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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 23 dic 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 7 mar 2023


Una mujer en psicoterapia.
¿Cuándo termina un tratamiento? Esto puede variar, siendo importante evaluar si los objetivos terapéuticos fueron alcanzados.

Acudir al psicólogo es una de las tantas maneras de cuidarnos y procurarnos, tener un espacio para ti y tus necesidades, en donde el terapeuta acompaña en este descubrimiento para tratar de buscar vías para transformar nuestro mundo interno.


Inicialmente, al comenzar un tratamiento psicológico, muchos de los pacientes llegan con metas establecidas o aspectos que les parecen importantes y que fueron detonantes en su elección de asistir; todos con el objetivo de que esto ya no ocurra o darle un sentido a lo que está pasando.


Las primeras entrevistas sirven para conocer aspectos de diferentes áreas del paciente, muchas veces; algunos terapeutas optan por establecer metas, marcar objetivos o en dado caso señalar aspectos relevantes y que consideren pudieran ser las primeras cosas en las que habría que trabajarse. Este camino suele ser toda una experiencia nueva para el paciente y conforme se avance el tratamiento se irán desanudando diversos aspectos y dando claridad al paciente.


Sin embargo, llega un momento después de todo tratamiento en donde el paciente y el terapeuta alcanzan a visualizar cambios notables y disminución en sus síntomas; algunas veces, los pacientes pudieran cuestionarse: “¿Cuándo termina esto?” Y, aunque, como bien dicen, la respuesta varía de caso en caso, es importante contemplar que todos los objetivos terapéuticos van orientados a un desarrollo óptimo de herramientas para enfrentar las situaciones del afuera, es por ello, que cuando se comienza a visualizar mejores recursos, tanto el paciente como el terapeuta pudieran ir hablando sobre el tema del cierre.


dos personas dándose una despedida.
Sea cual sea el motivo por el que se haya pensado el finalizar o pausar un tratamiento, es importante darlo a conocer en la sesión, despejar dudas o explorar las diversas posibilidades para continuar con él, si así se desea.

Por otra parte, pensar en las finalizaciones de tratamiento suelen ser vistas como una victoria tanto para el paciente como para el terapeuta. Y, aunque muy pocas veces se aborde sobre ellas, es importante pensar que todo paciente que llega a consulta, espera disminuir su sintomatología y tener una mejora notable. Es importante mencionar que seguiremos siendo nosotros mismos, solo que, con una visión, escucha y herramientas distintas para afrontar los diferentes escenarios.



No obstante, muchas veces, hay finalizaciones prematuras causadas por condiciones relacionadas con el paciente, el terapeuta o ambientales. Estas finalizaciones pueden estar vinculadas con cambios de domicilio, posibilidades económicas, motivos institucionales o resistencias propias al tratamiento. Es por ello que es importante mencionarlo como un elemento más dentro del tratamiento, ya que algunas veces puede estar relacionado con otros elementos que se ponen en juego en la sesión; como lo es, la resistencia propia de continuar con el proceso.


Finalmente, sea cual sea el motivo por el que se haya pensado el finalizar o pausar un tratamiento, es importante darlo a conocer en la sesión, despejar dudas o explorar las diversas posibilidades para continuar con él, si así se desea. Recuerda que, en todos los casos, el terapeuta está para poder trabajar en las dificultades que tengamos y que todas las inquietudes pueden ponerse sobre la mesa para un mejor avance en tu tratamiento.



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Lic. Cynthia González

Psicóloga clínica

 
 
 

Actualizado: 2 feb 2022



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¿Qué caracteriza lo traumático? Desde sus primeras experiencias clínicas frente a los casos de histeria, #Freud intuía la presencia (y grado de importancia) de lo traumático en la gestación, evolución y resolución de la neurosis. En Estudios sobre la histeria lo ubica en el terreno de la materialidad fáctica, es decir, el trauma siempre era Real, siempre de índole sexual, siempre seducciones y abusos, pero ¿Qué ocurría cuando no? ¿Qué pasaba cuando no había un trauma Real en la historia clínica del paciente? Es así que Freud mueve la operatividad del #trauma del orden de lo factico material al orden de lo simbólico material, uno de los grandes descubrimientos de Freud (que posteriormente lo llevaría a formular teóricamente el Edipo) fue que el trauma se puede imaginar.

#Deluze no se equivoca, siguiendo a #Lacan, al mencionar que lo característico del fantasma es su función encubridora de la nada. Esa nada de donde emerge lo traumático para condicionar la constitución de un sujeto. Nos dice claramente que el estatus imaginario del trauma no lo vuelve menos traumático, y por tanto sus consecuencias no serán menos reales.

En la vida (y por consecuencia, en la clínica también) pocas cosas tienen un estatus traumático tal como lo son los inicios y los finales.

Si nos dejáramos guiar por la asociación simplista de sentido, diríamos que hay una relación clara a modo de metáfora del nacimiento y la muerte. No me opongo a esta lectura, pero me parece que contiene en sí misma una función encubridora de lo que en la práctica nos encontramos frente a los inicios y los finales, algo inenarrable sobre ello.

¿Qué se encubre? La ausencia de significante, en términos concretos, de lo que al sujeto le significa su nacimiento y su muerte. Con esto quiero decir que en el “inicio” y el “fin” de la historia personal del sujeto no hay significante que pueda ser nombrado, sea por el sujeto mismo o por los otros. Esto nos daría indicios de su carácter traumático en el terreno de lo material factico, pero ¿Y lo material simbólico?

Allí encontraremos que lo traumático no tiene que ver con el acontecimiento/objeto en sí (con lo factico), sino con la reminiscencia de lo que aconteció/estuvo en algún momento. Con esto, lo auténtico traumático es lo que sucedió, lo que retorna, no lo que sucede.

¿Hacia dónde se retorna? ¿Hacia su inicio o hacia su fin? Me parece que para comprender esta contradicción sobredeterminada habría que voltear al regreso de Steve de Las Pistas de Blue y Evangelion 3.0 + 1.0 Thrice upon a time.

Curioso me pareció que el video de Steve se viralizará como lo hizo. Steve, siendo el personaje de un programa infantil educativo, logro apaciguar la angustia encarnada en los cuerpos de la población que ronda de entre los 20 y 30 años, con un mensaje cuyo contenido no es menos que precario. Un simple “sigue adelante, no te rindas” conmovió a los y las de mi generación de una forma profunda, y solo me queda preguntarme ¿Por qué?

Lo mismo me sucedió a mi particularmente viendo Evangelion 3.0 + 1.0 Thrice upon a time, la misma sensación que me surgió al ver el video de Steve, una especie de euforia grotesca que pronto devino en tristeza nostálgica, de nueva cuenta ¿Por qué?

Me parece que este sentir se relaciona íntimamente con esta contradicción sobredeterminada del inicio y el fin.

Steve se fue de Las Pistas de Blue y no regreso jamás. En la serie (desconozco si en la realidad) dejo a cargo del programa a “su primo” mientras se iba a la universidad. Pocas series sobreviven a un cambio de protagónico tan radical como lo fue este. Sin embargo, la popularidad es irrelevante, lo que se juega en el mensaje de Steve no es su partida del programa, es su retorno y su semblante; Steve ha dejado de ser Steve, así como nosotros y nosotras hemos dejado de ser niños y niñas. El retorno de Steve nos juega a modo de espejo nuestro propio retorno a la infancia, más allá de eso, nuestro retorno propio de la infancia a nuestra adultez. En un triple movimiento Steve nos regresa a nuestros días de Las Pistas de Blue para ver desde allí nuestra condición actual y regresarnos de vuelta con algo inacabado, algo que no se puede elaborar. Curioso que la función principal del video haya sido ponerle fin a la historia de Steve y que lo que haya causado haya sido darle continuación.

Me recuerda mucho a esta idea errónea de la psicología hegemónica sobre como cerrar ciclos trae paz y bienestar, cuando en la práctica pareciera que trae tristeza y angustia.

Steve nos interpela en un discurso que bajo otras condiciones no sería efectivo, no evocaría ningún afecto. Me parece que la razón por la que es efectivo es porque a esas alturas Steve ya no habla desde un nombre propio, está haciendo semblante del Gran Otro. Hablar sobre universidad, préstamos estudiantiles, facturas, “cosas de la vida adulta” es lo que coloca a Steve como un semblante ajeno de lo vivido en carne propia por la generación de entre los 20 y 30 años. Esta experiencia ominosa de lo adulto que retorna desde la infancia es lo mismo que sucede en Evangelion.

Shinji tardo 26 años (lo mismos años que tengo yo) en hacer “las cosas bien”, en elegir correctamente al final del tercer impacto. Shinji rechaza la libertad y la instrumentalización humana en favor de estar vivo, de que todos y todas estén vivos. Lo que nunca pensé ver, al final Shinji no está solo y miserable.

Evangelion termina donde comenzó. Uno no reconoce a Shinji (como al inicio del anime) porque ha dejado de serlo. Curiosamente, parece que el mensaje de Steve también puede aplicar a la historia de Shinji.


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Con esto me gustaría plantear que el movimiento dialectico del inicio y fin puede observase formalizado a modo de interpretación. Ver el video de Steve (y la última película de Evangelion a titulo personal) tuvo una función de interpretación en la subjetividad de los de mi generación.

Freud nos distingue claramente entre interpretación y construcción, una sirviendo aisladamente y otra a modo de conjunto. La construcción se forma a partir de varias interpretaciones previas del contenido que el paciente trae a sesión. Sin embargo, y siguiendo el texto de Freud de Construcciones en análisis, la diferencia entre una y otra es su operatividad y determinación. La construcción se presenta a modo de relato “rescatado” de aquello que el paciente habla en su discurso y parece no darse cuenta; Freud equipara el trabajo de construcción en análisis con el de un arqueólogo que se encarga de rescatar aquello olvidado. Bajo este sentido, las construcciones se le presentan al paciente a modo “especulativo”, abierto al juicio del paciente, quien en última instancia dará el visto bueno o malo de lo “rescatado” por el analista.

En contraposición la interpretación por su condición aislada, solo se emplea a un elemento que en transferencia (y contratransferencia, claro está) adquiere una relevancia abrumadora. Mientras la construcción espera ser afirmada o desestimada, la interpretación ejerce un movimiento inconsciente casi de inmediato. Recordemos que Lacan nos dice que la función del lenguaje no es informar (construcción), sino evocar (interpretación).

Lo anterior es importante, porque habrá que admitir que mientras la construcción nos habla de un ejercicio de reflexión del sujeto, la interpretación nos habla de una movilización del sujeto, algo que lo descoloca en las coordenadas de su deseo y posibilita el acto.

Quienes hacemos clínica, sabremos que mayoritariamente trabajaremos en el nivel de la construcción, alentando al paciente a la reflexión de su historia personal, y que pocas veces habrá lugar para una interpretación. Por eso mismo es problemático escuchar colegas que hablan todo el tiempo de interpretación en la clínica, como si en todo el acto analítico se jugara un sentido último, oculto. Esta tendencia de pensamiento llega a la peligrosa dimensión de la sobreinterpretación, en el que el espacio clínico adquiere un ambiente protopsicótico donde todo tiene un sentido oculto que necesita ser descubierto, al grado de ser persecutorio.

Justo la operatividad de la interpretación viene de que es una suspensión simbólica (del sentido), no se transmite de un yo a un yo (como en la construcción), sino de inconsciente a inconsciente. Hay actos, gestos, palabras que fungen como interpretaciones en sesión. Recordemos las anécdotas de la propia Dolto que decía con orgullo no saber que había hecho para dar resolución a los síntomas de sus pacientes infantiles. Algo del acto es lo que se juega en la interpretación, algo que queda inconsciente, sin un inicio y sin un fin.



Atención psicológica a adolescentes y adultos

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara

 
 
 
  • 11 nov 2021
  • 3 Min. de lectura

La terapia de pareja consiste en orientar a la pareja a escucharse y encontrar la fuente del conflicto para que, con los recursos que han construido su relación, puedan tomar la decisión que les ayude a sentirse más cómodos.

Estar en una relación de pareja es formar un vínculo de amor con otra persona, construir una relación en base a las experiencias e ideales de la pareja, cada una tan distinta a la otra. El amor y las relaciones son una parte importante en la vida de una persona; siendo el amor uno de los pilares para la vida de cualquier ser humano (pensándolo que incluso siendo bebés necesitamos el amor de nuestra madre o de nuestro entorno para crecer), al crecer buscamos a una persona con la cual compartir la vida; el hecho de amar o ser amado.


Por un lado, el estar con alguien más, nos transita a experiencias que nos proporcionan una suma felicidad, pero también, en existen situaciones que llenan de dudas, incertidumbre y dolor.


Cuando una persona comienza a plantearse preguntas acerca de su relación, podría tratarse de una señal de que algo está sucediendo en la pareja en ese momento (esto no significa que una duda nos confirme que todo está mal, al contrario, a veces van relacionadas con nuestros miedos y nuestra historia de vida). En una relación de pareja pueden existir desacuerdos o diferencias que pueden desencadenar conflictos, lo importante es la manera de afrontarlo y solucionarlo juntos. Pero, ¿Qué pasa cuando aun así las cosas no van bien?


Aunque algunas veces para los demás es evidente, al estar en una relación que va mal es difícil reconocer si funciona o no. Algunas personas lo relacionan con una mala racha o crisis de pareja, sin embargo, cuando nos percatamos de esta sensación y el estar en pareja no nos proporciona una sensación de acompañamiento y amor, podríamos empezar a cuestionarnos ¿Qué es lo que me mantiene en esta relación?


Antes de identificar cuáles serían las señales de una relación de pareja no sana, hay que tener en cuenta que es importante tener en vista el origen de las mismas; en la mayoría de los casos las relaciones de pareja que elegimos tener, van relacionadas con la manera de vincularnos en nuestro primer vínculo amoroso, como lo son nuestros padres y detectar el patrón que existe en nuestras relaciones y reflexionar acerca de lo que buscamos.


Muchas personas evitan el dialogar con su pareja por temor a atravesar  alguna situación incómoda o evitar conflictos  en la relación, sin embargo, esto agrava cualquier problemática.

Ahora que ya hemos reflexionado individualmente, es importante que la pareja si lo desea, comience a valorar su relación y valorar los cambios por los que se han atravesado. En algunas ocasiones muchas personas evitan el dialogar con su pareja por temor a atravesar alguna situación incómoda o evitar conflictos o rompimiento de la relación, sin embargo, hay que tener en cuenta que ambos están implicados en la relación y en el cambio de la misma si se desea.


Cambiar el rumbo de la relación puede resultar difícil pero no imposible, para esto es necesario que ambos estén de acuerdo y comprometidos con las modificaciones y acuerdos que se llegaron, hablar de manera abierta, directa y escuchar respetuosamente las necesidades del otro.


La terapia de pareja consiste en orientar a la pareja a escucharse y encontrar la fuente del conflicto para que, con los recursos que han construido su relación, puedan tomar la decisión que les ayude a sentirse más cómodos. El proceso de tomar una decisión no es fácil, muchos de los casos, cuando acuden mencionan haberlo pensado mucho tiempo debido al temor de lo que podría ser, sin embargo, también muestra una posibilidad para fortalecer la relación, buscando una orientación externa con la finalidad de mejorar la relación.


Finalmente, existen otros casos en donde la relación que se mantiene hay abuso físico o psicológico, ante esto podríamos identificarlo con unas simples preguntas.

  • ¿Mi pareja busca controlar mis actividades o las relaciones que tengo con otros?

  • ¿Es demasiado celoso (a)?

  • ¿Ha llegado a ser agresivo (a) física o verbalmente conmigo o con otras personas al punto de amenazar?

  • ¿Critica mi aspecto físico o mis decisiones?

  • ¿Suele encontrarme en lugares de manera casual o se aparece en espacios como escuela, trabajo, actividades para observar lo que hago?

  • ¿Ha llegado a obligarme a tener relaciones sexuales o hacerme sentir presionado?

  • ¿Resta logros personales o devalúa los esfuerzos que realizo?

  • ¿Me culpa a mí del maltrato o de que no funcione la relación?

  • ¿Se disculpa constantemente y menciona no volverá a suceder (incluso no siendo la primera vez)?

  • ¿Se justifica sus acciones violentas culpándome o justificándolo por su modo de vida?

  • ¿Mi entorno (amigos, familia, trabajo) me han cuestionado acerca de acciones que mi pareja tiene conmigo?

En caso de que se haya respondido “SI” a alguna de las preguntas anteriores, puede que exista una relación con violencia. Es importante saber que puedes contar con la ayuda de amigos, familiares y profesionales de la salud. Si necesitas orientación puedes escribirme en privado.



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Lic. Cynthia González

Psicóloga clínica




 
 
 
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