Es frecuente escuchar la preocupación, por parte de algunos padres, sobre la forma en la cual está teniendo lugar la #educación de sus hijos, pensando en las clases en linea y la #educación a distancia, lo que los lleva a buscar y preguntar por consejos, técnicas o estrategias, que hagan de este proceso, uno que tenga el mejor resultado posible.
Sin embargo, en esta búsqueda por los mejores métodos y las mejores estrategias; entre tanto ruido y cumulo de información, opiniones por parte de #especialistas y personas involucradas en el ámbito educativo, pasamos por alto un punto muy importante, y es el hecho de que nos encontramos ante una situación inédita, para la que nadie estaba preparado, ni a nivel teórico ni a nivel operativo. El trabajo a distancia y las clases por #internet, eran temas hacia los cuales nos sentíamos completamente ajenos, que veíamos lejanos o que relegábamos para grupos muy particulares de la población. Por lo que las decisiones que se han ido tomando en estos momentos, para confrontar la situación actual y continuar con la formación académica, son las que cada uno desde su posición, ha considerado como las más pertinentes.
Los #modeloseducativos que se han ido implementando son los que las instituciones han vislumbrado como los más favorables o que mejor se adaptan a sus modelos de trabajo, se han ido construyendo sobre la marcha, y lo cierto es que no hay certeza alguna de que sean los mas adecuados. De allí el descontento e inconformidad al momento de ver las estrategias de trabajo que algunas instituciones tienen, sobre todo las que se relacionan con la #educación.
¿Cuántos padres no se han molestado por la forma en que los profesores imparten las clases, aludiendo al hecho de que no es el método adecuado? Aunque lo cierto es que aún no se ha encontrado alguno. Profesores y alumnos se encuentran ante una misma situación de descontento. Del lado de los profesores, no había, en su gran mayoría, una condición previa de capacitación que les ayudara a afrontar la situación actual para poder continuar con sus clases de manera regular, es decir, no había protocolos de trabajo que los preparan a un nivel técnico. Y en muchos casos, no se contaba con las condiciones materiales adecuadas para poder desarrollar su trabajo.
Por el lado de los alumnos, es común escuchar cierta apatía, desencanto o frustración por la forma en que se han ido desarrollando las clases y las dinámicas de trabajo, en donde el aburrimiento o el tedio puede llegar a ser una constante. La condición de la rutina, aunada al confinamiento, ha traído consigo que episodios de #ansiedad o #depresión sean cada vez mas comunes.
Al enfrentarnos a una situación inédita, no podemos tener certezas sobre los métodos correctos de hacer las cosas, no hay modelos a seguir ni protocolos a implementar, estamos ante una situación que nos tomó a todos por sorpresa y de la que todos estamos aprendiendo, nadie estaba capacitado para ella. Por lo que lo único que nos queda, es mostrar empatía por aquellos que se esfuerzan por hacer su trabajo lo mejor posible, pienso en los profesores, trabajadores y #padres de familia. Pero también en los alumnos, para quieres no es fácil pasar un día tras otro viendo a un monitor sin el más mínimo contacto social, ¿cuántos estudiantes ni siquiera conocen a sus compañeros de escuela o han tenido graduaciones en pleno confinamiento? Encontrar motivación para continuar con los estudios, en esas condiciones, se vuelve más difícil cada vez y es en si mismo ya un logro.
No es poco frecuente escuchar, que gran parte del malestar que sienten las personas actualmente, se relaciona con un sentimiento de poca productividad o de que no se esta haciendo lo suficiente, de que las cosas no van bien o se podrían hacer mejor. Ante esto solo hay algo que se puede hacer o decir, por un lado es reconocer que estamos haciendo nuestro mayor esfuerzo, y por el otro, que lo hacemos de la mejor manera posible.