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Razones actuales para la asistencia clínica de adolescentes.


Psicología del adolescente y la adolescencia

La asistencia clínica tiene un correlato con el malestar, cuando una persona decide asistir a psicoterapia es porque el malestar/síntoma ha adquirido proporciones que superan las actuaciones del propio sujeto para mitigar sus síntomas y si sobrellevar el malestar.

Es evidente que una gran parte de la multiplicidad de situaciones que pueden llevar el malestar a un grado insostenible las atravesamos tanto hombres, mujeres y niños, sin embargo hay ciertas problemáticas que solo atravesamos por pertenecer a un género o a un estadio vital (infancia, adolescencia). En ésta ocasión vamos a hablar de aquellas problemáticas situacionales que acontecen solo en el plano de la adolescencia.

La asistencia del adolecente al consultorio puede tener en un primer momento dos causales: Existe un malestar familiar que proviene de los padres hacia los hijos, esto provoca que los padres lleven al adolescente a psicoterapia buscando mitigar la angustia que este proceso vital les provoca en cuanto a su paternidad.

Otra causal para la asistencia del adolescente es su propio malestar subjetivo que aparece en el camino a transitar de la adolescencia a la adultez.

La adolescencia es un periodo complicado tanto para los padres como para los adolescentes. Los adolescentes comienzan a desprenderse del núcleo principal que es la familia, esto origina cierto descontrol sobre la manera de asumirse como padre o madre antes de un niño y ahora adolescente, muchos padres manifiestan no poder sobrellevar su manera de criar bajo las mismas condiciones que cuando sus hijos eran niños y ahora adolescentes.

Por otro lado los adolescentes experimentan malestar al tratar de conciliar aquellos deseos de independencia que los llevan a alejarse parcialmente de su núcleo principal y por otro lado el arraigo que la familia proporciona.


Los psicólogos de adolescentes escuchan a un sujeto.

Cuando emerge la adolescencia se produce un proceso que comienza, por lo general de un modo brusco, a través de cambios irreversibles caracterizados en el cuerpo.

Para el adolescente el cuerpo es una referencia espacial y un representante simbólico, que le aporta un sentimiento de identidad y tiene que ver con la dimensión narcisista del funcionamiento mental en esta edad. Las modificaciones fisiológicas tienen importantes repercusiones psicológicas tanto a nivel de la realidad concreta, como a nivel imaginario y simbólico. Los cambios hormonales implican además al funcionamiento del sistema nervioso central, en factores como la regulación del humor y el comportamiento.

También se producen cambios a nivel del pensamiento, con predominio del pensamiento lógico formal, centrado en ideas y no solo en objetos reales como en la infancia. La intelectualización es un mecanismo de defensa que el adolescente utiliza asiduamente, expresado en el interés por la lectura, las ideas, y las ideologías. Compartido con su grupo de pares esto le permite un mayor domino de su impulsos.

A parte de sobrellevar estas vicisitudes de la vida el adolescente actual, se ve obligado a asumirse en posturas semi-deconstruidas de lo masculino y lo femenino. ¿Cómo es esto?

Existen diversas construcciones sociales que nos indican calificativos específicos tanto para lo femenino como para lo masculino, estas construcciones están presentes desde nuestras percepciones de aquellos roles que en la misma familia se han jugado. Estas construcciones tanto de lo femenino como del masculino son las que el adolescente reproduce en su entorno como una manera de trazar el camino para devenir en un hombre o una mujer tanto en el plano social, como en el plano psíquico.

Pareciera que en generaciones anteriores este camino se encontraba trazado claramente y definido socialmente hablando , pues se hablaba de ciertas características que una niña- adolescente debería encarnar para asumirse como una mujer adulta, lo mismo ocurre en el caso del varón, sin embargo en la actualidad estas posturas no están trazadas tan claramente como en el pasado, observamos problemáticas de adolescentes que surgen justo por apartarse de estas líneas trazadas y ahora mal dibujadas.

Durante la pubertad, la estructura latente se derrumba y hay una división del yo y de los objetos. Dicho proceso genera confusiones típicas de la pubertad: bueno-malo, femenino-masculino, niño-adulto. A estas dualidades se le suman los cambios físicos notorios, situación que impacta sobre el joven y lleva a vivir su propio cuerpo como ajeno. Estas vivencias en el adolescente se dan dentro de una dinámica constante entre por un lado el mundo de los adultos, quienes representan tener el poder. Y por otro lado, el de la infancia dentro del ámbito familiar, ya que los niños en cierta forma están subordinados a estos adultos pero a su vez sienten protección.