad, indiferencia).

4.- Pensamientos irracionales.

5.- Ideas pesimistas.

6.- Pérdida de motivación hacia los planes personales.

7.- Influencia en la personalidad.

8.- Reacciones de ansiedad.


Físicos y comportamentales

1.- Cansancio constante.

2.- Insomnio y somnolencia.

3.- Pérdida de apetito.

4.- Aislamiento social.

5.- En casos graves, ideación y acto suicida.

6.- Actos impulsivos.

7.- Incremento de enfermedades psicosomáticas.

8.- Bajo rendimiento físico/laboral/académico.


Las características descritas son algunos síntomas que pueden presentar las personas que atraviesan por un proceso de duelo, y estas manifestaciones pueden ser más graves dependiendo la persona y sus recursos psicológicos, ya que incluso un proceso de duelo no resuelto puede desencadenar en una serie de trastornos mentales que complican el poder lograr la estabilidad deseada. Es importante que cada vez más incrementemos nuestro conocimiento sobre la salud mental, con la finalidad de que podamos estar alerta cuando identifiquemos que un miembro de nuestra familia, círculo social o persona allegada, refleje características evidentes de estar presentando afectaciones emocionales y físicas a raíz de un proceso de duelo no resuelto, de modo que podamos brindar un acercamiento apropiado para orientar a la persona a que busque apoyo con algún #especialista en psicología, psiquiatría o tanatología.


Las enfermedades crónicas y su repercusión psicológica.



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Hicimos una breve revisión de lo que implica un proceso de duelo ante la condición de pérdida, y a continuación revisaremos el motivo por el que las personas enfrentan una carga emocional al recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica y el proceso de adaptación a los padecimientos y el tratamiento.


Una #enfermedadcrónica se distingue por transcurrir en un periodo prolongado de tiempo, con una progresión lenta de mejora, e incluso la posibilidad en muchos casos de tratarse de una enfermedad con la que la persona debe aprender a vivir al tener una manifestación de síntomas y secuelas permanentes; así también, muchas enfermedades crónicas suman un impacto específico debido a que se conoce el potencial severo de sus repercusiones, lo cual genera temor el simple hecho de que una persona considere que pueda padecerla. Como ejemplo de enfermedades crónicas más comunes, tenemos el #cáncer, #VIH/#SIDA, #cardiopatías, #insuficienciarenal, accidentes cerebrovasculares o enfermedades autoinmunes, tratándose de enfermedades que cada vez más han ido popularizándose en el conocimiento de la sociedad, debido al impacto trascendente que generan en la calidad de vida de una persona, y si bien no todas las enfermedades crónicas tienen el mismo desenlace y llegan a ser tratables, es común que un tema que genere especial preocupación sea la muerte.


El que una persona padezca una #enfermedadcrónica o incluso cuando tiene que lidiar con el hecho de que alguien cercano la padezca, produce un proceso de duelo que representa la antesala de la posterior adaptación a lo que quizá implique un nuevo estilo de vida o la aceptación de la muerte, lo cual significa el tener que enfrentar cambios diversos como la modificación de hábitos, limitaciones físicas, pérdida de funciones cognitivas, etc. Ante este tipo de cambios a nivel orgánico, es normal que se produzca un estado de incertidumbre por el futuro, constantes interrogantes sobre lo que vendrá para la persona que enfrenta la situación adversa, por lo tanto, a #nivel psicológico se requiere de una elaboración

que permita al individuo canalizar sus sentimientos de manera efectiva, y logre analizar las situaciones con objetividad para evitar que la condición de enfermedad influya excesivamente en su vida cotidiana.



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El duelo que se experimenta por causa de una enfermedad crónica no se diferencia enormemente del que ocurre por otro tipo de pérdidas, salvo el hecho de que las condiciones físicas se encuentran interferidas por lo que implica el transcurso de los síntomas específicos, sin embargo, el duelo se encarga de asentar etapas en la persona para que el cambio sea asimilado y de esta manera poder recobrar el equilibrio, por ejemplo los #especialistas en tanatología, aportan fases de transición del duelo que ilustran el estatus en el que se encuentra la persona; dichas etapas varían entre cada persona y no aparecen en un orden riguroso, las cuales son negación, depresión, ira, negociación y adaptación, entonces el entendimiento de dichas etapas aporta una forma de medir el grado de avance en el proceso de duelo, del cual se insiste, varía en cuestión de tiempo entre cada persona y lo importante en cuanto a la condición de una enfermedad crónica, es que se logre una asimilación de los padecimientos, adoptar una postura proactiva que ayude a que la persona se comprometa con su tratamiento, y se hagan esfuerzos para asegurar que recupere su calidad de vida en la medida

de lo posible.


Es importante comprender que una persona que pasa por el duelo de una enfermedad crónica propia, será normal que la percibamos con notorias diferencias en su manera de comportarse y en su estado de ánimo, por lo tanto, el especialista que se encarga de atender este tipo de casos no solo enfocará su atención en atender todas las medidas profesionales necesarias, sino que deberá contar con una perspectiva consciente y sensibilizada respecto al trato y valor humano, ya que no es posible desligar por ejemplo una intervención médica o un abordaje psicológico, de la importancia del tacto, el cuidado de la dignidad y la procuración del bienestar en un sentido total.



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Me enfocaré de aquí en adelante en el caso de la intervención psicológica, para recalcar que #el especialista requiere contar con una formación que ayude al paciente a sobrellevar el proceso de duelo de una manera sensata, segura, confiable y respetuosa, reconociendo que el duelo que aparece a partir de una enfermedad crónica no amerita un abordaje que inicialmente sea basado en el análisis de elementos interpretativos o la intervención en temas secundarios, ya que es común que la persona que acude a recibir atención psicológica a causa de un proceso de duelo, llegue inicialmente en un estado de crisis y miedo, con una actitud de desesperanza y fragilidad. Por dicho motivo, un abordaje recomendable es el #acompañamiento psicoterapéutico, el cual consiste en proporcionar un espacio de escucha para apoyar en la revisión de alternativas de apoyo que el paciente requiere, amerita también durante el proceso el valorar el grado de apego que la persona posee a su tratamiento médico y una vez que se logra un estado de mayor ecuanimidad generar intervenciones psicoeducativas que aporten

estrategias útiles para mejorar la funcionalidad del individuo.


Existen muchos estilos de intervención relacionados con la atención al proceso de duelo, y quiero compartir que en mi experiencia como psicólogo clínico, el acompañamiento psicoterapéutico se suscita mucho en el ámbito hospitalario, al ser un entorno en el que muchas variables se encuentran en juego, como lo es el hecho de que la persona se encuentre pasando por un internamiento, apartado de su familia y limitado totalmente de sus actividades cotidianas; así también que la persona se encuentre bajo la condición de dolor provocado por los síntomas de una enfermedad crónica. Siendo entonces momentos en los que conviene enfatizar la importancia de la atención integral para garantizar que la persona tenga una evolución satisfactoria y de esta manera adopte herramientas que permitan la conclusión de su proceso de duelo de manera progresiva. Para finalizar, quiero señalar recomendaciones para el especialista que atiende personas que pasan por un proceso de duelo relacionado con una enfermedad crónica:


1.- Mantenerse informados de las características de la enfermedad.

2.- Establecer comunicación, en la medida de lo posible, con el médico del paciente.

3.- Verificar que la persona está al tanto de los avances y hallazgos de su enfermedad.

4.- Priorizar un trato que dignifique a la persona, para evitar estigmatizar o clasificar.

5.- Evitar comentarios “simpáticos” que intenten alentar a través de mentiras por desconocimiento o por estrategia. La persona que padece una enfermedad tiene el derecho de conocer la realidad de lo que le ocurre.

6.- En caso de hospitalización, fomentar la participación de los cuidadores primarios para generar una red de apoyo sólida.

7.- Identificar cambios de comportamiento en la persona, que signifiquen un acto de riesgo.



Psicólogo José Ruy García

Psicólogo de adolescentes, adultos y parejas

Asociación Libre - Psicólogos en Monterrey

 
 
 
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