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Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 17 mar 2023


Aparición de ansiedad durante la cuarentena

En estos días he observado diversas reacciones ante la alerta del #COVID19 y con ello los cambios en nuestra rutina que se han instalado poco a poco hasta la promulgación del gobierno y un llamado a la necesidad de #aislamiento de la mayoría de la población con el fin de intentar prevenir la saturación de hospitales de personas infectadas por el #virus. Las reacciones que se despiertan en la gente van desde las polarizadas como: Compras de pánico, abandono de mascotas, compartir noticias falsas, y caer en un estado de total #angustia en donde el #miedo y la necesidad de supervivencia están desbordados y tienen efectos en el cuerpo.


Otra reacción radical e igualmente desmedida es la negación de la vulnerabilidad que transitamos como #humanidad y #sociedad. Ante la globalización que en la actualidad vivimos es innegable que todos podemos estar expuestos ante la infección o a ser una vía para poder transmitirlo a otros con mayor vulnerabilidad dentro de los rangos que propone la Secretaria de Salud como: estar embarazada, tener un recién nacido, ser mayor de sesenta años o padecer alguna enfermedad crónica. Ante esta reacción estas personas no toman ninguna medida de prevención y van caminando con un sentimiento de inmunidad u omnipotencia ante el virus.


Claro está que lo que describimos es una ilustración de cómo nos defendemos ante nuestros miedos más profundos, uno de ellos es: la muerte o el desvalimiento. Bien dice Freud(1930) que no tenemos inscripción de la experiencia de nuestro origen y de la muerte, por tanto necesitamos historias que nos promuevan un sentido mítico y necesario para situarnos en un lugar como individuos, ya que el humano al ser un cuerpo que no se acaba en lo meramente orgánico, no solo sobrevive con alimento, sino que necesita al otro para poder pertenecer al orden de lo vivo. Es decir nuestra doble naturaleza biológica y social nos hace seres complejos en donde nuestra supervivencia no depende de nosotros mismos, al contrario nos hace seres dependientes de lo social.


Pereña (2011) argumenta que el estado de desamparo en el que nacemos despierta la agresividad en las personas, ya que el otro a la vez es objeto de satisfacción como de frustración. Este estado lo describió #Freud(1930) en su obra como un desvalimiento originario en donde las necesidades sólo pueden ser satisfechas por otro que empatice tanto con nuestras necesidades físicas como afectivas. El cachorro humano en sus inicios necesita para crecer todo un ambiente que le promueva seguridad, esto va cambiando con el tiempo. Sin embargo aquí el punto de traer el término del desvalimiento tiene la intención de intentar darle un sentido entre muchos otros a estas reacciones radicales. El miedo al desamparo es uno de los más profundos que produce angustias relacionadas a la posibilidad real que se experimentó en nuestros primeros encuentros con la vida y lo qué ahí se inscribió en nuestro cuerpo en relación con nuestra propia experiencia con el otro encargado de nuestra supervivencia.


Tener miedo y ansiedad es normal ante la contingencia por COVID-19

Muchos pensaran: pero si ya no somos bebés, y es cierto. Sin embargo las experiencias de nuestra primer infancia nos dejan huellas muy profundas que pueden quedar registradas como sensaciones a las que nos son fácil darles una salida mediante la palabra. Lo inconsciente tiene las cualidades de ser atemporal y aespacial, por tanto el sentido del tiempo y espacio se organiza de formas distintas a las medidas por un calendario o un reloj. El tiempo propio se organiza de distinta manera en cada uno de nosotros dependiendo de nuestra particularidad histórica, a esto se enlazan otros aspectos que tienen que ver con nuestra pertenencia a una cultura.


Freud(1930) en sus escritos del malestar de la cultura ilustra de manera puntual que nuestra búsqueda de la felicidad absoluta y los ideales que nuestra cultura nos impone para lograrlos están muy lejos de nuestro poder humano, y nos devuelve nuestra imagen mortal que muchas veces nos provoca sufrimientos. La imbricación de lo biológico y lo social pareciera una imposibilidad que nos guía ante diversas frustraciones puesto que al carecer de un registro de la experiencia de la muerte y mantener estos rituales lo más posible alejados, nos provocan la ilusión de inmunidad ante ella, sólo cuando la muerte de alguno de nuestros seres queridos, la enfermedad o alguna amenaza de la naturaleza nos recuerdan que somos humanos y lo que nos sostiene en la vida también forma parte del orden natural de lo transitorio. Para este autor existen tres recordatorios de nuestra condición: el cuerpo propio que tiene una caducidad y esta expuesto a la enfermedad, las violentas reacciones de la naturaleza que forman parte de su orden y la complejidad de nuestra vida anímica que constantemente choca con los ideales culturales que aspiran muchas veces hacia la desmentida de lo que somos en pro de una “evolución.” Podría pensarse que el avance tan rápido de lo tecnológico nos promueve el pensamiento de poder parecernos a las máquinas o a los dioses caracterizados por la omnipotencia, inmortalidad, omnisapiecia, y omnipresencia.


En estos momentos nos encontramos de frente ante el reordenamiento de tales formas en las que hemos vivido automáticamente sin sentarnos a cuestionarlas de manera profunda. Lo primero es que nuestro cuerpo puede enfermar y el poco poder que tenemos ante lo que amenaza nuestra vida y tranquilidad y la de nuestros seres queridos. Esto puede promover angustias sobre la caída de nuestras creencias cotidianas de nuestra invulnerabilidad y nos devuelven nuestras vestiduras humanas que necesitan de grandes cantidades de reflexión, modestia y humildad para intentar conservarnos lo mejor que se pueda. Si bien es importantísimo luchar por la individualidad esto no excluye al cuidado del otro. Estos encuentros con los otros nos proveen de posibilidades para constituir nuestra propia existencia y dotarla de experiencia y continua reinvención puesto que lo que nos queda claro con estas vivencias actuales es que la única constante es el cambio. También es importante recordar que sin los otros no podemos tener una existencia dichosa, sin el otro al igual que sin el alimento no sobrevivimos, es importante cuidar lo individual puesto que esto apunta hacia los demás. Así que no queda más que hacer lo propio asumiendo que esto pueda tener un impacto más allá de uno. Y ¿Qué es lo propio? Aquí entran los recursos creativos que cada persona se imponga como calmantes de sus angustias, dice Freud (1930) que existen poderosos calmantes que nos ayudan a soportar las adversidades de la vida: “… poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de esto es indispensable.” (Freud, 1930, 75.)


Además del diálogo en un espacio terapéutico con alguien donde podamos intercambiar palabras que nos produzcan calma o reflexión. Opto por sugerir las satisfacciones sustitutivas que provee el arte, que al ser producto de la creación humana son lugares de encuentro con algo de lo que nos conmueve profundamente en nosotros a partir de una pieza musical, un escrito, pintura, una película, etc. Eso que la imagen que otro plasma mira de mí mismo y me permite crearme un lugar en donde sea posible reinventarme en el mundo. Habrá personas que se vuelvan a la ciencia, o a la religión que también promueven la ilusión y nos reducen las angustias. Con ello quiero defender el término ilusión como algo con tanta fuerza que nos empuja hacia la vida y que proviene del deseo #humano.
















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Primeramente es importante aclarar que el sentir miedo, ansiedad y desesperación es normal durante estos tiempos, ante la pandemia del COVID-19, nos llenamos de sensaciones entre tanta información que nos llega de diferentes lugar, con mensajes confusos e incertidumbre, incluso cuando nos damos cuenta que en realidad las cifras de sobrevivientes es alta y la tasa de mortalidad es baja.

Esta información que nos llega de todos lados, nos inunda con sentimientos que parecen, en ocasiones, incontrolables y nos damos cuenta que a pesar de tener información concreta y no ser parte de la población de riesgo tenemos miedo a que nos pase algo a nosotros o a algún familiar que sí se encuentre en riesgo, y además este miedo nos hace pensar en que cualquier otra persona puede presentar un riesgo para la salud, estamos alertas de que nadie se nos acerque en el super, en nuestro trabajo, o en lugar con desconocidos, no podemos utilizar medios de transporte públicos o salir sin sentir ese pensamiento detrás de nuestra cabeza que dice "ten miedo", "los demás son un peligro para mi salud", siendo esto un alejamiento tanto físico como emocional de las demás personas, con lo que termina por hacernos sentir más miedo, tristeza, desesperación, soledad, entre otras emociones.

Las recomendaciones más básicas de las autoridades son:


  • Lavarse las manos con agua y jabón durante 20-40 segundos

  • Utilizar gel antibacterial que contenga como mínimo 70% de alcohol

  • Distanciarnos socialmente para evitar contagios (Si estamos en un lugar con personas, tomar distancia al menos entre 1 y 1.5 metros)

  • Toser o estornudar en la parte interna de nuestro codo

  • Evitar tocarnos la cara



Algunas cosas que puedes hacer para cuidar tu salud emocional son:

  • Pregúntate que tanto puedes hacer tú. Qué tanto daño realmente puede pasar y enfócate en las cosas que puedes controlar.

  • Enfrenta tus miedos. Reconoce tus emociones y hazte saber qué tanto de tus comportamientos, están siendo controladas por estas.

  • Acepta la incertidumbre. Toma cada momento como viene, y acata las recomendaciones, en lugar de preocuparte por lo que podría pasar.

  • Mantener una rutina. Trata de determinar las actividades que tienes que realizar durante el día, e incluye tiempo para ti.

Algunas de estas recomendaciones pueden ser útiles para algunas personas; sin embargo, otras viven en situaciones en las cuales necesitan un desahogo emocional por la situación que esta ocurriendo en torno al COVID-19, así como las dificultades que puedan presentarse en su vida laboral, de pareja, familiar, escolar, entre otras, y en conjunto con el distanciamiento social, pueden tener mayores repercusiones que beneficios, además de sentir miedo y ansiedad, pueden presentarse otras emociones y/o cuestiones de salud mental como depresión. Acercarte a buscar ayuda de un profesional puede ser buena idea si presentas algunas de estos síntomas. Hablar con un profesional te podría ayudar a sentir que tienes un espacio seguro para pensar y procesar tus emociones, con calma y sin sentir este flujo de información constante de información negativa, un espacio para tomar un respiro y entender cómo te sientes y de que manera la situación te esta afectando, así como entender la manera en que reaccionas a las diversas fuentes estresantes.

Las medidas de seguridad nos ayudan a proteger nuestra salud física, sin embargo, también es importante cuidar nuestra salud mental, no solamente para cuidarnos a nosotros mismos, sino a los demás. Y recuerda siempre cuestionar la información que pueda llegar a nuestras manos, saber diferenciar entre lo que es verdadero y lo que no lo es, y pensar antes de divulgar dicha información.




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Tener contacto con imágenes, comentarios que menosprecian o nos agreden puede generar angustia y ansiedad.
Autocuidado en redes sociales

En días recientes las redes sociales se llenaron de noticias y opiniones diferentes acerca de la violencia en la que vivimos las mujeres día a día, hubo días en particular en los que la cantidad de contenido resultaba abrumante, generando diversas reacciones y sensaciones dentro de las consumidoras de estos contenidos. Escuché a alguna compañera comentar que debido a la intensidad de las noticias y a los comentarios de odio en Facebook, decidió desactivar su cuenta para poder parar la sensación de angustia que le provocaban; otra mujer me compartió que le resultaba difícil poder dejar a un lado lo leído en redes y continuar con sus actividades en el trabajo, ganándole la sensación de llanto, incluso a bordo del transporte público. Así como ellas, probablemente tú habrás escuchado a muchas más con relatos similares, en donde las emociones de angustia y ansiedad se salen de control e impiden hacerle frente a la adversidad en la que nos encontramos socialmente. Es por ello que comparto cuatro puntos para el autocuidado en redes sociales que te podrían resultar de utilidad.

1.- Conoce las sensaciones de tu cuerpo:

Te encuentras en facebook scrolleando, visualizas publicación tras publicación, algunas con fotografías sensibles, otras con historias dolorosas y comienzas a sentir algo distinto en ti que va incrementando conforme continúas leyendo, es momento de reconocer la sensación que comienza a transitar por tu cuerpo y preguntarte ¿qué es lo que siento? ¿será ansiedad, angustia, enojo, tristeza o todas juntas? ¿en qué parte de mi cuerpo la siento? ¿a partir de qué momento es que comencé a sentirme así? Conocer las sensaciones de tu cuerpo te ayudará a poner límites y a saber cuándo es necesario hacer un alto en lo que estás consumiendo para protegerte.

2.- Aprende a hacer uso de las redes sociales:


Las redes sociales pueden contener información agresiva o falsa, tengamos cuidado a quienes seguimos o tenemos en redes sociales.
Cuidado con quién tienes o sigues en redes sociales.

Instagram, Facebook, Twitter y todas las otras redes sociales son excelentes herramientas de comunicación, nos ayudan a conectar con información y con personas de cualquier parte del mundo. Sin embargo, es importante saber qué uso le quieres dar a tus redes. Si las usas para informarte ¿qué criterios tomas en cuenta para elegir a los medios de comunicación que sigues? Procura medios imparciales y objetivos e identifica los que son sensacionalistas y que emplean titulares catastróficos, información tendenciosa o fotografías amarillistas.

Desarrollamos una tendencia de utilizar el celular como medio informativo y consumir contenido exprés para que en cuestión de un par de minutos estemos informados acerca de cualquier hecho que nos llame la atención. Vale la pena invertir algunos minutos más para consultar diversas fuentes, comparar la información y así quedar completamente informados. De igual forma, es necesario ser responsable con el contenido que compartes, comprobando la veracidad de la información para evitar difundir noticias falsas que puedan alarmar a otras personas.

3.- Depura tus contactos:

Todos tenemos ese conocido en alguna red social, que por diferentes circunstancias mantenemos dentro de nuestros contactos a pesar de tener diferentes puntos de vista. Ya sea por conservar una relación académica o laboral o porque es una persona que apreciamos y le tenemos estima. Además, puede llegar a ser interesante escuchar otras perspectivas, estar abiertos a tomar en consideración lo que otros tienen por comunicar y llegar a adoptar nuevos pensamientos en relación a lo que escuchamos o leemos.

En algunas ocasiones, no es sólo no compartir opinión con esas personas, sino que, el contenido de sus publicaciones llega a genera malestar por promover comentarios de odio, vulnerar a cierto grupo minoritario o demostrar poca empatía con distintos movimientos sociales. Es en esos casos cuando debemos considerar valorar la relación con esa persona, para decidir tomar límites o aplicar medidas que restrinjan el contenido de lo que publican, como puede ser “dejar de seguir” en Facebook o “silenciar” en Twitter, ambas medidas en las cuales el contacto continúa dentro de nuestra red, pero su contenido no llega a nuestro cronograma de noticias.

4.- Encuentra otros espacios seguros:

Por último, cabría preguntarnos ¿de qué manera estas emociones podrían impulsarnos a tener más acción al respecto? Las redes sociales son una buena plataforma de comunicación y organización, no obstante, es indispensable encontrar otros espacios para identificar, expresar y compartir las sensaciones que experimentamos. Reconocer que el manejo de mis emociones me está causando conflicto en distintos aspectos de mi vida, es un motivo para iniciar con un proceso psicoterapéutico. De esta forma en compañía de un terapeuta, podrías encontrar qué hacer con la información que recibe tu mente y la forma de manejarla manteniendo la calma.

Otra forma de tomar acciones puede ser integrarse a algún grupo feminista y/o colaborar con este movimiento. Acercarte a conocer a otras personas que empatizan y les mueven causas similares, te puede ayudar a disipar la angustia para transformarla en activismo.

Recuerda ser consciente de tus sensaciones al estar en línea, pues al estar conectados no nos desconectamos de nuestros sentimientos y lo virtual puede alcanzar a lo real si lo permites. Las redes sociales pueden ser similares a la forma en que nos relacionamos con los demás, en el sentido de que no dejas entrar a tu vida a personas que te puedan dañar y pueden ser tan reconfortantes y de apoyo como tú decidas hacerlo.


Psicologa infantil en guadalajara jalisco

Autor: Psic. Estefanía Hernández

Psicóloga de niños, adolescentes y adultos


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