top of page

Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 26 nov 2020


ree
Psicoterapia y Psicoanálisis

La #psicoterapia (o área clínica en general) desde su concepción siempre se ha articulado en su práctica por las condiciones físicas e históricas dadas. En el inicio, #Freud intuyo ciertos parámetros objetivos que bordeaban y contenían (en ciertos casos, como en el hombre de los lobos, incluso guiaban) la práctica de la clínica psicológica; es a través de estos parámetros que podemos concebir cierto sentido práctico diferenciador a la psicoterapia en contra partida de otras prácticas, sean profesionales o no. En la actualidad podemos decir que estos parámetros son entendidos como “encuadre”, que funge como un arreglo entre las dos partes involucradas dentro de la #psicoterapia, por un lado el paciente y por otro el psicólogo.

Podríamos enlistar brevemente algunos aspectos que conforman el encuadre, desde un espacio establecido (consultorio), un horario especifico, una cuota a pagar, objetivos generales y específicos a seguir dentro del proceso, etc. Sin embargo, hoy me gustaría hablar de un aspecto que no solo pertenece al encuadre sino que se juega dentro de sesión tanto en el paciente como en el #psicólogo, y ese es el tiempo.

El tiempo dentro de sesión es, a mi modo de ver, el aspecto más importante de la psicoterapia, y esta lectura tiene varias aristas que tratare de resumir en los siguientes puntos; El tiempo en el encuadre, el tiempo para el #paciente, el tiempo justo o el tiempo del terapeuta y la lógica temporal en psicoterapia. Comencemos con el tiempo en el encuadre.

El tiempo en el encuadre.

En esta visión el tiempo es enteramente concebido como objeto externo. Este se “utiliza” para delimitar el espacio psicoterapéutico entre lo que es y lo que no es. Este tiempo contiene un inicio y un fin que, como se mencionó anteriormente, se define en acuerdo mutuo entre el paciente y el psicólogo.

Es pues este tiempo en su estatus de objeto el que permite la contención de la situación psicoterapéutica dada.

El tiempo para el paciente.

Dentro de esta visión el tiempo se torna un objeto interno. Este tiempo no se utiliza, sino que se experimenta dentro de la situación psicoterapéutica.

Este tiempo solo se puede entender dentro de la situación de la psicoterapia, fuera de ella carece de su carácter específico que le interesa al psicólogo; El paciente siempre experimentara el tiempo (en su vida cotidiana), pero solo es en el contexto de la psicoterapia que este adquiere importancia para el psicólogo. Hay una diferencia pues, entre lo que hace el paciente y lo que cuenta en sesión.

ree
Momentos de las sesiones de psicoterapia

Este desfase temporal es el que permite el trabajo terapéutico que se busca; el de reflexionar y reposicionarse con respecto a lo que pasa en nuestras vidas.

El tiempo del paciente es extremadamente importante, ya que es el trabajo del psicólogo es lograr comprenderlo en toda su extensión. Es importante entender y respetar los desfases que se dan en el tiempo del paciente para poder generar un proceso terapéutico óptimo, respetar esas regresiones, esas fantasías y anhelos futuros, esas anécdotas contemporáneas. A final de cuentas, el discurso del paciente es la encarnación (en palabras) del tiempo del paciente, y escucharlo es nuestro deber.

El tiempo justo o el tiempo del terapeuta.

Este tiempo es complejo de entender y eso es por la dinámica con la que se juega, este tiene un estatus de objeto externo introyectado ¿A qué me refiero con esto? A que el tiempo del terapeuta es una respuesta al tiempo del paciente, este se da en relación al tiempo del paciente que concebimos como un objeto externo. Esa relación que se da es una de introyección (asimilar) y proyección (responder o regresar) constante. El tiempo del terapeuta está condicionado por el tiempo del paciente.

Este tiempo se experimenta para después utilizarse. Es en este tiempo en el que el terapeuta puede “escuchar” lo que el paciente dice en psicoterapia para posteriormente poder regresar algo. Pero ¿Cuándo regresarlo? Ese problema técnico puede superarse pensando en el tiempo del paciente y en los intervalos de los que se hablaba, en donde dichos desfases le permitirán al terapeuta regresar eso en el tiempo justo. Aquí el termino justo no lo utilizo en el sentido de “justicia” sino en el sentido de “ajuste”, en el sentido de que el tiempo del terapeuta es un tiempo que se ajusta al tiempo del paciente para poder regresar algo de lo dicho.

Es esto lo que permite en la técnica al terapeuta realizar intervenciones precisas que fomentan el desarrollo reflexivo en el paciente y movilizan el proceso terapéutico hacia delante.

La lógica temporal en psicoterapia.

¿Cuál es esta lógica temporal en psicoterapia? #Lacan (psicoanalista francés) en su texto “El tiempo lógico” nos deja entrever que es la “escansión” (la división o corte que se da en lo que se habla en sesión) la que conforma esta lógica temporal dentro de la situación de la psicoterapia. Estoy parcialmente de acuerdo con ello, sin embargo, se deja de lado que esa escansión efectuada tiene su propia lógica, la lógica del ajuste. Un corte dentro de lo que se habla en sesión es impensable sin que existiera un ajuste previo que acomode (y posicione) lo que se habla de tal forma que dicho corte sea posible.

Este ajuste es lo difícil de realizar en el trabajo de terapeuta y puede llevar a estropear la situación psicoterapéutica. Pero si se realiza con delicadeza, respetando el tiempo del paciente, no puede sino favorecer el proceso.


ree

Psicólogo Gabriel Chávez 

Psicólogo de Niños, adolescentes y adultos.

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara  

 
 
 
  • 1 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 17 mar 2023


ree
Aparición de ansiedad durante la cuarentena

En estos días he observado diversas reacciones ante la alerta del #COVID19 y con ello los cambios en nuestra rutina que se han instalado poco a poco hasta la promulgación del gobierno y un llamado a la necesidad de #aislamiento de la mayoría de la población con el fin de intentar prevenir la saturación de hospitales de personas infectadas por el #virus. Las reacciones que se despiertan en la gente van desde las polarizadas como: Compras de pánico, abandono de mascotas, compartir noticias falsas, y caer en un estado de total #angustia en donde el #miedo y la necesidad de supervivencia están desbordados y tienen efectos en el cuerpo.


Otra reacción radical e igualmente desmedida es la negación de la vulnerabilidad que transitamos como #humanidad y #sociedad. Ante la globalización que en la actualidad vivimos es innegable que todos podemos estar expuestos ante la infección o a ser una vía para poder transmitirlo a otros con mayor vulnerabilidad dentro de los rangos que propone la Secretaria de Salud como: estar embarazada, tener un recién nacido, ser mayor de sesenta años o padecer alguna enfermedad crónica. Ante esta reacción estas personas no toman ninguna medida de prevención y van caminando con un sentimiento de inmunidad u omnipotencia ante el virus.


Claro está que lo que describimos es una ilustración de cómo nos defendemos ante nuestros miedos más profundos, uno de ellos es: la muerte o el desvalimiento. Bien dice Freud(1930) que no tenemos inscripción de la experiencia de nuestro origen y de la muerte, por tanto necesitamos historias que nos promuevan un sentido mítico y necesario para situarnos en un lugar como individuos, ya que el humano al ser un cuerpo que no se acaba en lo meramente orgánico, no solo sobrevive con alimento, sino que necesita al otro para poder pertenecer al orden de lo vivo. Es decir nuestra doble naturaleza biológica y social nos hace seres complejos en donde nuestra supervivencia no depende de nosotros mismos, al contrario nos hace seres dependientes de lo social.


Pereña (2011) argumenta que el estado de desamparo en el que nacemos despierta la agresividad en las personas, ya que el otro a la vez es objeto de satisfacción como de frustración. Este estado lo describió #Freud(1930) en su obra como un desvalimiento originario en donde las necesidades sólo pueden ser satisfechas por otro que empatice tanto con nuestras necesidades físicas como afectivas. El cachorro humano en sus inicios necesita para crecer todo un ambiente que le promueva seguridad, esto va cambiando con el tiempo. Sin embargo aquí el punto de traer el término del desvalimiento tiene la intención de intentar darle un sentido entre muchos otros a estas reacciones radicales. El miedo al desamparo es uno de los más profundos que produce angustias relacionadas a la posibilidad real que se experimentó en nuestros primeros encuentros con la vida y lo qué ahí se inscribió en nuestro cuerpo en relación con nuestra propia experiencia con el otro encargado de nuestra supervivencia.


ree
Tener miedo y ansiedad es normal ante la contingencia por COVID-19

Muchos pensaran: pero si ya no somos bebés, y es cierto. Sin embargo las experiencias de nuestra primer infancia nos dejan huellas muy profundas que pueden quedar registradas como sensaciones a las que nos son fácil darles una salida mediante la palabra. Lo inconsciente tiene las cualidades de ser atemporal y aespacial, por tanto el sentido del tiempo y espacio se organiza de formas distintas a las medidas por un calendario o un reloj. El tiempo propio se organiza de distinta manera en cada uno de nosotros dependiendo de nuestra particularidad histórica, a esto se enlazan otros aspectos que tienen que ver con nuestra pertenencia a una cultura.


Freud(1930) en sus escritos del malestar de la cultura ilustra de manera puntual que nuestra búsqueda de la felicidad absoluta y los ideales que nuestra cultura nos impone para lograrlos están muy lejos de nuestro poder humano, y nos devuelve nuestra imagen mortal que muchas veces nos provoca sufrimientos. La imbricación de lo biológico y lo social pareciera una imposibilidad que nos guía ante diversas frustraciones puesto que al carecer de un registro de la experiencia de la muerte y mantener estos rituales lo más posible alejados, nos provocan la ilusión de inmunidad ante ella, sólo cuando la muerte de alguno de nuestros seres queridos, la enfermedad o alguna amenaza de la naturaleza nos recuerdan que somos humanos y lo que nos sostiene en la vida también forma parte del orden natural de lo transitorio. Para este autor existen tres recordatorios de nuestra condición: el cuerpo propio que tiene una caducidad y esta expuesto a la enfermedad, las violentas reacciones de la naturaleza que forman parte de su orden y la complejidad de nuestra vida anímica que constantemente choca con los ideales culturales que aspiran muchas veces hacia la desmentida de lo que somos en pro de una “evolución.” Podría pensarse que el avance tan rápido de lo tecnológico nos promueve el pensamiento de poder parecernos a las máquinas o a los dioses caracterizados por la omnipotencia, inmortalidad, omnisapiecia, y omnipresencia.


En estos momentos nos encontramos de frente ante el reordenamiento de tales formas en las que hemos vivido automáticamente sin sentarnos a cuestionarlas de manera profunda. Lo primero es que nuestro cuerpo puede enfermar y el poco poder que tenemos ante lo que amenaza nuestra vida y tranquilidad y la de nuestros seres queridos. Esto puede promover angustias sobre la caída de nuestras creencias cotidianas de nuestra invulnerabilidad y nos devuelven nuestras vestiduras humanas que necesitan de grandes cantidades de reflexión, modestia y humildad para intentar conservarnos lo mejor que se pueda. Si bien es importantísimo luchar por la individualidad esto no excluye al cuidado del otro. Estos encuentros con los otros nos proveen de posibilidades para constituir nuestra propia existencia y dotarla de experiencia y continua reinvención puesto que lo que nos queda claro con estas vivencias actuales es que la única constante es el cambio. También es importante recordar que sin los otros no podemos tener una existencia dichosa, sin el otro al igual que sin el alimento no sobrevivimos, es importante cuidar lo individual puesto que esto apunta hacia los demás. Así que no queda más que hacer lo propio asumiendo que esto pueda tener un impacto más allá de uno. Y ¿Qué es lo propio? Aquí entran los recursos creativos que cada persona se imponga como calmantes de sus angustias, dice Freud (1930) que existen poderosos calmantes que nos ayudan a soportar las adversidades de la vida: “… poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de esto es indispensable.” (Freud, 1930, 75.)


Además del diálogo en un espacio terapéutico con alguien donde podamos intercambiar palabras que nos produzcan calma o reflexión. Opto por sugerir las satisfacciones sustitutivas que provee el arte, que al ser producto de la creación humana son lugares de encuentro con algo de lo que nos conmueve profundamente en nosotros a partir de una pieza musical, un escrito, pintura, una película, etc. Eso que la imagen que otro plasma mira de mí mismo y me permite crearme un lugar en donde sea posible reinventarme en el mundo. Habrá personas que se vuelvan a la ciencia, o a la religión que también promueven la ilusión y nos reducen las angustias. Con ello quiero defender el término ilusión como algo con tanta fuerza que nos empuja hacia la vida y que proviene del deseo #humano.
















 
 
 
bottom of page