La crianza de nuestros hijos no es una tarea nada fácil y nos surgen muchas preguntas alrededor de este tema. Una de ellas es la cuestión de la sobreprotección.
Es importante saber qué es la sobreprotección y no confundirla con la protección necesaria para que alguien pueda sobrevivir. Podríamos definirla como la necesidad excesiva de evitar que alguien se enfrente a cualquier tipo de angustia, incomodidad, temor, peligro, etcétera.
La sobreprotección es algo que se hace de manera inconsciente, los padres realmente lo hacen para cuidar a sus hijos sin conocer el daño que les están haciendo.
La sobreprotección puede presentarse con diferentes caras y es importante que podamos identificarlas, por ejemplo:
Decirle siempre qué es lo que debe hacer
No permitir que tome decisiones simples por sí mismo.
No darle tiempo libre.
No permitirle intentar.
Cumplir todos sus gustos.
Resolver todos sus problemas.
Algunos síntomas de la sobreprotección son:
Poca o nula tolerancia a la frustración
Necesidad de gratificación inmediata
Inseguridad
Falta de iniciativa
Falta de creatividad
Acoso escolar o bullying
Baja autoestima
Busca llamar la atención constantemente
Actitud manipuladora
Pero ¿por qué les afecta la sobreprotección si lo único que queremos es lo mejor para ellos?
La sobreprotección representa una amenaza para nuestros hijos porque, al evitar que se enfrenten con el mundo, como si estuvieran dentro de una burbuja, no les permitimos que desarrollen las herramientas necesarias para afrontar las dificultades que, tarde o temprano, se les presentarán tanto de manera física como psicológica. Es una manera de cortarles las alas, pues al satisfacer todas las necesidades de una persona le estamos robando la oportunidad de crecer y desarrollarse, por lo tanto, al encontrarse frente a un mundo fuera de casa y de las zonas seguras sin las personas que resuelven sus problemas no es capaz de "hacer lo que se espera de él o ella".
La sobreprotección genera niños infelices y adultos incapaces de valerse por sí mismos, adultos que dependen, tanto económica como emocionalmente, de alguien.
Si observa en su hijo o en usted alguno de estos síntomas no dude en acudir con un profesional que pueda brindarles las herramientas necesarias para combatir la sobreprotección.
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