¿Cuál es la forma ideal de criar un hijo?

“Nadie nace sabiendo ser madre o padre” cotidianamente es la frase con la que los papás, cuando se habla sobre la experiencia en la crianza, las equivocaciones que a veces en comunicación con los hijos llegan a darse en diálogo o muchas otras veces en reclamos ante las carencias que quien fue criado sintió que no tuvo.
Es una realidad que aunque el deseo por la concepción de un bebé pueda estar o no presente, en ambos casos, ninguna persona sabe los cuidados “exactos” o el “despliegue de la responsabilidad” real que tener un hijo conlleva; es una vivencia que se va desarrollando, en ocasiones, puliendo conforme pasa el tiempo y otras tantas, si se llegan a tener más hijos.
La llegada del primer hijo o único hijo, es sin duda el momento más impactante en que se pueden aflorar una serie de sentimientos tanto positivos como negativos, cada persona lo puede vivir en tiempos distintos e incluso en una montaña rusa de experiencia, donde en momentos sobresale la emoción, la alegría, la ilusión de cómo será; y también a la par el miedo, la preocupación, sentimientos de inseguridad, de quizá no ser suficiente o si podrá criarse de una forma sana.
Este último punto, sobre lo sano o perfecto, es el principal motivo de alarmas y síntomas de estrés y preocupación que existe sobre todo en los padres primerizos. La realidad es que como personas, podemos hacer cosas importantes por mejorarnos y buscar no repetir las “heridas de la infancia”, sin embargo, es importante reconocer y no abrumarse con el hecho de por más esfuerzo y preparación que se busque NO ES POSIBLE CUBRIR TODOS LOS ASPECTOS al 100%. Pongo en mayúsculas y negritas, porque si bien es cierto que el vínculo con nuestros cuidadores, al ser el primero, es el que deja huella en nuestra comprensión del mundo, la mayoría de las ideas que podemos tener y cómo nos relacionaremos en años futuro con otras personas, hay una individualidad en cada uno, si hay algo que viene como predispuesto en nuestro temperamento, reacciones, en combinación por diferentes sucesos, como lo es el momento del nacimiento, ¿cómo se encontraba la familia o la relación de pareja en ese momento? Antecedentes en la salud de los padres, por dar algunos ejemplos. Lo que quiero decir, es que al criar un hijo, un padre debe de incorporar la idea de que algún “fallo” habrá en la práctica, pues siendo personas distintas, lo que transmitimos es desde donde alcanzamos a ver y con las herramientas que tengamos, no es posible ser un papá o mamá “perfecto”, lo que sí se puede aspirar es buscar pulir y mejorar el ejercicio de la crianza, reconocer los fallos, nos da la oportunidad de buscar nuevas rutas, aprender a ser flexibles y humildes, valor que es tan necesario y que es transmitido también a los hijx(s).

Hay adultos que puede ser tanto el miedo que tengan o la dificultad de afrontar que quizá las decisiones que tomaron pueden no ser las mejores en este momento, se quedan en una omisión o simulación como de que no pasa nada y prefieren no hacer cambios en su estilo de relacionarse con los hijos; aun cuando son capaces de darse cuenta que la relación que tienen no es la mejor, y muy probablemente desearían que fuera diferente, pero no asumen lo que esto implica.
Si hasta este punto te sigues preguntado o te interesa ¿qué puedes hacer para mejorar la relación con tu hijx porque actualmente identificas que no estás satisfecho con cómo te sientes en tu rol o te gustaría sentir más cercanía y confianza con tu hijo, a continuación te dejo unos tips que pueden servir cuando tu hijo ya no es un bebé pero se encuentra aún en su edad infantil:
Prestar atención de forma genuina a sus pláticas. En ocasiones los niños se emocionan por cosas que para los adultos no parece interesante, sin embargo, en su desarrollo para ellos lo es, por lo tanto abrir espacios de diálogo donde puedan estar ambos sin distractores y hablando de cosas de interés con una escucha atenta, permite favorecer la confianza de un niño a acercarse a hablar con su cuidar, además de que se les transmite que son personas importantes y esto en un futuro les da confianza en sí mismos para poder expresar sus emociones e ideas porque saben que es importante hacerlo.
Jugar con ellos e involucrarse en su juego. Muchas veces al crecer perdemos la flexibilidad para tener imaginación y crear escenas o nos absorbemos en asuntos de adultos que hacen difícil que podamos jugar o estar con un niño; sin embargo, el poder estar presente en el juego y tomar roles, no solo permite el acercamiento a los hijxs, si no que permite conocer sus gustos, intereses, formas de pensar y de cómo perciben su vida. Como adultos, el jugar, estimula la flexibilidad, la capacidad de conexión y sensibilidad con otros, el poder abstraerse de los asuntos personales y también canalizar diversión y gratitud por medio de esa experiencia.
Expresar el afecto.. Existen diferentes formas de mostrar afecto, y aunque todas son válidas, es importante esforzarse en practicar maneras distintas que puedan hacerle saber al menor que lo queremos, pues para ellos quizá su canal de comunicación es distinto al de nosotros. Por eso el poder demostrar con besos, abrazos, palabras, cuidados, cariños, detalles, permite que sea más claro para ellos y a la vez también les enseñamos a entender que hay diferentes formas de expresarlo.
Procurar centrarse más en una comunicación asertiva y positiva. Comúnmente en generaciones atrás, los padres buscaban hacer la corrección de conductas sobre sus hijxs marcando lo que estaba mal, regañando por las fallas, y castigando. No es que esto no se deba o pueda hacer ya, no obstante, estudios actuales demuestran que tienen mejore efectos estimular las conductas que consideramos adecuadas, el poder reconocer y decirle a los menores las cosas positivas que tienen, sus habilidades que vemos y que por ello confiamos en que puede hacer las cosas de distinta y mejor forma. No solo marcar los errores, si no también lo bueno, para fin de equilibrar y no romper con su autoestima y dejarlos en un concepto precario de sí mismos. Es importante las palabras, la forma y el momento en el que lo hacemos.
Permitirnos expresar nuestras propias emociones. Las personas en general, aún a veces no entendemos la naturalidad de las emociones, más aún cuando crecemos, vamos poniendo caparazones para no permitir que otros se den cuenta, pensando que eso nos hace vulnerables. Cuando un niño se da cuenta de que algo nos está sucediendo y pregunta, es importante hablar de una forma sencilla que si estamos en un momento que nos está causando tal o cual sensación, sin necesidad de dar todos los detalles e involucrarlos en posibles problemas, pero el hecho de que ellos lo vean y nosotros poder decirlo, permite que ellos vean que es normal que experimentemos distintas emociones, que a todos nos pasa y es natural, pero lo más importante es que se puede hablar de ellas y que no es malo sentirlas, tampoco hay por qué fingir que estamos bien cuando quizá no lo es. Esto es como si los enseñaramos a ser congruentes con ellos mismos y que no hay porque ocultarlo o avergonzarse de que nos pase.

Estas son solo algunas recomendaciones que se pueden hacer, actualmente, existe a nuestro alcance gran cantidad de libros, sugerencias, profesionales que pueden ayudarnos, principalmente cuando tenemos dudas personales o estamos pasando por momentos que no se están sabiendo evaluar las mejores opciones, puedes recurrir a profesionales de la salud mental, como psicólogos que puedan acompañarte en ese proceso de vinculación o en un proceso personal donde puedan ayudar a aceptar nuestra historia de vida y responsabilizarnos actualmente sobre qué cosas podemos hacer para no seguir con ese peso del pasado o inquietudes y tantas dudas sobre nuestro futuro.
Para poder enseñarles a los niños el autocuidado, es importante ser ejemplo en ellos y también dedicarse a actividades que nos den ese espacio y sensación de bienestar.

Psicóloga Carolina López
Psicóloga de niños. adolescentes, adultos y parejas
Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara
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