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¿Podemos ser amigos de nuestros hijos?

Actualizado: 8 mar 2020


podemos ser amigos de nuestros hijos

Varios padres y madres de familia han llegado a preguntarme en el transcurso de tratamientos infantiles y conferencias que suelen indicar a sus hijos que son sus "amigos" para que les tengan la suficiente confianza y que tengan apertura para hablar con ellos, conocer sus opiniones, sentimientos, experiencias y conflictivos, es decir, que el niño les platique todo (malo y bueno) de sus vivencias en el día a día.

Sin embargo hay opiniones encontradas acerca de si este "método" o forma de tratar a los niños y adolescentes da buenos resultados o es un error, algunos padres comentan que eso les permite acercarse a sus hijos, para otros ha conllevado graves conflictos o incluso amenazas de parte de sus hijos al ponerles reglas o indicarles que serán reprendidos por sus acciones, entonces ¿es correcto o viable manejarnos como "amigos" de nuestros hijos?

La diferencia entre cercanía afectiva y "amistad"

Considero que existen 2 conceptos necesarios de entender para responder mi pregunta anterior y es la diferencia que existe entre ser cercanos afectivamente y ser "amigos" de nuestros hijos, y es que la amistad regularmente se lleva a cabo entre iguales (no necesariamente con respecto a edad o experiencia), sino iguales en circunstancias, personas que no tienen control sobre lo que el niño y adolescente puede o no hacer.

La cercanía afectiva sin embargo, es aquella que posibilita y permite generar lazos no solo de amistad, también de amor, con iguales o con figuras de autoridad. La cercanía afectiva es enseñar al niño y al adolescente a que es digno de ser amado y respetado, que debe cuidarse a sí mismo y empatizar con los demás.

La cercanía afectiva implica pues tratar de comprender, entender y escuchar y es el previo a la amistad, enseñando a empatizar, a manejar los límites cuando algo es bueno para nosotros o no, a tolerar y a respetar las diferencias, pero sobre todo, a protegerse al visualizarse como alguien valioso e importante, las primeras figuras, y las más fundamentales para tener cercanía afectiva son nuestros padres, pues es a partir de este referente que el niño entenderá el mundo y todo lo que sucede en él.

Considero que lo que desean hacer los padres no es ser "amigos" de sus hijos, sino ser cercanos a nivel afectivo con ellos y en su momento la expresión de ese deseo se indicó con un "Yo quiero ser tu amigo", "No me veas como tu papá sino como un amigo", "Cuéntame como si fuera tu amigo".

Creo que aunque podríamos pensar que lo que cuenta es la intención y no la palabra, el problema deviene cuando el concepto que tienen de amistad nuestros hijos no es compatible o incluso se contrapone con nuestro rol de padres haciendo que incluso lleguen a decirnos ¡Si me vas a regañar o a decir algo no vuelvo a platicarte nada!, ¡No quiero hablar con mi mamá, quiero hablar con mi amiga! Situaciones que, de suceder, nos deja en un estado de angustia, estrés y frustración altísimo porque, obviamente queremos saber de ellos y que platiquen con nosotros.

Pero ¡Ojo! Porque por muy bien intencionados que podamos visualizarnos como padres, eso no necesariamente refleja cercanía afectiva sino talvez una intensa necesidad de supervisarlos, vigilarlos, "confesarlos” para nosotros tomar cartas en el asunto, indicarles como contestar, como actuar, como vivir, y eso no es cercanía afectiva, más bien suena a la manifestación de conflictos míos, pensamientos, miedos propios que revivo al ver a mi hijo enfrentarse al mundo real, y de ser así, obviamente necesito resolverlo, entender por qué tengo esta fuerte necesidad de ser "aceptado" por mi hijo, a tal punto que puedo verme tentado a no ponerle ninguna regla o límite con tal de que me siga platicando de su vida, "como si fuera un amigo".

Entonces ¿Es bueno o no?, y la respuesta es depende. Depende de mí motivación, de si mi intención genera más conflictos o estados de tranquilidad, y si mi postura como "amigo" de mi hijo le genera conflicto a mi pareja (que puede terminar siendo el malo o la mala del cuento al tener que si poner reglas o solo enterarse de la vida de su hijo a través nuestro), o bien, que evidentemente le genera conflicto a mi hijo, al retarnos, no respetar las reglas y amenazarlos cuando le indicamos que debe de protegerse o respetar a los demás.

La cercanía afectiva que debemos de proporcionar como padres va acompañada de palabras y hechos, de reglas y consecuencias que permitirán a nuestro hijo saber que cuenta con nosotros, que lo amamos y respetamos, que le daremos su espacio y que lo apoyaremos cuando se sienta triste, desvalido o acosado, y eso no sucede solo con "confesarlos", sino con hechos que nos ven hacer y palabras que habremos de decirles.

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