Cuando la familia tiene un integrante con alguna enfermedad mental las interrogantes se hacen presentes acerca del origen, funcionamiento, tratamiento y desarrollo de la misma. Con frecuencia, cuando hay una emergencia relacionada con un trastorno mental los integrantes de la familia pueden movilizarse ante esta situación, que si bien, puede ser observada desde distintos ángulos se desencadenan algunas crisis acerca de la persona misma y del grupo que la conforma.
Por lo general, las dificultades de integrar esta noticia y la información que la acompaña, se desplazan dentro de los conceptos de salud y enfermedad que se tienen con anterioridad; y que, a su vez, siguen los lineamientos de las conductas "normales" o esperadas socialmente. A menudo, el criterio de "sanos" está desarrollado en base a las conductas consideradas normales, la adaptación de las mismas reglas y los estigmas que se han generado a lo largo del tiempo respecto a los trastornos mentales. Desde este punto de vista, sabemos que en la antigüedad se consideraba que la "locura" era provocada por causas naturales, entre otras cuestiones; Posteriormente mediante investigación y teorización de la misma se afirmó el impacto cultural y social en la salud mental. A pesar de esto, el concepto de normalidad ha sido un fuerte determinante en cómo y cuándo asistir a un profesional, debido a que se ve envuelto en tabús, experiencias negativas e incluso un temor al rechazo social.
Actualmente, se reconoce que la combinación de los fenómenos congénitos y hereditarios, a la par de las experiencias infantiles a nivel familiar y social determinan una serie de disposiciones a padecer algún trastorno mental. Sin embargo, el conflicto central no reside en el origen de la enfermedad, sino como son catalogados y esto mismo afecta la definición y el aislamiento que experimenta la persona que padece un trastorno mental un incluso sin conocer si la familia es el causante del mismo.
Acercarse con un psicólogo es complicado. Pedir ayuda, muchísimo más. Sin embargo, tomar la decisión de acercarse a un espacio terapéutico es un acto de compromiso con uno mismo. El grupo familiar, ante la noticia pudiera reaccionar de manera escindida entre los integrantes sanos y enfermos y generar preguntas en torno a la familia y sus propios conflictos.
No obstante, el trabajo con la familia es un proceso de suma importancia en la empatía, integración, adaptación y apoyo hacia la persona que atraviesa la enfermedad mental. Que, si bien es un trabajo difícil, puede resultar enriquecedor para cada uno de los integrantes, que, a su vez, repercute en el grupo. Este trabajo consistirá en acompañar a la familia en la experiencia que rodea la enfermedad o trastorno y el concepto de salud que han tenido alrededor de la misma, además de brindar psicoeducación acerca del trastorno para despejar dudas o estigmas alrededor de él y de esta forma calmar la ansiedad, eliminar imágenes o ideas predispuestas respecto a la salud mental.
Sin duda, el estar acompañado por un profesional que al igual que nosotros busca el bienestar emocional que nos permita avanzar y conseguir lo que se desea marca una diferencia, porque habremos permitido darle espacio a nuestra palabra, nuestros deseos, nuestros temores, permitirá conocernos y reconocernos. En conclusión, el impacto que tiene en la familia y en sujeto que padece el trastorno posibilitaran un mejor trabajo y un mejor pronóstico de tratamiento además de generar un sistema de confianza donde el paciente se sentirá apoyado, entendido y acompañado en su afección.
Lic. Cynthia González.
Psicóloga clínica
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