A continuación te damos algunos aspectos básicos para identificar la depresión en ti mismo o en la gente que te rodea.
El tema de la depresión ha sido tocado ya en distintos artículos que puedes encontrar en esta página, sin embargo, es muy importante aprender a reconocer sus síntomas en las diferentes etapas de la vida para actuar lo más pronto posible y con un tratamiento efectivo.
Hasta inicios del siglo pasado, se consideraba a la depresión como un trastorno exclusivo de los adultos, sosteniendo el mito de que los niños no se deprimían y que los adultos mayores lo hacían como parte de su vejez. El día de hoy sabemos gracias al incremento de casos a nivel general, y más específicamente en estos dos grupos poblacionales, que esto no es así y que la depresión NUNCA y en ninguna etapa de la vida debe ser considerada como algo “normal” ya que si no se atiende adecuadamente ésta puede agravarse trayendo como consecuencia un sinnúmero de malestares físicos y emocionales.
Recordemos que la depresión se define como un trastorno caracterizado por una alteración en el estado de ánimo que influye e interfiere en nuestra vida escolar, laboral, social, familiar y personal y que se mantiene interfiriendo con las capacidades y acciones de la persona. A continuación se describen los principales síntomas en las distintas etapas de la vida:
Niñez
Es hasta el año de 1975 cuando la depresión infantil fue aceptada por el National Institute of Mental Health como concepto y entidad psicopatológica.
Sus principales síntomas son:
Pérdida de interés en las actividades y juegos que solían llamarle la atención al niño, así como una pobre capacidad para sentir placer
Pérdida o aumento repentino de peso sin motivo aparente y con una rapidez inusual.
Agitación o lentitud motora
Insomnio o hípersomnia (dormir demasiado) casi todos los días
Fatiga o pérdida de energía
Sentimientos constantes y excesivos de culpa o de minusvalía (no sirvo para nada, nada me sale bien, etc.)
Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse
Ideas recurrentes de muerte
Pérdida de la autoconfianza
El niño debe tener al menos 4 de los síntomas anteriores que perduran durante más de dos semanas para que se considere como un cuadro clínico de depresión.
Algunas de las conductas que manifiesta un niño deprimido son: agresividad o agitación, desesperación y poco control de impulsos, quejas somáticas recurrentes (de enfermedades físicas), retraimiento social, cambios en su rendimiento escolar, modificación de la actitud hacia la escuela y poca energía.
Es importante recordar que la depresión no se manifiesta igual en todos los niños y que el cambio en las conductas se presenta de forma repentina y no es consecuencia de alguna pérdida o trauma importante, de su comportamiento habitual o de algún otro diagnóstico psiquiátrico como el Trastorno por Déficit de Atención. En niños pequeños y hasta la edad preescolar, la depresión tenderá a manifestarse más a través de síntomas físicos, pérdida del apetito, enuresis (falta de control de esfínteres) o crisis de llanto. En niños de primaria la tendencia será más hacia la apatía, el enojo o el retraimiento social. Algunos niños enmascaran su depresión con una excesiva autocrítica o autoexigencia en su rendimiento escolar.
Adolescencia
En esta etapa es importante diferenciar la depresión de los duelos normales que aparecen en este periodo de la vida: el duelo por los cambios físicos y la aparición de un cuerpo “nuevo” y desconocido para el adolescente, el duelo por la pérdida de la infancia y lo que se deja atrás y el duelo por la pérdida de los padres infantiles o idealizados que dejan de ser “superhéroes“ para convertirse en personas reales con defectos y virtudes.
Los síntomas depresivos se pueden reconocer por cambios abruptos en el comportamiento general del joven y que pueden tener las siguientes características:
Sentimientos constantes de tristeza que pueden incluir episodios de llanto sin razón.
Frustración excesiva o ira aunque sean asuntos menores
Sentimientos de desesperanza o vacío
Estado de ánimo irritable o molesto
Pérdida de interés en actividades que solían agradable así como una notoria incapacidad para sentir placer o satisfacción
Pérdida de interés en familiares o amigos o incluso estar en constantes riñas con ellos
Sentimientos de culpa excesiva
Dificultad para olvidar eventos del pasado, recriminándose constantemente lo que pudo haber sido
Hipersensibilidad a las críticas, al fracaso o a la opinión de los demás
Dificultad para pensar, concentrarse y aprender.
Adultez
En está etapa es necesario recordar ante todo que la depresión no es una elección ya que comúnmente se asocia a que la persona se encuentra así “porque quiere” o porque “no le echa ganas” lo que genera en la persona deprimida no solo la sensación de incomprensión sino también de que es una persona débil o poco apta. Ser más conscientes de la enfermedad nos lleva a identificar de manera más efectiva los síntomas físicos y emocionales como los que se muestran a continuación:
Tristeza, ansiedad o sentimientos de vacío persistentes.
Pérdida de interés en actividades que solían producir placer, incluida la actividad sexual.
Fatiga o pérdida de energía.
Aumento o disminución considerable del apetito
Dificultad persistente para conciliar el sueño, o bien, deseos de dormir demasiado y somnolencia durante el día.
Pérdida de la expresión emocional, como si las emociones se encontraran en un estado de reposo permanente.
Retraimiento social y/o irritabilidad
Dificultad para concentrarse
Problemas físicos persistentes como dolor de cabeza, problemas digestivos, dolor corporal que no están asociados a otra causa y no responden al tratamiento.
Pensamientos o ideas suicidas persistentes.
Sensación de tensión interna.
La persona debe presentar al menos 5 de los síntomas descritos y que permanecen por más de dos semanas. Es indispensable tratar la depresión desde el ámbito físico y psicológico ya que eso nos ayuda a tener un tratamiento multidisciplinario y a que la recuperación sea más rápida por lo que es necesario dejar los tabúes sobre los medicamentos psiquiátricos fuera y acudir a una valoración psiquiátrica.
Vejez
La depresión no es un proceso normal que viene con el envejecimiento y no debe tomarse a la ligera. Debemos descartar en el caso de adultos mayores cualquier enfermedad física que se padezca así como que los síntomas no sean efectos secundarios de los medicamentos que la persona consume. Entre los principales síntomas tenemos:
Problemas de memoria que no están asociados a deterioro cognitivo.
cambios en la personalidad como mayor irritabilidad o aislamiento
Fatiga, pérdida del apetito y problemas de sueño.
Querer quedarse en casa la mayor parte del tiempo evitando la socialización.
pensamientos de muerte o suicidio persistentes.
Los adultos mayores también requieren atención integral y el estar bajo supervisión médica y psicológica los ayudará a superar o disminuir los síntomas.
En términos generales, la depresión puede aparecer en cualquier etapa de la vida y lo ideal es estar alerta ante los síntomas propios y de personas que nos rodean. Si contamos con algún servicio de salud, no dudar en preguntar ante cualquier sospecha, así mismo, es de utilidad contar con direcciones y teléfonos de asociaciones de la sociedad civil dónde se nos pueda dar atención.
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