top of page

Curando mi ansiedad

Actualizado: 7 sept 2023


Ansiedad en adultos
Ansiedad en adultos

Desde niño me he preocupado por casi todas las cosas a mi alrededor, las tareas, lo que pensaran mis compañeros o maestros de mi, si mis papás me querían o extrañarían si desapareciera, incluso llegué a tener miedo por mi salud o las de mis papás.


Desde que recuerdo tenía miedo a ciertas cosas, a la oscuridad durante mucho tiempo, personajes de las películas sobre todo de terror, bichos, recuerdo que en ciertos momentos estos miedos me llegaron a sobrepasar. No recuerdo pensar mucho en ellos, en ese entonces incluso consideraba que era normal.


Esa aceleración de mi respiración, esas ganas de salir corriendo, esa sensación de estar solo enfrentándome a algo que definitivamente me sobrepasaba, no sabía que hacer, pero lo soportaba. Ahora me entero que a eso también se le llama ansiedad. Ya cuando estuve más grande, en la adolescencia, ya comencé a llamarlo ansiedad, aunque muchos utilizaban el término yo podía ver que su supuesta ansiedad era como un juego, una palabra usada para decir que estaban nerviosos por un examen o que les preocupaba que no les hiciera caso alguien que les gustaba. Los veía reírse, jugar, cantar, pensaba que esta parálisis, esta sensación de opresión que varias veces al día me llegaba no era realmente lo mismo que ellos sentían, yo no podía reírme, ni disfrutar cuando estaba ansioso, me invadía unas inmensas ganas de llorar, sentía un peso terrible sobre mi, una mirada que se daba cuenta de mi sudor en las manos y en la ropa, pensaba y sentía frecuentemente que mi temblor en las manos, mis uñas mordidas hasta la carne eran un señalamiento de lo extraño que era, de lo poco relajado que me veía, y por lo tanto, lo lleno de miedo que a cada palabra, a cada momento del día me sentía. Sudoroso, tembloroso, inseguro, me sentía constantemente observado y juzgado.


Las preocupaciones después dejaron de ser por mis exámenes, la ansiedad ya no me llegaba en la noche por miedo a tener pesadillas. Después la ansiedad aparecía cuando intentaba hablar o exponer, sentía cerrarse mi garganta como si algo literalmente me la cerraba, el temblor en mis manos y mi voz aparecía, me llegaron a llamar tímido, introvertido. Estas palabras al mismo tiempo que le dieron un cuerpo y un sentido a lo que sentía, también pensé que eran insultos, formas de degradarme y de hacerme ver lo patético y débil que era por no poder enfrentar y vencer la ansiedad.

Comencé a curar mi ansiedad cuando llegué al punto en que ya no podía respirar. Inicialmente fue por cuestiones de trabajo, pensé en ese momento que este terror a equivocarme o los regaños que había recibido por lo que eran claras dificultades para calmarme o soportar la presión de los tiempos eran un nivel de ansiedad que había podido controlar antes pero que últimamente me hacía no dormir o comer poco en ocasiones, o llenarme de comida sin poderme controlar. Sentía correr el sudor por mi frente al mandar un correo o tener una llamada, me invadía el terror al momento de tener que entregar un proyecto terminado con una constante sensación de que todo lo que había hecho no solamente era inservible, sino que además, era algo por lo que me terminarían despidiendo. "Tienes que revisarlo otra vez" me decía al oído mi ansiedad, "Vas a volver a cometer un error".


A veces mi ansiedad me jugaba muy malas pasadas, me impedía hacer lo que tenía que hacer y me mantenía pegado al celular o a la consola para supuestamente relajarme y poder dormir. A veces ese tiempo de relajación nunca aparecía, me despertaba con mi ansiedad intacta y lista para empezar el día mientras yo moría de sueño y me sentía cada vez más crispado de los nervios.

Curar mi ansiedad ha sido muy difícil, eso mismo que yo pensé que me definía como persona (mi preocupación por que las cosas me salgan bien, mi timidez y mi introversión) resulta que es algo que me hace enfermar y me hace sentir que voy a tener un infarto. Recuperar mi confianza y experimentar mi propia respiración bajo mi control ha sido todo un reto, ¿quién podría pensar que mi propia respiración no estuviera sobre mi control? Sin embargo aprendí que mis emociones, y estos pensamientos que me invaden sobre escenarios catastróficos hacen que tenga un ciclo sin fin en donde mi ansiedad es el motor para continuar en el círculo vicioso en donde todo está fuera de mi control y sobre todo, en mi contra, a punto de aplastarme.


Ansiedad y depresión
Ansiedad y depresión

Experimentar por primera vez la sensación de que alguien entendía en realidad lo que estaba sintiendo fue algo al mismo tiempo extraño pero confortable, esta sensación de que tenía que pasar esto solo, sin poder decirlo a nadie, aguantándolo a sentir que moría, era creo y ya en retrospectiva, lo que más me generaba ansiedad.

Comencé a hacer algo que nunca pensé que iba a necesitar, mi ansiedad me terminó llevando al psiquiatra y a tomar pastillas. Antes de eso intenté de veras de todo, tés, yoga, meditación, correr, homeopatía, etc.. Nada podía hacer, nada me funcionaba pues me invadía la ansiedad cada vez más.

Solo las tomé un temporada, mi psicólogo me ayudó a ver que no podía seguir sin dormir y explotando en ataques de pánico cada que algo no salía como lo había planeado. Hablar acerca de mis síntomas, lo que le pasaba a mi cuerpo y poder aprender a primer relajarlo, controlar la crisis de ansiedad o el ataque de pánico fue difícil, pero ahora que puedo hacerlo sin la necesidad de tomar una pastilla, me hace sentir bien conmigo mismo, pues sé que puedo superar cualquier obstáculo, me ha hecho sentir que puedo lograr cosas por mi mismo para mi bienestar.

Poco a poco comencé a ver lo que me daba miedo, sobre todo lo referente a sentirme solo, inútil, despreciado. Nunca pensé que esos pensamientos fueran tan intensos en mi, me sentía en serio sin la posibilidad de tener amistades profundas o que alguien se pudiera fijar en mi a menos que fuera el mejor, el hombre más tranquilo y lleno de si mismo sobre la tierra.

Comencé a hacer ejercicios que me permitieron poco a poco hablar en público de forma que ya no me sentía tan ansioso, mi ansiedad seguía aquí pero ya comenzaba a sentir que podía dominarla.

Pude retomar mi vida fuera de casa, pude salir y relajarme con amigos, pude comenzar a salir con alguien y si, me rechazaron varias veces pero también yo me daba cuenta que realmente por mucho que yo lo quisiera, no podía ser aceptado por quién soy por todo mundo, y que las personas con las que si podía ser yo mismo también existían.

Curar mi ansiedad ha sido un camino que creo que me ha implicado aceptar que mi ansiedad nunca se irá, pero que debo mantener el control sobre lo que si puedo controlar, y centrarme en lo que sí soy, en que los límites no son malos, pues me ayudan a ver que soy humano, que tengo limitantes que me hacen ser quién soy.


Este texto fue construido a partir de relatos de pacientes con ansiedad.



Psicologa Esther Solis



Dra. Esther Solís Torres

Psicóloga de adolescentes, adultos y parejas

Psicóloga en Guadalajara - Terapia en Línea

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara



36 visualizaciones0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo
bottom of page