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Artículos sobre Ayuda Psicológica


Vivimos en un mundo en constante cambio, con avances tecnológicos, nuevas formas de comunicarnos y retos que no siempre sabemos cómo enfrentar. Uno de ellos, tristemente persistente, es el bullying infantil. Aunque se hable cada vez más del tema, muchas veces no sabemos qué hacer cuando sucede cerca de nosotros: en casa, en la escuela o incluso entre nuestros seres más queridos.


El bullying infantil, también llamado acoso escolar, va mucho más allá de una simple "pelea entre niños". Es una forma de violencia emocional, verbal, física o incluso digital, que puede marcar la vida de una niña o un niño si no se detecta a tiempo. Y lo más delicado: suele suceder a escondidas, en silencio, sin que los adultos nos demos cuenta… hasta que ya ha dejado huella.


¿Qué es el bullying infantil?

Llamamos bullying infantil al acoso sistemático y repetido que un niño o niña ejerce sobre otro con la intención de hacerle daño. Este acoso puede adoptar múltiples formas: empujones, insultos, exclusión, burlas o incluso compartir fotos vergonzosas en redes sociales.


La intención siempre es la misma: ejercer poder, humillar o controlar a la víctima. Y, contrario a lo que muchas veces se cree, este comportamiento no es parte normal de la infancia. No es algo que "se les va a pasar". Es violencia. Y como tal, necesita atención.


El bullying puede ocurrir en la escuela, en el trayecto a casa, en actividades extracurriculares e incluso de manera virtual. De hecho, el cyberbullying es cada vez más común y puede ser igual o incluso más destructivo que el acoso cara a cara.



Niña sentada con mochila rosa, cabeza baja, al fondo niños señalándola. Ambiente escolar, tono triste. Texto: Asociación Libre.
El bullying infantil es una forma de violencia emocional, verbal, física o incluso digital, que puede marcar la vida de una niña o un niño si no se detecta a tiempo.


¿Cómo saber si mi hijo está viviendo bullying?

Aquí es donde la intuición, la observación y el diálogo familiar juegan un papel clave. A veces nuestros hijos no nos lo van a contar directamente. Ya sea por miedo, por vergüenza o porque no saben cómo ponerlo en palabras. Pero el cuerpo y el comportamiento hablan, incluso cuando ellos no lo hacen.

Estas son algunas señales de alerta que puedes observar:


  • Cambios repentinos de humor o irritabilidad constante

  • Evita ir a la escuela o finge estar enfermo

  • Pérdida o daño frecuente de sus pertenencias

  • Aislamiento, se aleja de sus amigos o deja de tenerlos

  • Bajo rendimiento escolar sin una causa aparente

  • Pesadillas o dificultades para dormir

  • Llanto sin motivo claro o silencios prolongados

  • Lesiones físicas que no sabe explicar


Si notas una o varias de estas señales, es momento de detenernos, observar y sobre todo, escuchar sin juzgar.


¿Cuáles son los tipos de bullying infantil?

Entender los distintos tipos de bullying nos ayuda a identificar mejor lo que podría estar viviendo un niño o niña:


Bullying físico

Es el más visible. Incluye empujones, golpes, patadas, tirar cosas o robar pertenencias. No siempre deja moretones, pero sí deja cicatrices emocionales.


Bullying verbal

Se da mediante insultos, apodos crueles, burlas, amenazas o frases que hieren la autoestima del niño. Puede parecer “solo palabras”, pero es profundamente dañino.


Bullying psicológico o emocional

Este es más sutil, pero igual de destructivo. Implica manipulación, exclusión, chantajes o amenazas emocionales. Es cuando se le hace sentir a un niño que "no vale" o que no es parte del grupo.


Bullying social

Implica marginar deliberadamente al niño o niña. No invitarlo, hacerle vacío, fomentar rumores o sabotear sus amistades. Suele pasar desapercibido, pero deteriora la confianza en uno mismo.


Cyberbullying

Aquí el acoso se traslada a pantallas: redes sociales, grupos de WhatsApp, videojuegos en línea. Desde burlas públicas hasta compartir fotos sin permiso o difundir rumores digitales. El impacto puede durar 24/7, sin escapatoria.


¿Cómo hablar del bullying infantil con nuestros hijos?

A veces pensamos que lo mejor es evitar el tema para "no meterles ideas", pero lo cierto es que hablar del bullying es una forma de prevenirlo. Educar es proteger.


Aquí algunas ideas para abordar el tema:


  • Escucha sin interrumpir. No minimices lo que te cuenta.

  • Usa historias, películas o ejemplos sencillos para ilustrar qué es el acoso.

  • Refuerza que no está solo y que siempre puede contar contigo.

  • Ayúdale a ponerle nombre a lo que siente: miedo, tristeza, frustración.

  • Explícale la diferencia entre un conflicto normal y una situación de violencia repetida.

  • Refuérzale que nadie merece ser maltratado y que pedir ayuda no es delatar: es cuidarse.


La confianza no se construye en una sola conversación. Es el resultado de escuchar, estar presente y validar sus emociones día tras día.


¿Qué podemos hacer si descubrimos que nuestro hijo sufre bullying?

Primero, respira. Luego actúa. Lo más importante es que tu hijo o hija sepa que no está solo y que tú lo vas a acompañar.


Estas son algunas acciones concretas que puedes tomar:


  • Busca una reunión con el personal escolar para informar la situación. Pide que se activen los protocolos de convivencia.

  • Documenta con fechas y detalles todo lo que suceda.

  • Evita confrontar directamente al agresor o a sus familias sin acompañamiento escolar o profesional.

  • Ayuda a tu hijo a recuperar su autoestima con actividades que lo fortalezcan emocionalmente (deporte, arte, terapia).

  • Supervisa el uso de sus dispositivos y redes sociales sin invadir, pero sí con límites claros.

  • Contacta con un profesional de la salud mental para que tu hijo pueda recibir atención psicológica.


Recuerda: no estás sola o solo. Hay redes de apoyo, especialistas y escuelas comprometidas que pueden acompañarte.


¿Por qué es tan importante el apoyo psicológico?

El bullying infantil deja heridas profundas que a veces no se ven. Las consecuencias pueden ser duraderas si no se atienden:


  • Inseguridad crónica

  • Ansiedad y miedos recurrentes

  • Problemas para establecer relaciones en la adolescencia y adultez

  • Depresión y sentimientos de vacío

  • En casos graves, ideación suicida


Por eso la terapia infantil es tan valiosa. Porque le da al niño un espacio seguro para procesar lo que vive, lo que siente, y empezar a reconstruir su mundo emocional con herramientas y acompañamiento.


Terapia: un espacio para sanar, crecer y recuperar la confianza

La psicoterapia no es solo para casos extremos. Es una forma de prevención, contención y crecimiento emocional. Entre los beneficios que puede ofrecer se encuentran:


  • Fortalecer la autoestima y la confianza personal

  • Desarrollar habilidades sociales y comunicativas

  • Procesar traumas y emociones dolorosas

  • Aprender a poner límites y reconocer el valor propio

  • Recuperar el sentido de pertenencia y conexión


Y, quizá lo más importante: le enseña a nuestros hijos que no están solos. Que siempre pueden pedir ayuda. Que su voz importa.


No normalices el acoso: rompe el silencio y busca ayuda

A veces, sin querer, minimizamos lo que viven nuestros hijos pensando que “así es la escuela”, “todos pasamos por eso” o “se están formando carácter”. Pero la verdad es que ningún niño debería pasar por eso. Y mucho menos sentirse solo o sin herramientas para enfrentarlo.


Hablemos del bullying con honestidad. Pongámosle nombre. Ofrezcamos contención y, cuando sea necesario, apoyo profesional. Porque prevenir el bullying también es cuidar la salud mental. Y hacerlo a tiempo puede cambiar una vida.


Si sospechas que tu hijo está atravesando por una situación de bullying o simplemente quieres fortalecer su bienestar emocional, agenda una cita con uno de nuestros psicólogos infantiles aquí:👉 https://wa.me/5213318146080

 
 
 
  • 16 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

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El síndrome del #burnout o agotamiento en #docentes es un tema importante que ha sido reconocido y estudiado a lo largo de los años. El burnout se refiere a un estado de #agotamiento físico, emocional y mental causado por el #estrés prolongado y la carga de trabajo excesiva en la profesión docente; y , aunque no es un tema nuevo la pandemia del COVID-19 y las adecuaciones laborales en la docencia llevaron a muchos maestros compartir y proponer mejores condiciones laborales para tener una mejor

calidad de vida y brindar atención a sus #alumnos de manera adecuada.

Pero, ¿Cómo reconocer el síndrome de burnout o del agotamiento en los docentes? las causas de este agotamiento, son debido a que los maestros enfrentan cargas de trabajo exigentes, largas horas de trabajo, altas expectativas sobre si mismos y sobre los alumnos, los comportamientos del día a día de cada uno de sus estudiantes y directivos, además de las presiones administrativas y la falta de apoyo y recursos que pueden generar un agotamiento o #frustración debido a la necesidad de cumplir con estándares educativos y las expectativas de los #padres.

Muchos de los docentes, pueden experimentar síntomas físicos como #fatiga crónica, #insomnio, #dolores de cabeza, sistema inmunológico debilitado, dolor de espalda o dificultad para dormir.

Asimismo, emocionalmente pueden sentirse desapegados, incomodos o presentar una perdida de placer en su trabajo. Mentalmente, pueden tener dificultades en la #concentración, la #memoria y la toma de decisiones.

Es importante estar al pendiente de la frecuencia e intensidad de estos síntomas debido a que el burnout puede provocar sentimientos de frustración, #irritabilidad o diagnósticos como #depresión o #ansiedad.


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El agotamiento o burnout afecta negativamente no solo a los docentes, sino también a los alumnos y al sistema educativo en su conjunto. Los maestros con burnout pueden tener una satisfacción laboral reducida, un rendimiento mas bajo y una menor eficacia en el aula. También pueden ser propensos a cometer #errores, experimentar #conflictos con colegas y tomas mas licencias por enfermedad. En ultima instancia, esto puede afectar los resultados de los aprendizajes de los estudiantes y la calidad educativa en general.

Para abordar el agotamiento en docentes, es fundamental centrarse en la #prevención y brindar #apoyo. Las instituciones educativas deben priorizar el bienestar de los docentes y crear un ambiente de trabajo positivo. Esto incluye cargas de trabajo manejables, comunicación clara y liderazgo de apoyo. Los programas y recursos de desarrollo profesional para el manejo del estrés, la gestión del tiempo y el cuidado personal también pueden ser beneficiosos para los maestros y de esta forma la salud mental de los docentes se puede ver beneficiada.

Los maestros pueden tomar medidas proactivas para prevenir el agotamiento y promover el bienestar; es crucial establecer un equilibrio entre el trabajo y la vida al establecer limites y tomar descansos.


Hacer #ejercicio físico, buscar #pasatiempos y practicar la #atención plena o técnicas de #relajación para disminuir el estrés. Asimismo, es importante buscar apoyo en colegas, mentores o profesionales de la salud mental.

Finalmente, reconocer y abordar el agotamiento en los docentes es crucial para mantener un sistema educativo saludable y eficaz. Al priorizar el bienestar de los docentes e implementar medidas de apoyo, es posible crear un ambiente de enseñanza positivo y sostenible.



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Psicóloga Cynthia González

Atención psicológica a niños, adolescentes y adultos

Asociación Libre - Psicólogos en Monterrey

 
 
 
  • 14 sept 2023
  • 3 Min. de lectura


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Cada que se aproxima el inicio del ciclo escolar, aparecen retos importantes para los niños e incluso también para los padres, pues para ambos es retomar rutinas que se dejaron de lado para disfrutar el receso derivado del período vacacional; incluso hay factores que pueden aumentar la dificultad en este proceso, como si implica el inicio de su etapa escolar o si hay un cambio de escuela. Sin embargo, es importante que con anticipación puedan irse generando estrategias efectivas que ayuden a ambas partes a tener un regreso más amable y eficaz pues de lo contrario cada año podremos vivir un episodio caótico en este proceso.


Inicialmente, ya sea que el niño acuda por primera vez a una escuela o si ya lo hacía, es importante que de forma previa puedan irse estableciendo hábitos que ayudan a la funcionalidad del día a día y no morir en el intento, como son el seguimiento de horarios para dormir, para despertar, las siestas que puedan tomarse en el día, etc. También, dependiendo de la edad del menor pueden irse estableciendo acuerdos y brindarle responsabilidades de preparar su ropa y útiles que utilizará un día antes. Esto puede comenzar como mínimo una semana anticipada al inicio de clases para que pueda generarse una rutina y le sea más fácil el proceso de adaptación.


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Otro factor a tomar en cuenta es el estado emocional de los menores al vivir esta situación, pues de ella pueden desprenderse sensaciones de tristeza y abandono por alejarse de los padres largos periodos de tiempo, en mayor medida cuando es el comienzo de su etapa escolar, por ello, es importante trabajar los vínculos que tenemos con los pequeños para que pueda generarse confianza y así les ayude a tolerar estos momentos de separación; el diálogo constante es una manera que ayuda a prepararlos y procurar tranquilizar estos temores pues nos permitiría mantener una comunicación cercana en la que podamos hablar a nuestros hijos con honestidad sobre la importancia de ir a la escuela e incluso tranquilizarlos mencionándoles que al concluir la jornada se asistirá por ellos para continuar el día en casa.


Adicionalmente, pueden aparecer sentimientos de nerviosismo o miedo por la nueva experiencia que estarían viviendo, en algunas ocasiones estos temores también llegan a ser transmitidos por los padres, quienes a su vez les fue difícil transitar esta época y ahora pueden llegar a proyectar y trasferir estos sentimientos, por tanto, es indispensable que como padres se reconozca cuando esté sucediendo para tratar de no generar una influencia negativa en los niños y más bien, proveerlos de esas estrategias de las que se careció en nuestra infancia a través del apoyo profesional. También, otros de los sentimientos que pueden generarse es temor a no conocer a los compañeros y no tener amigos o percibirse con dificultades para socializar y para ello, es prescindible que las escuelas puedan generar dinámicas que ayuden a conocerse entre los alumnos y fomenten los vínculos entre estos.


No obstante, también debemos tomar en cuenta que si estos sentimientos de rechazo hacia la escuela son muy fuertes podemos considerar que pueda estar sucediendo algo más y esto pudiera estar relacionado a estar experimentando acoso escolar o bullying, por tanto, es indispensable que como padres preparemos a nuestros hijos a que sean tolerantes con las diferencias, que el hecho de ser alto, delgado, llenito, usar lentes, entre otras cuestiones, no es motivo de burla, incluso mucho menos el utilizar los mismos zapatos que el año pasado o llevar una mochila que no sea nueva, porque es responsabilidad de los padres ayudarles a concientizarles del hecho de aceptar y respetar que no todos tenemos las mismas posibilidades.


Finalmente, si el proceso de #regresoaclases ha sido difícil de sobrellevar porque te identificaste con algunas de las causas descritas o tal vez, aparecieron otras particulares, puedes solicitar apoyo psicológico para tu hijo o hija y evitar que esto trascienda.


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Lic. Carolina Villarreal

Psicóloga clínica

 
 
 
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