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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 31 dic 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020


En la actualidad se habla mucho sobre las adicciones a sustancias, relaciones e incluso a los aparatos electrónico; pero ¿Qué pasa cuando a lo qué somos adictos es al trabajo? A continuación profundizaremos en las implicaciones y riesgos que esto nos puede traer en nosotros mismos y en los que nos rodean.



Existen diferentes tipos de adicciones, para efectos de este artículo las dividiremos en dos grandes grupos: por un lado aquellas relacionadas con sustancias que ingerimos, inhalamos o nos inyectamos como el uso de drogas lícitas o ilícitas, la cafeína, el azúcar, los alimentos en general, entre otras. Y por otro lado, aquellas que están sujetas a procesos que realizamos en nuestra vida y que están relacionados con nuestra cotidianidad pero que se nos han salido de control como lo pueden ser los rituales obsesivos, el ejercicio y por supuesto el trabajo.


Recordemos que por definición entendemos a la adicción como aquella conducta que realizamos de manera compulsiva y que rebasa nuestra voluntad, esto es, que perdemos la facultad de decidir por nuestra cuenta si realizo dicha actividad o no ya que me siento encadenado u obligado de una forma irracional a hacerla; lo que tiene repercusiones en mi persona, en mi familia, en mi desempeño laboral y en mi economía.


Actualmente vivimos en una sociedad donde el trabajo es parte fundamental de lo qué hacemos día a día y que, debido a la situación económica de nuestro país, en ocasiones nos vemos obligados a tener incluso más de un trabajo para poder solventar nuestros gastos. Esto nos trae como consecuencia pasar mucho tiempo ahí, donde nos hemos acostumbrado a realizar casi todas las actividades de nuestro día.

El trabajo se ha vuelto una adicción cuando:

  • 1. Trato de mantenerme ocupado la mayor parte del tiempo, incluso los fines de semana. 2. Me siento irritable y frustrado cuando tengo que atender actividades que no están relacionadas con mi trabajo.

  • 3. No tomo las vacaciones que podría

  • 4. Constantemente me llevo trabajo a casa

  • 5. Pienso que mi valor como persona me lo da la posición que desempeño en el ámbito laboral.

  • 6. He dejado o retraso actividades que solía hacer o que considero mis hobbies

  • 7. Ando siempre a prisa y me mal paso comiendo muy rápido o no comiendo.

  • 8. Dejo de conciliar el sueño con tal de estar trabajando o pensando en lo que tengo qué hacer. 9. En mis ratos libres me siento como si estuviera perdiendo el tiempo o fuera poco productivo.

  • 10. La mayor parte del tiempo mis pensamientos giran en torno a mi trabajo.

Generalmente la adiccion al trabajo se reconoce a través de los demás cuando le dicen o reclaman a la persona el poco o nulo tiempo que dedica a sí mismo o a otro tipo de responsabilidades y tiene su origen emocional en que resulta una manera socialmente aceptada de evadir mis emociones y las dificultades que pudiera sentir en mis relaciones con familiares o amigos.


El adicto al trabajo es persistente y puede ser muy exitoso aunque detrás de esto puede esconderse una poca valoración de sí mismo, el miedo a la soledad o a estar solo, y en general emociones y duelos que en su momento pudieron no ser bien elaborados.

La recomendación es que una vez que la persona se da cuenta de su adicción, pueda aprender paulatinamente a enfrentar aquello que ha estado tratando de evadir e ir aumentando los espacios que dedica a su familia, amigos y sobre todo a sí mismo.

  • 21 nov 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020

En los últimos años, el estrés ha sido un tema presente y significativo. Es común que, en conversaciones cotidianas con amistades y familiares, se haga referencia al estrés que implica realizar tal o cual actividad de trabajo. Igualmente, ya no nos es ajeno el conocimiento de las repercusiones que trae consigo el estrés laboral, aunque aún podemos observar cierta resistencia a acudir con especialistas en la materia para enfrentar el estrés del trabajo.


En la actualidad, no solo tenemos que hablar de estrés laboral, ahora hay que enfrentar al síndrome del burnout, que es la sintomatología que aparece como respuesta fisiológica a estar sometido al estrés de forma prolongada. Tuvimos que ir más allá. El estrés no solo comenzó a aparecer a en períodos cortos, en los cuales se tenía que cumplir con una tarea signada en corto tiempo, esperando que, una vez cumplida con la encomienda, apareciera un momento de relajación y recuperación física. No obstante, en el burnout, esta fase de recuperación no sucede, sino que nuevamente aparece una nueva tarea que no permite el descanso al organismo y que aumenta la sensación de estrés y que puede llegar a tener consecuencias adversas, incluso hasta fatales.


Todos en cierto modo estamos expuestos a experimentar estrés en algún momento de nuestra vida,

sin embargo, hay personas que pueden estar más expuestas a presentar reacciones negativas ante el estrés. Desde luego, tiene que considerarse el tipo de trabajo que realiza, por ejemplo, trabajos de servicios a clientes, o laborar en actividades que implican un riesgo real a nuestra integridad, como es el caso de quienes se dedican a realizar tareas vinculadas al ámbito policiaco y militar (con mayor razón, esto ocurre en nuestro país), se encuentran más expuestas a presentar síntomas de estrés. Igualmente, trabajos relacionados a las ventas o con tareas rutinarias. Del mismo modo esto ocurre con empleos en las que las decisiones son determinantes, como lo es en el caso del área de la medicina (médicos y enfermeras) o de altos niveles en los cuales, una decisión mal tomada puede implicar la pérdida de empleos para terceros.


Para ubicar la gravedad, el grado y las repercusiones negativas que trae estar expuesto al estrés laboral es importante evaluar si estamos expuestos a factores tales como presión constante y excesiva de los jefes, acoso laboral o sexual dentro del trabajo, falta de liderazgo y organización en las empresas y convivencia adversa con colegas. Contrario a lo que se puede llegar a pensar, el estrés laboral no disminuye con el incremento del salario, de allí la importancia prestar atención e intervenir a nivel preventivo en las empresas y organizaciones para mejorar las condiciones laborales del trabajador.


Los anteriores indicadores, son considerados como factores externos o exógenos, que de cierta forma pueden aparecer como ajenos al sujeto. Afortunadamente, poco a poco la psicología desde sus diferentes enfoques ha tenido mayor intervención en las empresas para mejorar las condiciones de trabajo lo cual recientemente en México se observa con las modificaciones a la Reforma laboral en México (NOM-035-STPS) que comenzó a operar a partir de octubre de 2019, la cual da lugar a la identificación de riesgos psicosociales y la promoción de un entorno organización favorable, con el fin de disminuir el estrés laboral. Se puede pensar que al cambiar el contexto o el ambiente la persona, podemos combatir el estrés laboral. Sin embargo, en algunos casos, aún y cuando cambiamos los factores o incluso de empleo, esta misma sensación de estrés laboral subsiste. Si esto te ha ocurrido alguna vez, es momento de detener a analizar, qué es lo que pudiera estar ocurriendo, esto para considerar la posibilidad que el origen del estrés no tenga que ver necesariamente con el trabajo, sino con algo personal y con la forma que enfrentamos los problemas que se nos presentan.


En muchas ocasiones, el estrés laboral puede desencadenar trastornos vinculados a la ansiedad y la depresión. Sin embargo, es necesario acudir a psicoterapia para identificar de manera precisa si dichos cuadros de ansiedad o depresión son derivados del estrés laboral o que, en su defecto, sean a consecuencia de otras situaciones por las que estemos atravesando, que, desde luego, sí pueden considerarse como estrés, pero con una génesis distinta. Esto es importante, porque podemos estar atravesando por conflictos de pareja, familiares o personales vinculados a la sexualidad, o por no alcanzar metas personales, y que, para defendernos de ello, de forma inconsciente lo desplazamos o convertimos a insatisfacción laboral, esto con el objetivo de evadir la angustia real que provocan esos otros problemas que nos aquejan. A pesar de ello y cualquiera que sea el motivo, si en algún momento presentamos desmotivación constante, tensión, ansiedad, depresión, insomnio, desesperación o insatisfacción constante con nuestras actividades laborales es motivo urgente de acudir a psicoterapia.

  • 14 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020



La fatiga fácil es un síntoma de ansiedad infantil.

¿Te has preguntado si algunas de las cosas que hace tu hijo pudieran ser ansiedad? ¿Cómo? ¿Un niño con ansiedad? Efectivamente. La ansiedad puede manifestarse a cualquier edad, sin embargo las maneras varían un poco según la edad. A continuación veremos una lista de síntomas que pudieran asociarse con ansiedad en la infancia:

Dolor de cabeza. Pueden manifestarlo de manera verbal o podemos ver cómo están irritables y se tocan su cabeza constantemente, se acuestan o buscan abrazos de manera continua. Es importante preguntar si les duele su cabeza y descartar cualquier otra causa médica.

Inquietud o impaciencia. Los niños en ocasiones pueden demostrarlo con berrinches, preguntas repetidas en poco tiempo y llanto desesperado al no comprender qué ocurre o cómo solucionarlo.

Dificultad para estar con personas nuevas. Expresado con llanto, se aferran a la ropa de mamá o papá, silencio, aislamiento y evitar sitios nuevos.

Fatiga fácil. Juegan menos o duermen más, periodos más cortos dedicados a las actividades cotidianas, dificultad para poner atención a lo que hacen, así como dificultad para continuar motivados en el juego.

Preocupación constante por agradar. Frases comunes son "¿Lo estoy haciendo bien?" "¿Así?" "¿Me revisas, maestra?", para asegurarse que lo realizado cumple las expectativas del adulto.

Nerviosismo y timidez. Se manifiesta como aislamiento y evitación a hablar con los demás, así como preferencia por quedarse en un lugar seguro. Prefiere quedarse solo o con mamá que jugar.

Dolor de estómago frecuente. Es frecuente que aparezca en la escuela en momentos angustiantes para el niño, sobre todo si se dan situaciones de acoso escolar o dificultades para el aprendizaje. Por lo que es importante también una exploración física y clínica de otros factores.

Miedo a dormir solo. Prefieren dormir en el cuarto de los padres o hermanos y se les dificulta conciliar el sueño si no se sienten seguros.

Tensión muscular. Posturas tensas, dolores musculares y contracturas frecuentes, tics.

Pensar que cosas feas le van a pasar a los seres queridos. Principalmente aquellos con los que se sienten más seguros, sin importar si es la mascota, un amigo o los padres.

Como vemos, en ocasiones podemos confundir síntomas de ansiedad con "berrinches" o pataletas, pensar que el niño está mimado o malcriado y dejarlo pasar. Muchos de estos síntomas pueden ser resultado de alteraciones del estado de salud física, por lo que es importante realizar una evaluación médica o neuropsicológica cuando se tiene sospecha.

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