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Artículos sobre Ayuda Psicológica



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Es muy común que tengamos problemas con los demás por temas de comunicación, que algo que podía resolverse fácilmente, termine siendo un lío total. ¿Te has puesto a pensar cómo te escuchas cuando hablas con otras personas, qué es lo que están percibiendo los demás? 


  Todos los seres humanos estamos en constante interacción social, aunque no digamos algo verbalmente, estamos diciendo corporalmente y pocas veces nos cuestionamos de qué manera lo estamos haciendo. 


  Hay ocasiones en las que terminamos una conversación y nos llegan a decir o sentimos que lo hicimos muy bien, otras que pudimos tener más tacto o algunas en las que quizá hubiéramos podido mencionar qué es lo que pensábamos en realidad. Todo esto tiene que ver con los estilos de comunicación, y es que existen 3: #agresivo, #pasivo y #asertivo. Te los explicaré a detalle a continuación. 


  1. #Agresivo. ¿Te acuerdas de Don Ramón, el del Chavo del 8? Es el personaje que golpeaba a “el Chavo”, el que insultaba a Quico y a Doña Florinda, el que agredía con sarcasmos a Doña Clotilde, el que le mentía a “el señor Barriga”, el que ignoraba a su hija. ¿Ya te vino a la memoria? Pues, es un claro ejemplo de cómo se comporta alguien que usa este estilo de #comunicación.                        -La gente que se maneja de esta forma dice lo que piensa sin tener ningún filtro, pueden llegar a creer que es mejor decir la verdad tal cual, sin embargo no se tiene en cuenta cómo se puede sentir el otro.                                                        -Son impulsivos.                                   -Cuando se trata de hacer acuerdos, no se es capaz de ver más allá de uno mismo, exigen y no piden.                      -Les cuesta aceptar que se equivocan.     -Logran sus objetivos a como dé lugar. -Su verdad es la única que existe.           -A largo plazo se pueden llegar a quedar solas debido a que no se les puede seguir aguantando.                      •Lenguaje no verbal: volumen de voz alto, postura hacia adelante, muy expresivos gestualmente, contacto visual permanente. 

  2. #Pasivo. ¿Cuántas veces has sentido que no dijiste todo lo que querías, cuántas veces te has sentido culpable, decepcionado o incapaz por no saber pedir lo que quieres? Estos ejemplos son algo común en las personas que suelen utilizar este estilo de #comunicación.                     -Los problemas, situaciones y emociones de los demás son más importantes que las propias.                                           -No saben decir que no.                        -Se busca la aprobación de los otros.    -Tratan de evadir los conflictos, dado que las cosas saldrán mal y se les rechazará. -Baja autoestima.                       -Posponen lo propio por tener que ayudar a las personas y al final esto les hace sentir impotencia y frustración.                -A largo plazo pueden llegar a desarrollar depresión y/o ansiedad.              •Lenguaje no verbal: volumen de voz bajo, postura erguida, evitación de contacto visual, muletillas, pausas notorias.

  3. #Asertivo. Me atrevería a decir que la mayoría de los protagonistas de películas, series y caricaturas son asertivos, dado que buscan lograr sus metas sin tener que pasar por encima de los demás y en el proceso ayudan a otros; esto es uno de los factores por el cual nos caen bien estos personajes, porque son el ideal que inconscientemente nos gustaría ser cuando nuestra intención es ser “buenas personas”.                                               -Se habla en primera persona: yo creo, yo siento, a mí me parece, etc.                                           -Se es directo, claro, congruente y coherente.                                       -Llegan a acuerdos donde todas las partes involucradas salen beneficiadas.          -Se pregunta la opinión de la otra persona: ¿tú qué opinas?, ¿a ti qué te parece?                                          -Cuando se trata de decir algo sobre alguien más, se hace constructivamente. -Se mencionan las percepciones personales y se cuestiona: ¿a qué te refieres cuando dices tal? ¿qué es lo que quieres decir con esto? ¿(se dice lo que se cree de lo que la otra persona mencionó), así es?                                     -A corto y largo plazo se sienten satisfechos y plenos.                           •Lenguaje no verbal: volumen de voz neutro, postura recta, habla fluida, contacto visual.  


  

  Depende de varios factores la manera que elegimos para #comunicarnos, los cuales pueden ser los siguientes:


  • Hacia quién va dirigido nuestro mensaje

  • Contexto y entorno

  • Cómo nos estamos sintiendo 

  • Historia personal

  • Aprendizaje 


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El hacer consciente estos factores va haciendo que nos demos cuenta cómo y qué estamos diciendo. Es muy común que entremos en conflicto con nosotros mismos por tener que decir algo y no saber cómo hacerlo, cuando te suceda esto ten en cuenta que el estilo de comunicación adecuado es la #asertividad, ya que con ella nos respetamos a nosotros y a los demás. Recuerda qué es lo que conlleva, practica antes de decirlo para que te sientas cómodx y segurx. Si al momento de tener que hablarlo sentiste que estuviste #agresivo o #pasivo, piensa en qué es lo que puedes mejorar para las próximas veces. 



  Es importante tener presente que no porque ya conozcas lo anteriormente mencionado y lo estés practicando, quiere decir que siempre te manejarás con un solo estilo de comunicación, que muchas veces puedes usar otra sin que te des cuenta por varias razones. El objetivo es que seas consciente de tus interacciones, de cómo te estás comportando y a qué crees que se deba esto para que se pueda originar un cambio. 


  Ahora que ya sabes todo esto, ¿cuál sueles usar tú? ¿quisieras aprender a usar más otro estilo de #comunicación? Recuerda que siempre puedes acudir con una #psicóloga o #psicólogo para que te dé mayor orientación al respecto. 



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Psicóloga Iztel Trejo

Psicóloga de niños, adolescentes, adultos y parejas

Asociación Libre Psicólogos en Guadalajara



 
 
 
  • 5 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

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El #duelo es una respuesta que implica un período de alta intensidad emocional en el que la persona vive sufrimiento y muchos otros sentimientos, esto sucede cuándo se experimenta una pérdida ya sea porque un vínculo se rompe, porque hubo una muerte o por cualquier tipo de cambio que se viva a lo largo de la vida. El proceso de duelo en el que nos enfocaremos será el relacionado a la pérdida de #salud, es decir, cuando aparece la #enfermedad a través de un diagnóstico médico, principalmente de enfermedades crónicas, también la pérdida de una capacidad en específico o de un miembro.


Es importante mencionar que existen duelos que empiezan antes de recibir un diagnóstico pues la persona puede haber estado presentando síntomas desde meses atrás, que se encuentran alertando sobre problemas de #salud y, por ende, ya encontrarse consciente de que está viviendo cambios en su cuerpo, en sus capacidades e incluso haber tenido que emplear modificaciones en su estilo de vida, sin embargo, aún no sabe por qué y ello complica que se pueda llevar por completo el proceso pues se está en un estado de incertidumbre.


Un momento crucial es cuando se recibe el diagnóstico debido a que cambia por completo la vida de la persona, teniendo que atravesar un proceso de adaptación pues esta nueva condición puede provocarle dolores en ciertas partes del cuerpo, incluso pérdida de movimiento, de agilidad, de audición, visión o también de capacidades mentales, asimismo, requerir de hacer modificaciones en el rol familiar, en actividades laborales y sociales, lo que en conjunto puede propiciar sensaciones de frustración, enojo, tristeza, ansiedad, entre otras y que de no tratarse, contribuir a mediano o largo plazo en que pueda manifestarse una baja autoestima, depresión.


Algo similar ocurre cuando existe una pérdida de un miembro por diversas razones como puede ser un accidente o incluso también como resultado de una #enfermedad (cáncer, diabetes) pues además de que se debe lidiar con lo descrito anteriormente, regularmente aparece un factor sumamente importante e impactante, que es lo inesperado que pueden ser estos hechos.


Persona en cama en el hospital, sufriendo emocionalmente por una enfermedad.
El proceso de duelo por pérdida de la salud no tiene un período de duración definido, sin embargo, los puntos a alcanzar implican el poder asimilar la enfermedad.

En cada una de estas situaciones también aparecerán las fases conocidas del proceso de #duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, sin embargo, en este tipo de #duelo por pérdida de la salud la importancia de las mismas radica en detectar cómo es vivida la condición ya que ello influirá directamente en el proceso del tratamiento, en su apego al mismo, sus cuidados, la atención a las recomendaciones o restricciones que pueda otorgar el personal médico, por lo que en consecuencia se puede considerar que el estado emocional tiene un alto impacto en la condición física que pueda presentar un paciente.


Dicho esto, es que se presenten casos en los que la pérdida de su estado de salud o de una extremidad sea emocionalmente más conmovedora y limitante, que la restricción real que pueda representar en su vida diaria pues algo que se ve afectado en este proceso es la representación mental de su cuerpo, de sus capacidades, de su status en los diversos entornos (familiar, laboral y social), por ende, el impacto en la percepción de sí mismo que incluyen pensamientos e ideas de minusvalía, de rechazo y la búsqueda de aislamiento.


Por otra parte, el proceso de #duelo ante la pérdida de la #salud no solo lo vive quien padece la enfermedad, sino que también se ven involucrados familiares y amigos quienes acompañan al paciente y requieren lidiar con los cambios que esta nueva condición supone. Igualmente, el proceso de #duelo por pérdida de la #salud tampoco tiene un período de duración definido, sin embargo, los puntos a alcanzar implican el poder aceptar la enfermedad o la pérdida de alguna extremidad asumiendo ésta nueva realidad que ha tocado vivir, procurando actuar con responsabilidad para el autocuidado y reelaborar planes, proyectos y metas, así como la forma para alcanzarlos; lo cual, aunque se lee de forma sencilla, la forma en que lo vive cada persona es única.


Existen grupos de apoyo acerca de personas que han experimentado o se encuentran en una situación similar, ello puede ayudar a la forma en que se sobrelleva la condición, también el acompañamiento de un psicoterapeuta siempre es útil para poder abordar las emociones que suelen surgir para poder transitar este proceso con tranquilidad.

 



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Lic. Carolina Villarreal

Psicóloga clínica

Asociación Libre - Monterrey

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
  • 29 ago 2024
  • 9 Min. de lectura
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Al hablar de la palabra “trauma” entendemos por su raíz etimológica la representación de una “herida”, por lo que entonces hacemos referencia a una marca o hecho que impacta o perjudica, y genera una modificación. Cuando señalamos que una persona posee un trauma psicológico, implica que existe una afectación importante que ha perdurado y que de no atenderse es capaz de generar un malestar crónico, entonces, así como para la medicina el trauma representa un daño o lesión a nivel físico causado por una fuente comúnmente externa, psicológicamente entendemos que la generación del trauma significa precisamente un impacto negativo que desestabiliza a la persona en muchos sentidos, teniendo una respuesta particular ante aquello que lo ocasionó y ante las consecuencias del mismo. Las situaciones adversas, aquellos eventos que atentan contra nuestra integridad y la de las personas a nuestro alrededor, son los factores que pueden convertirse en las causas que generan un trauma psicológico, sin embargo, debemos de tomar en cuenta que lo que para una persona representa un impacto emocional o una experiencia sumamente impresionante, no lo es necesariamente para otros, siendo entonces que para que el trauma se consolide, implica que los recursos psicológicos de la persona resultaron rebasados y el grado de afectación fue tan considerable que inhabilitó la capacidad para responder funcionalmente ante alguna problemática. Es necesario también explicar que hay varios factores que contribuyen para que se presente el trauma, ya que lo que está en juego no solo es un suceso perjudicial, sino que importa la edad cronológica, el entorno familiar/social/cultural, así cómo la condición de salud física y psicológica de la persona.

 

Existen diversos tipos de traumas que se dividen de acuerdo al nivel de intensidad de los factores que lo causan, las repercusiones variables y la relación con otros padecimientos psicológicos y psiquiátricos específicos, sin embargo, en el presente artículo nos enfocaremos a analizar la trascendencia que representa el trauma psicológico en la vida de las personas y las maneras viables de encontrar soluciones. A nivel subjetivo y muy singular, cada hecho traumático genera un impacto importante en las personas, no obstante, si hablamos de la particularidad de cada individuo, un evento adverso puede no implicar un daño irreversible a la vida de alguien o representar un conato de muerte, y aun así producir un efecto prolongado mediante la aparición de síntomas que alteran el funcionamiento normal. En la práctica clínica psicoanalítica, la intención no es generar una comparación que desestime las vivencias que una persona llega a tener, sino precisamente el que podamos dar importancia a que lo que le ha ocurrido, representó un parteaguas en la calidad de vida, que por más enorme o minúsculo que pueda clasificarse un problema, a nivel psicológico asume un papel preponderante y gana peso conforme perjudica la salud en general.

 

Las situaciones trágicas e inesperadas

 

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Es imposible pretender tener una vida libre de conflictos en la que no se produzca ninguna sensación de amenaza real, ciertamente el proceso de desarrollo físico y mental a lo largo de los años y las etapas, por sí solo representa un factor de conflicto, porque orilla a la persona a ajustarse a su entorno de acuerdo a nuevos roles, responsabilidades y expectativas, siendo así que esta condición en ocasiones estresa, inquieta, significa tener que movernos de lugar y modificar nuestros esquemas. Entonces, vivimos atendiendo nuestras necesidades y cuidando de nuestra integridad, pero es inevitable enfrentar posibilidades de amenaza o circunstancias terribles, por ejemplo, el radicar en una ciudad que lidia constantemente con desastres naturales o que pasa por problemas de violencia social y política, guerras, sufrir accidentes que producen lesiones importantes, y ser testigo de actos de agresión y muerte, son sucesos que normalmente rebasan los recursos psicológicos de una persona y que además se convierten en recuerdos difíciles de sobrellevar, precisamente por el grado de estrés que alteró a la persona en su momento y que posteriormente anuló la tranquilidad ante el miedo de que vuelva a ocurrir.

 

El evento trágico y repentino produce una sacudida emocional y física importante en la persona, nos recuerda la posibilidad de dejar de existir, y es así como las personas que enfrentan este tipo de situaciones son muy propensas a desarrollar un trauma psicológico, siendo normal que en los días inmediatos al suceso la persona permanezca en un estado de shock, abrumo, miedo, desesperanza, pero que de igual manera la condición de trauma puede prolongar tales sensaciones por un tiempo indefinido y además intensificarlas y producir nuevos síntomas. Por ejemplo, el ser testigo de la muerte de un familiar mediante un accidente podrá generar una reacción de alteración inmediata, respuestas descontroladas mediante llanto, asombro e incomprensión; sin embargo, el quiebre emocional que conlleva con el tiempo cuando no se logra sobrellevar el evento, hace que el recuerdo tenga tanta relevancia que reviva la sensación de malestar cada vez, aunado a desencadenar enfermedades físicas y psicológicas.

 

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A pesar de que nadie estamos preparados en su totalidad y tampoco esperamos vivir una situación adversa, sí es posible que las personas que cuentan con recursos personales y psicológicos efectivos tengan un pronóstico con mayores posibilidades en comparación con aquellas personas que viven en una condición vulnerable. En este sentido todo aquello que le brinde soporte a una persona, le ayudará a sostenerse anímica, mental y físicamente al momento de tener que enfrentar una situación que lo vulnere. Por ejemplo, el contar con una salud física en optimas condiciones, vivir en un entorno familiar de amor y comprensión, contar con vínculos sociales que funcionan como redes de apoyo sanos, tener experiencia sobrellevando problemáticas pasadas, haber logrado enfrentar pérdidas significativas, poseer capacidad de introspección, alta autoestima, conocimientos en temas específicos de salud y autocuidado etc., representan esos recursos que impulsan a una persona para abordar con mayor facilidad un evento trágico; claro está, que con esto no pretendemos asumirnos como invencibles o insensibles, sino que bajo condiciones de “estabilidad o equilibrio” el impacto de la situación traumática resulta considerablemente menor a largo plazo, e incluso muchas de las veces no se convierte propiamente en un hecho que produzca padecimientos posteriormente.

 

El trauma de la infancia y su permanencia durante el tiempo

 

Mas allá del impacto negativo de una experiencia trágica e inesperada, la condición de trauma psicológico también se desarrolla a partir de sucesos constantes, prolongados, incluso mediante intervenciones dosificadas pero recurrentes que recibimos de terceros, lo cuales representan todo tipo de maltrato, físico, psicológico y sexual. La niñez es una etapa crucial del desarrollo del ser humano, y es también un periodo en el que nos valemos de nuestros cuidadores principales, los tutores, los padres. Lamentablemente es una realidad que niñas y niños en su estado de indefensión, son víctimas de este tipo de maltrato por parte de familiares, así como en la escuela y en su entorno social, perjudicando de manera importante el proceso normal de desarrollo, lo que conlleva a la generación de problemas comportamentales, de salud emocional y física, así como reducción de habilidades sociales y cognitivas, lo que además limita el aprovechamiento escolar. La persona que lidia con este tipo de repercusión durante la niñez, tiende a crecer con una serie de carencias que se ven reflejadas de maneras distintas durante la adultez, por lo tanto, el trauma psicológico puede ser representado por hechos que ocurrieron años atrás y de los que no se encuentra una salida efectiva, generando un proceso de enfermedad en la persona adulta, un malestar que en ocasiones pareciera contenerse y en otras se manifiesta de manera muy notoria afectando la calidad de vida.

 

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Las situaciones de maltrato provenientes de comentarios ofensivos, que demeritan al niño, lo relegan y no se le da su lugar dentro de la familia, así como los actos fuertes de violencia física y psicológica, provocan un impacto que genera no solo un efecto inmediato a manera de respuesta, sino una repercusión que a la larga compone la condición del trauma psicológico y altera el funcionamiento normal de la vida. A menudo, padres responsables y comprometidos pueden preguntarse si el hecho de aplicar reglas de disciplina y limites en los hijos, pueda representar un trauma con el tiempo, y la respuesta inmediata a tal interrogante es que no, ya que un estilo de crianza amoroso que se fundamente con base en el respeto y la comprensión, no amerita que se le provea al hijo de todo cuanto pide, de modo que una educación sana desde el ceno familiar posibilita que el niño integre la capacidad para tolerar la frustración y el control de sus impulsos.

 

Sin embargo, existen actos que pueden pasar por sutiles actitudes de los padres o cuidadores, pero que finalmente representan un impacto negativo en la vida del niño. Por ejemplo:

 

1.    Cuando el padre ignora los logros y se enfoca especialmente en los errores.

2.    Las constantes comparaciones con otros niños, enfocándose en realzar las características negativas del hijo.

3.    Comentarios ofensivos normalizados, que no advierten el dolor emocional que provoca en el hijo, muchas de las veces en tono de burla o broma: “este niño es un tonto, pero lo quiero mucho”, “el niño habla muy delicado, no será joto” “yo ni quería ser padre, hubiera preferido que no nacieras, pero aquí estás”.

4.    Responsabilizar al niño de las problemáticas del hogar.

5.    Permitir que el menor tenga acceso a contenido de entretenimiento o actividades que no son acordes con su edad, como ver contenido pornográfico o de excesiva violencia, así como el consumo de alcohol, tabaco o sustancias ilícitas.

6.    Actos de negligencia que descuidan la salud y el desarrollo en general del menor, como ignorar la importancia del aseo y cuidado personal, no regular la alimentación y permitir el consumo excesivo de comida no saludable, así como restringir la comida como un método de castigo.

7.    Limitar oportunidades de desarrollo personal y académica, prohibir el contacto social con otros niños y personas en general.

8.    La descarga de frustraciones del cuidador/padre, en el hijo.

 

Estos son algunos ejemplos de acciones que se transforman en recuerdos impregnados de dolor emocional, antecedentes que en la persona poseen un peso con el que carga y que en algunas ocasiones pueda no estar consciente de la relación de estos hechos con los síntomas que padece en la actualidad. Por este motivo, es importante que cada vez más los padres y cuidadores puedan concientizarse acerca del estilo de crianza que proporcionan a los hijos con la finalidad de evitar la generación de traumas.

 

Efectos notorios del trauma psicológico

 

La manera de identificar la presencia de un trauma en ocasiones no requiere de un esfuerzo de análisis considerable, así también hay otros casos en los que el trauma representa un aspecto tan arraigado en la personalidad del individuo que se disfraza por una serie de hábitos o conductas normalizadas, que la misma persona no logra advertir respecto a la disfuncionalidad. Si contemplamos hechos significativos adversos en la vida de una persona, ya sea en la niñez, adolescencia o etapa adulta, es común que aparezcan notorios síntomas que comienzan a perjudicar la estabilidad emocional, por ejemplo:

 

1.    Síntomas de depresión y ansiedad, como periodos de llanto recurrentes y prolongados, agitación, inhibición, miedos crónicos, pérdida de energía.

2.    Pensamientos angustiantes e irracionales, afectaciones en la agilidad mental.

3.    Crisis nerviosas y ataques de pánico recurrentes.

4.    Evitación social.

5.    Pérdida de motivación por actividades cotidianas, escolares o laborales.

6.    Cambios de humor repentinos.

7.    Malestares psicosomáticos como cefaleas, dolores gastrointestinales, náuseas, afectaciones en la piel, alteraciones en el apetito, insomnio.

8.    Conductas impulsivas y autodestructivas.

 

Las afectaciones mencionadas son algunas consecuencias agrupadas de manera general, que ayudan a identificar la presencia de una anomalía en la salud mental y física de la persona; es común que el trauma psicológico aparezca mediante un conjunto de síntomas, ya que un tipo de afectación suele desencadenar otros tipos de manifestación generando una repercusión a nivel sistemático, así por ejemplo la prevalencia de la ansiedad como padecimiento perjudica el estado de ánimo y se manifiesta a nivel físico. Por lo tanto, independientemente del origen, el tipo de trauma, la intensidad de los síntomas y las repercusiones en la vida de la persona, es importante tener en cuanta el buscar ayuda profesional, el poder atender los padecimientos desde diversos enfoques ya sea mediante atención psicológica o médica, ya que es posible que con la debida intervención se pueda superar el trauma psicológico y lograr restarle el valor y peso que obtuvo por la trascendencia de los hechos.

 

De igual manera, es necesario tomar en cuenta que podemos contribuir para apoyar en la inmediatez a las personas de nuestro alrededor, cuando observamos que presentan indicios de conflicto emocional y mental, ya que el acompañamiento y el poder de la conversación posibilitan de primera mando el desahogo y la oportunidad de poner en palabras aquello que le aqueja, logrando tener un primer contacto que puede ayudar para brindar una orientación y aclarar que no es normal que una persona viva con una serie de padecimientos, siendo importante el recomendarles buscar apoyo psicológico y médico profesional.




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Lic. José Ruy García

Psicólogo clínico

Asociación Libre - Monterrey

 
 
 
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