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Artículos sobre Ayuda Psicológica



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¿Qué pasa cuando uno de los padres se desentiende de los hijos?

El divorcio es la acción de disolver el vínculo matrimonial a través del ámbito legal, sin embargo, para la psicología representa un duelo, debido a que implica el proceso de sufrimiento emocional luego de la ruptura de una relación de pareja. Este tipo de eventos no solo suelen ser complicados para quienes tenían el vínculo como cónyuges, sino que son también un proceso difícil para todos los integrantes de la familia. 


En este punto, me parece importante aclarar que, aunque se utiliza la palabra #divorcio, este impacto emocional aparece independientemente de que la pareja que se separa haya decidido o no, contraer matrimonio durante su vida juntos, así como en los #hijos que procrearon. Es necesario reconocer que en muchas situaciones el #divorcio o la separación pueda ser la opción más viable para contribuir a cuidar la integridad física y/o emocional de los integrantes de la familia, por lo que la intención del escrito no es juzgar ésta decisión ya que incluso, las ideas asociadas a que la pareja permaneció junta por no causar un daño emocional, pueden propiciar lo mismo que un divorcio, más bien, lo que se pretende es reflexionar sobre los aspectos que pueden incrementar el impacto en los #hijos o, por el contrario, mitigarlo cuando se determina esto.


Estos aspectos de los que hablamos están relacionados en gran medida a la forma en que los #padres manejan la situación, por tanto, es primordial recurrir a tratar de abordarla con la mayor madurez que sea posible, reconociendo inicialmente que el rol y la responsabilidad como padre o madre permanece ante esta decisión y que es posible e incluso favorecedor seguir trabajando en conjunto para ayudar a que las repercusiones ante la separación sean menores. 


¿Qué pasa cuando uno de los padres se desentiende de los hijos?, es común la presencia de tristeza, también puede haber una imagen ambivalente hacia la figura parental que no está, por una parte, añoranza, pero también enojo y ello, incidir en sus relaciones futuras, sin embargo, también en lo inmediato es posible que el progenitor activo en su función pueda tener sensaciones de culpa y buscar resarcir a través de una sobreprotección, con excesivo cuidado y compensando materialmente a fin de que cubrir carencias afectivas, no obstante, por el contrario pudiera haber una figura intolerante ante el cansancio de estar cubriendo individualmente la responsabilidad. 


Otro aspecto importante es tener comunicación con los #hijos cuando ya se tiene establecida firmemente la decisión a fin de darla a conocer, explicarles el hecho de que representará cambios en la dinámica familiar que habían tenido hasta el momento y que requerirá de cierto esfuerzo de todos para alcanzar su adaptación, sin embargo, cuidar la información que se proporciona es primordial pues se debe saber hasta dónde están listos para escuchar, lo cual seguramente no incluye lo que sucedió entre sus padres adultos pues los hijos infantes o adolescentes carecen de la madurez emocional que evite el que se involucre y genere alianzas con algún progenitor a través de la sensación de injusticia, malestar, molestia e incluso, rechazo hacia la otra figura parental y aunque no se esté fomentando que se comuniquen mentiras, tener precaución en lo que se pueda decir es importante, así como en las posibles conversaciones o discusiones que lleguen a existir frente a ellos o cerca. 


Dicho comportamiento en un adulto puede ser difícil cuando se está atravesando por un período complicado en su vida que le está involucrando dolor, tristeza, enojo y otras emociones, pero trabajarlo individualmente a través del apoyo de una #psicoterapia puede beneficiar enormemente la forma en cómo se maneja ante los hijos ya que estos en muchos momentos llegan a tener dudas, tristeza, ansiedad, confusión, culpa y enojo y ello contribuir a que como adultos se actúe en función a esto y seguir perjudicando las relaciones que se tienen con estos. Por tanto, tener apoyo a nivel familiar resulta una opción viable ya que ayudaría a los padres con la forma en que se requieren ir abordando las temáticas, pero también podría beneficiar a los hijos para el acompañamiento y transitar este episodio de mejor manera. 


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Lic. Carolina Villarreal

Psicóloga clínica


 
 
 

Vivimos en un mundo en constante cambio, con avances tecnológicos, nuevas formas de comunicarnos y retos que no siempre sabemos cómo enfrentar. Uno de ellos, tristemente persistente, es el bullying infantil. Aunque se hable cada vez más del tema, muchas veces no sabemos qué hacer cuando sucede cerca de nosotros: en casa, en la escuela o incluso entre nuestros seres más queridos.


El bullying infantil, también llamado acoso escolar, va mucho más allá de una simple "pelea entre niños". Es una forma de violencia emocional, verbal, física o incluso digital, que puede marcar la vida de una niña o un niño si no se detecta a tiempo. Y lo más delicado: suele suceder a escondidas, en silencio, sin que los adultos nos demos cuenta… hasta que ya ha dejado huella.


¿Qué es el bullying infantil?

Llamamos bullying infantil al acoso sistemático y repetido que un niño o niña ejerce sobre otro con la intención de hacerle daño. Este acoso puede adoptar múltiples formas: empujones, insultos, exclusión, burlas o incluso compartir fotos vergonzosas en redes sociales.


La intención siempre es la misma: ejercer poder, humillar o controlar a la víctima. Y, contrario a lo que muchas veces se cree, este comportamiento no es parte normal de la infancia. No es algo que "se les va a pasar". Es violencia. Y como tal, necesita atención.


El bullying puede ocurrir en la escuela, en el trayecto a casa, en actividades extracurriculares e incluso de manera virtual. De hecho, el cyberbullying es cada vez más común y puede ser igual o incluso más destructivo que el acoso cara a cara.



Niña sentada con mochila rosa, cabeza baja, al fondo niños señalándola. Ambiente escolar, tono triste. Texto: Asociación Libre.
El bullying infantil es una forma de violencia emocional, verbal, física o incluso digital, que puede marcar la vida de una niña o un niño si no se detecta a tiempo.


¿Cómo saber si mi hijo está viviendo bullying?

Aquí es donde la intuición, la observación y el diálogo familiar juegan un papel clave. A veces nuestros hijos no nos lo van a contar directamente. Ya sea por miedo, por vergüenza o porque no saben cómo ponerlo en palabras. Pero el cuerpo y el comportamiento hablan, incluso cuando ellos no lo hacen.

Estas son algunas señales de alerta que puedes observar:


  • Cambios repentinos de humor o irritabilidad constante

  • Evita ir a la escuela o finge estar enfermo

  • Pérdida o daño frecuente de sus pertenencias

  • Aislamiento, se aleja de sus amigos o deja de tenerlos

  • Bajo rendimiento escolar sin una causa aparente

  • Pesadillas o dificultades para dormir

  • Llanto sin motivo claro o silencios prolongados

  • Lesiones físicas que no sabe explicar


Si notas una o varias de estas señales, es momento de detenernos, observar y sobre todo, escuchar sin juzgar.


¿Cuáles son los tipos de bullying infantil?

Entender los distintos tipos de bullying nos ayuda a identificar mejor lo que podría estar viviendo un niño o niña:


Bullying físico

Es el más visible. Incluye empujones, golpes, patadas, tirar cosas o robar pertenencias. No siempre deja moretones, pero sí deja cicatrices emocionales.


Bullying verbal

Se da mediante insultos, apodos crueles, burlas, amenazas o frases que hieren la autoestima del niño. Puede parecer “solo palabras”, pero es profundamente dañino.


Bullying psicológico o emocional

Este es más sutil, pero igual de destructivo. Implica manipulación, exclusión, chantajes o amenazas emocionales. Es cuando se le hace sentir a un niño que "no vale" o que no es parte del grupo.


Bullying social

Implica marginar deliberadamente al niño o niña. No invitarlo, hacerle vacío, fomentar rumores o sabotear sus amistades. Suele pasar desapercibido, pero deteriora la confianza en uno mismo.


Cyberbullying

Aquí el acoso se traslada a pantallas: redes sociales, grupos de WhatsApp, videojuegos en línea. Desde burlas públicas hasta compartir fotos sin permiso o difundir rumores digitales. El impacto puede durar 24/7, sin escapatoria.


¿Cómo hablar del bullying infantil con nuestros hijos?

A veces pensamos que lo mejor es evitar el tema para "no meterles ideas", pero lo cierto es que hablar del bullying es una forma de prevenirlo. Educar es proteger.


Aquí algunas ideas para abordar el tema:


  • Escucha sin interrumpir. No minimices lo que te cuenta.

  • Usa historias, películas o ejemplos sencillos para ilustrar qué es el acoso.

  • Refuerza que no está solo y que siempre puede contar contigo.

  • Ayúdale a ponerle nombre a lo que siente: miedo, tristeza, frustración.

  • Explícale la diferencia entre un conflicto normal y una situación de violencia repetida.

  • Refuérzale que nadie merece ser maltratado y que pedir ayuda no es delatar: es cuidarse.


La confianza no se construye en una sola conversación. Es el resultado de escuchar, estar presente y validar sus emociones día tras día.


¿Qué podemos hacer si descubrimos que nuestro hijo sufre bullying?

Primero, respira. Luego actúa. Lo más importante es que tu hijo o hija sepa que no está solo y que tú lo vas a acompañar.


Estas son algunas acciones concretas que puedes tomar:


  • Busca una reunión con el personal escolar para informar la situación. Pide que se activen los protocolos de convivencia.

  • Documenta con fechas y detalles todo lo que suceda.

  • Evita confrontar directamente al agresor o a sus familias sin acompañamiento escolar o profesional.

  • Ayuda a tu hijo a recuperar su autoestima con actividades que lo fortalezcan emocionalmente (deporte, arte, terapia).

  • Supervisa el uso de sus dispositivos y redes sociales sin invadir, pero sí con límites claros.

  • Contacta con un profesional de la salud mental para que tu hijo pueda recibir atención psicológica.


Recuerda: no estás sola o solo. Hay redes de apoyo, especialistas y escuelas comprometidas que pueden acompañarte.


¿Por qué es tan importante el apoyo psicológico?

El bullying infantil deja heridas profundas que a veces no se ven. Las consecuencias pueden ser duraderas si no se atienden:


  • Inseguridad crónica

  • Ansiedad y miedos recurrentes

  • Problemas para establecer relaciones en la adolescencia y adultez

  • Depresión y sentimientos de vacío

  • En casos graves, ideación suicida


Por eso la terapia infantil es tan valiosa. Porque le da al niño un espacio seguro para procesar lo que vive, lo que siente, y empezar a reconstruir su mundo emocional con herramientas y acompañamiento.


Terapia: un espacio para sanar, crecer y recuperar la confianza

La psicoterapia no es solo para casos extremos. Es una forma de prevención, contención y crecimiento emocional. Entre los beneficios que puede ofrecer se encuentran:


  • Fortalecer la autoestima y la confianza personal

  • Desarrollar habilidades sociales y comunicativas

  • Procesar traumas y emociones dolorosas

  • Aprender a poner límites y reconocer el valor propio

  • Recuperar el sentido de pertenencia y conexión


Y, quizá lo más importante: le enseña a nuestros hijos que no están solos. Que siempre pueden pedir ayuda. Que su voz importa.


No normalices el acoso: rompe el silencio y busca ayuda

A veces, sin querer, minimizamos lo que viven nuestros hijos pensando que “así es la escuela”, “todos pasamos por eso” o “se están formando carácter”. Pero la verdad es que ningún niño debería pasar por eso. Y mucho menos sentirse solo o sin herramientas para enfrentarlo.


Hablemos del bullying con honestidad. Pongámosle nombre. Ofrezcamos contención y, cuando sea necesario, apoyo profesional. Porque prevenir el bullying también es cuidar la salud mental. Y hacerlo a tiempo puede cambiar una vida.


Si sospechas que tu hijo está atravesando por una situación de bullying o simplemente quieres fortalecer su bienestar emocional, agenda una cita con uno de nuestros psicólogos infantiles aquí:👉 https://wa.me/5213318146080

 
 
 
  • 7 mar 2024
  • 3 Min. de lectura


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Exigencia excesiva genera inseguridad

¿Sientes que no vales para nada?, ¿No te sientes capaz de hacer las cosas? ¿Crees que no eres tan bueno en nada? Sigue leyendo, este artículo es para ti o para que lo recomiendes. 


 

La sensación de #insuficiencia o pensar que se es poco valiosx, no necesariamente es real, tiene que ver con lo que hemos aprendido de nuestro entorno que ha ido reforzando una interpretación muy estricta de nosotros mismos. Lo que se necesita en la infancia es sentirse amadx y se hará de todo para que así sea, muchas veces, por no decir la mayoría, sentiremos que no “alcanzamos” los estándares de nuestros padres. 


  El ser exigentes con nosotros mismos, pensar “tengo que ser más y mejor”, hace que reforcemos el sentirnos #insuficientes, dado que se cree que así se obtendrá la admiración y al fin te sentirás completo. 


  Es muy común que en algún punto de nuestras vidas nos haya pasado por la mente el pensamiento de “no soy suficiente”. Recuerda cuando te sentiste menos que alguien porque tenía más habilidad y/o práctica en alguna actividad, esa sensación de inferioridad. También cuando llegaste a sentir que hicieras lo que hicieras no serías la o el hijx que tus papás querían. Se suele tener dificultad para hacer un análisis en grises y se llega a polos opuestos, donde sólo se tienen dos opciones: lo hice bien o lo hice mal. 

  

  


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Depresión y ansiedad ante crítica excesiva

Cuando uno siente que no es #suficiente busca formas de serlo, pero usualmente son equivocadas. Por ejemplo: intentar solucionar los problemas de los demás, cuidar para que te quieran, hacer felices a todos o buscar la utilidad para que te reconozcan. El problema con esto, es que realmente no no te hace quitar ese sentimiento de insuficiencia, aparte, como dependen de alguien más, no te hará sentir completo, ya que eso se encuentra en uno mismo. 


  El creer que no eres #suficiente está relacionado con el autoconcepto, puesto que refleja la percepción de nosotros mismos. Éste se va construyendo desde la infancia, a través de lo que vivimos. 

 

  Te comparto algunas recomendaciones a tener en cuenta para dejar de sentirte insuficiente


  • Deja de compararte.  La vida no es una competición con los demás. Todos tenemos diferentes capacidades, encuentra las tuyas. 

  • Tienes un gran valor. El creértelo y saber que así es te ayudará a que tu autoconcepto cambie y por lo tanto también tus conductas y pensamientos. Podrás aceptar que eres único, exactamente igual que los demás. 

  • Flexibilidad. Muchas veces el sentir que no somos #suficientes parte de la creencia de que si algo no sale perfecto se es un fracaso. Cuando no logras algo, no es sinónimo de fracasar, significa que tiene que ser de otra manera.        

  • Aceptación en lo que no te gusta de ti. Los clásicos “defectos” o como me gusta llamarlas “áreas de oportunidad” son parte de cualquier ser humano. Es importante aprender a convivir con ellas y poder irlas modificando cuando sea el caso. Comprender que éstas no te hacen menos que nadie. 

  • Busca ayuda profesional. Siempre estarán las psicólogas y psicólogos para que te pueda brindar ayuda al respecto.                       


  Recuerda que eres totalmente suficiente, basta con que seas sólo tú, no necesitas cumplir las expectativas de otros. Háztelo saber siempre que lo requieras. 



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Psicóloga Itzel Trejo

Psicóloga de niños, adolescentes, adultos y parejas

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara

 
 
 
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