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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 4 sept 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020


“El sueño es escudo protector contra la monotonía y habitualidad de la vida, libre consolidación de la fantasía encadenada, donde ella despliega sin regla todas las imágenes de la vida e interrumpe la seriedad nunca depuesta del adulto con el gozoso juego del niño; sin los sueños, sin duda envejeceríamos más temprano…”

- Novalis


Desde tiempos ancestrales y en diversas culturas, el sueño ha tenido un lugar importante en el actuar ya que se le ha conferido cierto misticismo. Ya desde épocas anteriores se advertía que hay algo dentro de los sueños de suma importancia, algo oculto con un significado para el soñante. Hoy en la actualidad, la ciencia le ha dado otro sentido puesto que existen múltiples estudios que se han enfocado en la función del sueño desde una perspectiva fisiológica, como, por ejemplo: ahora sabemos que el sueño cumple diversas tareas destacando la función reparadora que permite el descanso; la regulación homeostática del sistema nervioso, también, influye en los procesos de aprendizaje y de atención.


Hoy en día, existen diferentes situaciones que pueden modificar el sueño ya sean de origen externo o que están en nuestro contexto y que pueden interferir en un adecuado descanso. La constante competencia laboral y el alto grado de actividades que desempeñamos (ya sean laborales, académicas o recreativas) incrementan el estrés, factor que influye de manera negativa en el sueño y el descanso y que, desde luego, esto de forma conjunta genera un impacto negativo en el funcionamiento de nuestro organismo. Al identificarlo como externo, hacemos referencia al ambiente, es decir, hay algo ajeno (en apariencia) a nosotros que nos impide dormir y permitir que el sueño cumpla con su función. Es común escuchar a personas que laboran en horarios rotativos que padecen de mayor irritabilidad, cansancio constante, les aparece un incremento en el apetito, tienen una menor capacidad para enfocar la atención y otras dolencias que en conjunto, perjudican a la persona, dificultan su interacción e impacta negativamente en su rendimiento en general.


Por otra parte, el sueño también se trastoca con conflictos de origen interno, es por ello que trastornos o padecimientos emocionales como la depresión y la ansiedad también influyen en la capacidad para dormir, soñar y descansar. Desafortunadamente, el hecho de que existan alteraciones en para dormir agravan cualquier sufrimiento emocional, provocando el efecto de “bola de nieve”, en la que además de la situación afectiva que afecta al individuo, ahora se agrega la preocupación por no lograr conciliar el sueño, incrementando la ansiedad. Igualmente, se añaden las repercusiones físicas ya antes mencionadas, es por ello que cuando un paciente acude a consulta con problemas graves para conciliar el sueño, es necesario que además de la psicoterapia, se canalice a que reciba tratamiento farmacológico.


Pues bien, hay que retomar el elemento que provoca interés y curiosidad en muchos. A través de los años, diversas culturas han dado un lugar especial al contenido de los sueños y lo podemos observar en diversas mitologías. Por ejemplo, en la mitología griega aparecen personajes (dioses) vinculados al sueño, siendo Hipnos y Morfeo los más conocidos, padre e hijo, siendo importante destacar que Morfeo tomaba diversas formas para presentar mensajes al soñante, transmitía los secretos de los dioses a los mortales. También, otro hijo de Hipnos es Fobétor, el cual se relacionaba con los sueños proféticos y las pesadillas, acá Fobétor aparece en forma de serpiente. Ambos personajes, se presentan al soñante en formas, por lo que ya desde entonces se apreciaba que existe un simbolismo dentro del sueño y que requiere de una interpretación.


Justamente y hablando de interpretación de sueños, un personaje importante es José el soñador, quien aparece en el libro de Génesis en la cultura hebraica. José interpretaba sueños (aclarando que en el texto bíblico, José hace referencia que él no interpretaba sueños, sino que era Dios a través de él), haciendo una transformación de los símbolos, siendo la situación más importante cuando interpretó dos sueños del Faraón de Egipto quien a su vez había sentido angustia ante el contenido de dichos sueños. Cabe señalar que el Faraón ya previamente había citado a magos y sabios de Egipto para que le develaran el significado de los sueños. Hasta aquí, en ambas culturas el sueño contiene un mensaje divino y predictivo, aunado a que la interpretación la brinda una persona ajena al sueño, sin perder un sentido místico.


No es hasta que Sigmund Freud publica el libro de La Interpretación de los Sueños en 1899 cuando ser revela un nuevo sentido a través de la implementación de una técnica para interpretar los sueños, dejando de lado ese tono místico y de adivinación. Freud, llama a los sueños como la vía regia al inconsciente, puesto que aquí se revela información oculta para el soñante, lo cual observó a través del análisis de sus propios sueños y los de sus pacientes, análisis que es esencial para el conocimiento de los temas profundos de quien tiene el sueño y de una posible solución a los problemas que le aquejan al paciente.


De la perspectiva del psicoanálisis, los sueños cumplen la función de descarga de los impulsos. Aparecen objetos, personas, situaciones que encubren y representan otras cosas. En los sueños se pueden descargar tensiones, agresiones, preocupaciones, ambiciones, incluso, deseos sexuales imposibles de realizar. Del mismo modo, el sueño puede servir para poner una pausa de situaciones reales en el exterior que pueden resultar perturbadoras o dolorosas para el sujeto, como por ejemplo, ante la pérdida o fallecimiento de alguien cercano, al dormir se retira la situación que aqueja para poder descansar. Es por ello que la importancia del descanso y el sueño trascienden más allá de la función fisiológica reparadora, sino también resulta de indispensable valor para el psiquismo de la persona.


El inconsciente es amo y señor de los sueños, en los sueños no opera la razón y el entendimiento, el inconsciente se sirve de la realidad y de la vigilia para tomar elementos y utilizarlos en el mundo onírico para darle un sentido desfigurado y con ello expresar algo. Existen mecanismos de defensa en los sueños que desfiguran el significado, que oculta el deseo del soñante de tal manera que dicho deseo puede realizarse y descargar tensión. Incluso, se reúnen diferentes representaciones en una sola cosa, se desplazan objetos o situaciones, intercambiándose. ¿Te has soñado haciendo cosas abominables? ¿Te ha ocurrido que alguna vez sueñas con “alguien”, pero ese “alguien” no tiene el mismo rostro que la persona real? ¿O que esa persona se transforma en otra persona, cambiando el sentido del sueño, apareciendo la confusión o la extrañeza? O ¿Qué dentro del sueño estás en cierto lugar, pero que no es precisamente el lugar aludido, sino que hay un elemento que te recuerda ese lugar? Lo anterior es a causa de los mecanismos del sueño que son el desplazamiento y la condensación, siendo esta última la que reúne varios elementos en un solo objeto, de tal manera que puede desfigurar el deseo o el contenido inconsciente para darle cumplimiento o desahogo, sin que esto perturbe (tanto) al soñante por el deseo “real” que posee.


Los objetos o las situaciones que aparecen tienen un significado (o varios), pero este cobra sentido dentro del discurso de quien relata el sueño, sí existe una técnica para explorarlos, pero de ninguna manera existe un manual o un diccionario para todos los sueños, dado que cada sueño posee un significado personal siendo el psicoanalista quien ayuda al paciente a darle sentido a lo que sueña. Es común que en los procesos de psicoanálisis, el paciente se encuentre narrando cierta situación que le aconteció en su vida o en el día a día y, que en medio de su relato, irrumpe un sueño o un fragmento de sueño, posiblemente, este se vincule con el tema previamente hablado. En el transcurso del análisis, puede aparecer más contenido del sueño que en un primer momento no se recordaba.


Un motivo para asistir a psicoanálisis o psicoterapia puede ser el descubrir el significado de algún sueño repetitivo. Sin embargo, hay causas que requieren de inmediata atención, como por ejemplo, cuando parecen pesadillas (sueños de angustia) de forma recurrente, afectando la capacidad para descansar. También cuando existe una marcada dificultad para diferenciar entre un sueño y la realidad, incluso si hemos llegado a tomar decisiones en base a lo que ocurre en nuestros sueños, por ejemplo, enemistarse con personas o acusar a alguien de algo que se soñó, además de las perturbaciones ya descritas en un principio.


Habrá sueños que olvidamos en el instante de despertar. Otros que ocurrirán con algo significativo. Sin embargo, algunos resurgirán. Otros sueños volverán de vez en cuando, repitiéndose. Otros que dejarán una imagen nítida o que en algún momento nos despertaron emociones intensas, siendo en estos últimos casos, los que contienen un contenido significativo, siendo muy importante llevarlos con el especialista para analizarlos y sobre todo, para hablar de nuestros sueños.




Actualmente varios de los pacientes que acuden a terapia vienen de haber probado experiencias con algunos otros modelos que se publicitan como terapias cuando en realidad no lo son. En este artículo me centraré en las llamadas constelaciones familiares.



Este modelo pseudo científico surge a partir de las ideas de Bert Hellinger un filósofo, pedagogo y autodenominado psicoterapeuta quien sostuvo que los problemas que una persona vive en la actualidad son representaciones de trastornos o situaciones no resueltas por su familia, tanto la actual como de sus antepasados. El objetivo de las constelaciones familiares es, aparentemente, desligar a la persona de esas relaciones que va “cargando” consigo a través de una especie de representación teatral del problema en donde el “facilitador” guía hacia la supuesta cura.


Uno de los principales problemas de esto es que se oferta como una terapia, en donde prácticamente se vende como un remedio para todo tipo de patologías, desde depresión, ansiedad, adicciones, hasta bipolaridad y trastornos psicóticos.


Recordemos que hasta el día de hoy no existe en el mundo ningún modelo terapéutico o incluso médico que sirva para todo y para todos, por lo que se concluye que lo que están tratando de vender es una mentira.


Por otro lado no existe en el mundo ningún estudio serio con bases científicas que avale la efectividad del modelo ni de sus procedimientos que muchas veces dejan a las personas en estados de crisis cuando la situación se les sale de las manos y el supuesto profesional no sabe qué hacer al desconocer de temas de salud mental.


Las personas que practican este tipo de terapias no necesitan un título médico o psicológico y se basan en sus propias experiencias o en algún curso que han tomado.


Por lo tanto es muy importante estar pendientes de con quién nos atendemos ya que estos modelos sustentan sus supuestos resultados en la sugestión y la empatía que se puede generar con el grupo o con el facilitador.


Por último, no debemos olvidar que un psicólogo que practique este tipo de procesos está violando su código ético al estar ofreciendo una práctica pseudo científica, lo que también puede traer consecuencias legales.

Actualizado: 8 mar 2020

Existen muchos temas alrededor del desarrollo de un bebé recién nacido y los cambios que se originan en la madre. Desde modificaciones en el cuerpo, a nivel hormonal, cognitivo, etc. Pero poco se habla de los acomodos emocionales y psíquicos de estos dos seres que llevan poco tiempo de conocerse.


Hablar de la dupla madre-bebé y sus acomodos es desglosar los ritmos y formas de irse conociendo estos dos (y tres) extraños y tener distintos encuentros. Y si, digo tres, porque el padre también está dentro de esto, incluso, el padre permite que un encuentro mayor consolidado se pueda dar, pero ese sería otro tema más extenso del cual hablaremos después en otro artículo.


Además, siendo sinceros, en lo cotidiano poco se habla de los acomodos complejos de la maternidad. De manera regular en la cultura mexicana la llegada de un bebé está cargada de imágenes tiernas y de ensueño con personajes como una madre sonriente y tranquila y un bebé en silencio siendo amamantado, o de esta dupla sonriendo y jugando en una casa perfectamente decorada y en orden, donde poco espacio hay para esas escenas donde justo estos mismos personajes no se encuentran del todo contentos y tranquilos. Nos topamos con madres muchas veces sobrecargadas de información que encuentran en diferentes lugares como internet, experiencia de amigas, de su mamá, del doctor, etc. Son madres rebasadas por experiencias ajenas que poco se detienen a mirar su propia experiencia y a hacerle caso a su instinto.


Y desde el otro lado, bebés sometidos a una competencia con otros bebés o con recién llegados con habilidades extraterrestres como el aprender a caminar, sentarse o leer más rápido y poder llegar a ser niños “genio” cuando justo el desarrollo lleva pausas y poca prisa. El panorama desafortunado muchas veces es así, por eso la importancia de poder detenernos a preguntarnos y reflexionar sobre la subjetividad en el conocerse uno al otro madre y bebé.


Al inicio son dos extraños o algo más o menos así. Dos extraños que se acaban de conocer, incluso aunque los padres tengan más hijos, es una realidad que la experiencia con cada uno de ellos cambia: ni es el mismo niño, ni son los mismos padres, el momento histórico del nacimiento es diferente y el contexto también.


Durante el embarazo una madre deseante de un hijo va dándole al bebé actitudes y comportamientos sin antes haberle visto el rostro. Por ejemplo, si el bebé es muy inquieto dentro del vientre la madre le puede colocar conductas como bailar, nadar, patear, e incluso hasta posibles profesiones como ser futbolista. Los padres le hablan al bebé, aunque saben que no podrá responderles de la misma forma, piensan en un nombre, un animalito que lo pudiera representar, le dotan de apodos cargados de afecto y le decoran un espacio al que pueda llegar. Todos estos son pasos en este camino. Incluso también, si reflexionamos todavía más, esto pudo iniciar desde antes, donde sin que haya un bebé en el vientre, los padres lo van construyendo en su pensamiento y deseo.


El impacto al nacer implica materializar a “ese” que se ha estado pensando. Verle por fin su cara, su cuerpo. Saber que está bien y que podrá respondernos de alguna forma.

Diferentes textos psicoanalíticos hablan sobre lo importante de la sonrisa de un hijo a sus padres ya que, por medio de ésta, permite que algo que se movilice: el que éste les responda para que no les sea tan ajeno, como si entre líneas se dijera “si, estamos juntos en este diálogo”. Si este hijo les responde a ellos con una sonrisa cuando llegan a casa da una sensación de ¡Claro, este hijo es mío y me responde a mí!”.


De manera similar los padres van encontrándose en la forma de dormir, en la traducción del llanto, en los “modos” de este bebé y lo que se va dibujando en su temperamento. Aquello que los sorprende o que muchas veces no logran entender. La angustia de los padres primerizos de que el bebé todavía no pueda hablar pero que llora, sufre, le duele y no se sabe exactamente por qué, que ellos lo tienen que averiguar.

Y al averiguarlo hay desaciertos. Los padres se enfrentan a su cansancio por no dormir del todo bien, se topan con enfermedades de ellos o del bebé que no saben cómo tratarlas, etc. Algunos padres se apoyan en sus mismos progenitores o adultos de confianza con los cuales puedan rebotar ideas o hasta hablar de su angustia, en redes de apoyo saludables encuentran un bálsamo que los sostiene, en casos más desafortunados encuentran más angustia. Todo esto a lo que se enfrentan los padres muchas veces se vive en silencio o con pocas personas alrededor porque, como mencionaba anteriormente, hay pocos espacios para hablar de lo angustiante o muchas veces terrorífico de ser padres.


Y hablando un poco sobre el papel del padre en estos acomodos pienso que justo el acompañar y sostener desde los cambios corporales de la madre, hasta el involucrarse en el cuidado de su hijo. Algo que mencionan muchos padres es que “si de por sí es sumamente pesado cuidar de un bebé, sólo es mucho más difícil. Entre dos es más ligero y te vas acomodando”. Y claro que hay mucha razón en esto. Tanto para la madre, pero también pienso en el bebé que puede ser cargado por unos brazos distintos y contenidos por otra voz y formas que también lo nutren en su psiquismo. Como si le padre proporcionará una pausa diferente. Si lo pensamos como una melodía, pudieran ser esos cortes que se pueden escuchar donde el ritmo cambia y nutre haciendo más variada una composición. Pienso que un padre involucrado y comprometido brinda sostén a esta dupla que se va armando junto con él.


Por esto la importancia de formar redes de apoyo en torno a la madre (primeriza o no) durante su embarazo y después de éste. Ya que, como mencionamos anteriormente, cada embarazo es distinto y se vive diferente. Una red que pueda escucharla y acompañarla en estos acomodos. Lugares donde, más allá de recibir siempre consejos, pueda rebotar sus propias ideas para reflexionar y pulir su instinto como mamá. A fin de cuentas, será éste el que la guiará en la crianza de su bebé.

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