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Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 7 sept 2019


¡Realmente el juego es importante en los niños?, ¿De qué forma influyen los juegos electrónicos vs los juegos de "antes"?, ¿por qué se dice que cuando un niño no juega se encuentra en riesgo?

Parecería muy extraño el pensar que hay niños que no logran jugar, ya que es común ligar la infancia con el juego o la imaginación, y precisamente por esto es que cuando en consulta observamos que a un niño se le dificulta jugar e imaginar nos pone en alerta sobre la forma en la que se percibe a sí mismo y al mundo que lo rodea.

Esto es porque el juego en los niños les permite poner en escena todo aquello que van viviendo en su día a día y es de esta forma en la que lo enfrenta y lo entiende. No es al azar que sus películas favoritas o sus héroes de caricaturas se parezcan a ellos ya sea en la personalidad o en los eventos a los que se enfrentan, como si los infantes dijeran: "si veo como mi personaje favorito soluciona su problema, tal vez yo pueda atreverme a hacerlo igual o parecido a él", "hay formas de solucionarlo", "puedo lograr salir bien librado de esto." Y entonces hay esperanza.

Y hablamos también de aquellos niños que pueden jugar solos pero que en el momento de interactuar con otros tienen problemáticas como el no saber perder, no saber cómo incluirse al grupo, preferir jugar con niños de diferentes edades a la suya, e incluso, que sólo se sienten tranquilos en juegos con reglas concretas y que poco dan de posibilidad a la creación y flexibilidad.


Se habla que en estos casos lo más recomendable es que el niño (a) pueda tener tiempos libres donde pueda crear por medio de su imaginación obras artísticas como dibujos o manualidades, y también tiempos donde pueda aburrirse y a partir de ahí poder imaginar y crear sus propios juegos.


La imaginación permite que el niño pueda colocar en escenarios aquellas alternativas, donde pueda crear a partir de ensayo y error y donde pueda "destruir" sus miedos o inseguridades para después poder realizarlo en su cotidiano. Un lugar en el que pueda descargar lo que siente y piensa, lo que imagina y lo que le aterra.

Un niño que no juega puede tener una situación precaria en sus recursos internos, esto es, un "bloqueo" donde se encuentra que le limita el desarrollar herramientas para actuar y comprender las dificultades que está viviendo. Incluso nos podemos topar con frases como "es un niño, ¿qué le puede preocupar?", "no se da cuenta de lo que pasa porque esta chiquito", y demás. Pero como profesionistas en el trabajo con la infancia sabemos que los niños son intuitivos, observan y sienten el mundo a su alrededor.


Cada niño lo enfrenta diferente, hay quienes se enferman frecuentemente, otros preguntan a sus padres, a otros les afecta en la escuela, tienen pesadillas, etc. Nos topamos que incluso en la terapia con adultos, al recordar la infancia logran traer a la memoria estos pasajes complicados durante la niñez.

Un niño que juega puede apoyarse con sus amigos y escenificar sus temores siendo el héroe e incluso el villano. Donde puede metabolizar lo que siente y lo que no entiende. Como padres el jugar con ellos también les permite identificarse con los adultos a su alrededor y ver a sus padres más flexibles y relajados en un juego, observar la forma en la que aceptan el perder o no y donde pueden conocer al niño interior de quienes lo cuidan.

Es por esto que en el tratamiento con niños el juego es una herramienta básica para conocerlos y entender por lo que están viviendo. Es jugar, pero con todas las letras que implica esta palabra: jugar con un sentido que es el de acompañar al niño en la búsqueda de la construcción de su mundo interno y esto influye en la forma en la que percibe al mundo y a la gente que lo rodea.

Como terapeutas de niños le apostamos a la imaginación y la creación que son los recursos más puros de la infancia, como decía el autor G.K. Chesterton: "Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, si no porque nos dicen que pueden ser vencidos."


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Actualizado: 7 sept 2019


Actualmente la depresión infantil puede llegar a ser un mito en una gran parte de nuestra sociedad mexicana, ya sea porque se piensa que los niños siempre están felices o que no tienen los mismos problemas que los adultos por lo que no deberían sufrir, que su única preocupación es jugar, que no se enteran de las problemáticas de los adultos, que aún no han vivido lo suficiente para experimentar depresión. Después vemos en las noticias que las cifras en depresión infantil han aumentado y que los intentos de suicidio también se presentan en la adolescencia y en la infancia.

Pero, ¿alguna vez te has preguntado si tu hijo pudiera estar viviendo algo así? ¿Cómo un padre, madre o maestro se puede dar cuenta?

En general, solemos pensar que una persona que tiene depresión se reduce a verse triste y sin motivación, y este tipo de paradigmas son un gran obstáculo para detectar cualquier otra sintomatología depresiva. Cada persona tiene distintas habilidades de afrontamiento, creencias y, por lo tanto, distintas maneras de manifestar la depresión; en la infancia ésto se vuelve aún más complicado porque pueden llegar a manifestar sintomatologías que coincidan más con otros padecimientos como el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una fobia, ansiedad generalizada e incluso una enfermedad física como un resfriado.

La depresión infantil se manifestará de distinta manera, dependiendo también de la etapa de desarrollo del niño. Es decir, en etapas de desarrollo tempranas donde se adquieren aprendizajes de autonomía como ir al baño y comer, no será lo mismo que un preadolescente donde comienza a tener aprendizajes sociales y éstos tienen un mayor peso. De igual manera, el desarrollo emocional es distinto en cada etapa y en la infancia aún se presentan ciertas dificultades para explicar o expresar emociones y sentimientos tan complejos como el adulto quisiera entenderlos.

Es importante también, identificar si existe en nosotros la idea de que si mi hijo estuviera deprimido podría deberse a un fracaso como su padre o madre, debido a que la culpabilidad que esto nos genera nos impide ver con mayor precisión las necesidades de nuestros hijos, al punto de resistirnos a reconocerlo como una manera de protegernos ante esos sentimientos, aunque no sean ciertos.

Una vez que te has decidido a investigar la situación, es recomendable que lleves a tu hijo con un especialista experto en evaluación de niños y adolescentes con este tipo de padecimientos, ya que, como veíamos, la depresión infantil es complicada de diagnosticar y únicamente con el entrenamiento adecuado se podrá dar el tratamiento acorde a eso.

¿Qué es alarmante para niños menores de 7 años? Ansiedad, irritabilidad, berrinches frecuentes, llanto y quejas de enfermedad constante, dejar de jugar, cansancio excesivo, dificultad para disfrutar de las cosas que antes le gustaban, hiperactividad, talla y peso bajo, retraso en el desarrollo motor o resago escolar.

¿Qué es alarmante para niños mayores de 7 años? Irritabilidad, agresividad, hiperactividad, apatía, tristeza, aburrimiento constante, culpabilidad, ideas de muerte, baja autoestima, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, fobias (especialmente escolar), problemas de conducta en la escuela, dolor de cabeza, dolor abdominal, problemas en el control de esfínteres (enuresis, ecopresis), talla y peso bajo, disminución o aumento de apetito.


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Actualizado: 8 mar 2020

Una de las mayores angustias de los padres que acuden a terapia después de un divorcio es cómo éste puede llegar a afectar a sus hijos, tanto en el momento en que se vive como a lo largo de su vida. Por lo cual ha sido importante para los psicólogos abordar esta situación desde la perspectiva de padre, pareja e hijos.


Según el INEGI, en México ha ido en aumento el número de divorcios por cada 100 matrimonios, en las últimas décadas, las parejas se casan menos y se divorcian más, eso sin contar a los padres que viven juntos sin un matrimonio de por medio.


Relación divorcios-matrimonios (1980-2013)

FUENTE: INEGI/Estadística/Población, Hogares y Vivienda/ Nupcialidad/ Divorcios/ Relación divorcios-matrimonios, 1980 a 2013.

Esto nos lleva a pensar en cosas que como padres debemos tener en cuenta y que pueden ayudar a nuestro hijos a que esa etiqueta de “Hijos de padres divorciados” no vaya más allá que una situación de vida que sobrelleven y resuelvan para poder vivir sus propias experiencias a conciencia. Así que aquí enumero 5 problemáticas que todos los hijos de divorciados o padres separados tendrán que enfrentar:


1. Los hijos de padres divorciados crecen con un concepto de familia distinto.

En nuestro contexto mexicano, el concepto de una familia tradicional tiene que ver con un papá, una mamá e hijos que viven felices hasta que cada uno de los hijos crece y se casa con su media naranja. Las cosas en la realidad no son tan sencillas, actualmente las familias reconstruidas cada vez son más y de mayor variedad. Ser hijos de padres divorciados se asocia con tener una familia rota o que la familia se terminó. Lo que a veces el proceso de divorcio no nos deja ver es que la familia no se puede deshacer, y todo intento de acabar con ella lastiman a los miembros. Es mejor dirigir los esfuerzos a cambiar el tipo de familia que tendrán los hijos. Una familia con padres separados.


2. Los hijos de padres divorciados son más sensibles a las separaciones.

La relación de los padres en el mundo interno de los niños es idealizada la mayoría de las veces y es el principal referente de las relaciones amorosas. Esto puede llegar a ser, en las etapas más tempranas, un referente de ruptura, más que un referente de unión. Las separaciones por sí, pueden llegar a ser difíciles en cualquier etapa de la vida, pero ser hijo de padres divorciados o separados les agrega un plus a nuestros miedos, ya que se experimentas muchos miedos, culpa y dolor.


3. Los hijos de padres divorciados quedan en medio de las emociones de la pareja.

En ocasiones, como personas, se nos olvida que ser padres y ser pareja, son roles diferentes, pero como tienen un escenario muy estrecho, es complicado diferenciar el límite. Durante el divorcio, las emociones de enojo, traición, decepción, tristeza y dolor, pueden llegar a ser muy intensos pues nos ayudan a sobrellevar la separación y el duelo, sin embargo, la que termina es la relación de pareja, la relación de padres debe ser protegida sobre todo delante de los ojos de los niños, ya que ser hijo de padres divorciados no quiere decir dejar de tener padres.


4. Los hijos de padres divorciados viven duelos constantes durante el proceso de separación.

Duelo de la familia tradicional, duelo de la relación de los padres, duelo del padre que se va, duelo de la idealización del padre que se queda, pérdida del sentido de pertenencia, pérdida de la vida cotidiana, en ocasiones, pérdida del hogar, de la casa, de la escuela, de los hermanos. Los hijos de padres divorciados deberán enfrentar además el duelo de los padres y la manera en que ellos lo sobrelleven, a veces pueden desarrollar el papel de superhéroe con alguno de ellos o alianzas invisibles con el padre que observan más vulnerable.


5. Los hijos de padres divorciados tienen un estigma social y autoestigma al respecto de las relaciones interpersonales.

El divorcio tiene una gran carga social en nuestra cultura, ser hijo de padres divorciados también, tanto en lo escolar y familiar como en lo interpersonal. Es difícil para todos ignorar lo que "se dice" del divorcio, de lo mucho que puede llegar a "dañar". Sin embargo, lo que puede llegar a volver más complicado de lo que ya es, el divorcio, para lo los hijos es la actitud y relación que los hijos puedan percibir de sus padres con ellos y entre ellos.


Si estás pasando por un proceso de separación, te recomiendo que pidas asesoría, no como pareja, sino como padres, para poder crear un espacio neutral donde se busque lo mejor para los hijos y aprendan a relacionarse de la manera más cómoda y menos dañina entre ustedes sin llevarse la estabilidad de los hijos entre sus decisiones.



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