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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 10 sept 2020
  • 3 Min. de lectura

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La pérdida de una mascota

Hablar de #duelo cuando perdemos a una #mascota puede ser confuso para muchas personas y se suelen tener posiciones contrapuestas frente a esta situación. El duelo es el proceso de adaptación emocional que se produce a partir de una #pérdida, es una experiencia universal, única y dolorosa. Pero ¿qué pasa cuando el ser que perdemos es una mascota? Mientras que para unos supone un gran dolor, para otros es difícil conceptualizar que un animal provoque un proceso de duelo.

Lo que determina una experiencia de duelo es la importancia que tiene para la persona aquello que se pierde, sea esta una pérdida física, una ruptura o una oportunidad. Quien experimenta la muerte de una mascota vive un proceso de duelo porque para esa persona se pierde un animal con el que se había desarrollado un #vínculo afectivo, este se va creando en las rutinas compartidas, los momentos de compañía y las muestras de cariño que en conjunto le dan un sentido especial al rol de la mascota. Para algunos la existencia de este vínculo puede ser incomprensible, por lo que pueden considerar inútil o innecesaria la expresión de dolor ante esta pérdida, lo cierto es que el dolor no va asociado a qué se pierde, si no a la relación que se había establecido. Otro factor que puede influir en el impacto del duelo son las causas y condiciones de la muerte para la mascota; una #muerte accidental o inesperada, una muerte inducida o por #enfermedad, cada una tiene distintos matices con un abanico de emociones que pueden ir del enojo, la tristeza o la culpa. Es así que varía de una persona a otra la gestión que se produce tras la pérdida y la intensidad de sentimientos que se pueden asociar.


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Duelo por la muerte de una mascota

El fin de la elaboración del duelo conduce a la necesidad de adaptación de una nueva situación, si la presión social por minimizar el dolor ante la pérdida de una mascota retiene el procesamiento natural de las emociones, puede determinar la forma en que esa persona elaborará su duelo. Si bien no existe una fórmula que describa la forma correcta en que se debe procesar un duelo, existen diferentes maneras de reconocer los #sentimientos ante a esta situación, por ejemplo, hablar con personas cercanas sobre la pérdida puede ayudar a elaborar las palabras que describan los sentimientos y pensamientos por los que se está atravesando, llevar a cabo un ritual o acto de despedida en compañía de aquellos que estimaban a la mascota, o escribir acerca de lo mucho que ese animal aportó en su tiempo puede ser de gran apoyo. Sin importar la forma que se elija, llevar a cabo estos actos reside en validar las emociones que se susciten, pues asumir cada sensación es parte de este proceso.

Si la sensación de pérdida es demasiado abrumadora o se está pasando por otros problemas graves al mismo tiempo, hablar con un #psicólogo o #psicóloga puede ayudar a sobrellevar lo que ocurre. Es habitual que una muerte cercana sugiera preguntas sobre distintos aspectos de la #vida, no obstante, si los pensamientos van más allá de la #muerte de la mascota o sobrepasan la capacidad de afrontamiento, un proceso de #psicoterapia puede apoyar en esos momentos para facilitar el transcurso natural del duelo con todas sus características.

Así como cualquier otra pérdida, cada persona la vive de formas distintas y el tiempo que puede tomar adaptarse a la ausencia es personal. Aceptar que el ciclo de vida de algunas mascotas es mucho más reducido que el de los humanos es entender que hay una gran posibilidad de que en algún momento se les vea partir, sin embargo, ser consciente de esto no implica que el sufrimiento por la pérdida sea menor. El #apoyo y #respeto que se muestra en la muerte de los animales es importante, pues esa respuesta social es determinante a la hora de facilitar una elaboración adaptativa del duelo. Con el paso del tiempo la #tristeza y pesadez por el recuerdo pasará a formar una sensación de agradecimiento por todo lo que fue y vivió esa mascota en sus días de vida.


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Psicóloga Estefanía Hernández

Psicóloga de Niños, Adolescentes y Adultos

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara  

 
 
 
  • 27 ago 2020
  • 4 Min. de lectura

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¿Cómo funciona la terapia online?

La terapia es un proceso complejo que conlleva esfuerzo, tiempo y dedicación, no solamente por parte de la persona que solicita el servicio sino también del psicólogo terapeuta, y en muchas ocasiones encontramos excusas para no ir a pesar de tener el deseo de poder acudir y tratar nuestros problemas, en algunos escenarios puede ser por miedo a que nos juzguen los demás o el mismo psicólogo terapeuta, por pensar que realmente no necesitamos ayuda y podemos afrontar las cosas solos, por pensar que la terapia solo es para aquellos con problemas muy grandes o con cuestiones psiquiátricas; sin embargo la terapia es para todos, y puede llegar a ayudarte a mejorar tu salud mental, cambiar cosas que no te gustan de ti, encontrar mejores maneras de afrontar, entender tus sentimientos o tu manera de ser; la terapia puede ser lo que tu quieres que sea y establecer objetivos tan grandes y ambiciosos como lo desees.


Y entonces, ¿cómo funciona?


Todo dependerá del cambio que busques, si estas tratando de trabajar sobre ciertos comportamientos, como puede ser el manejo del tiempo, establecer límites, pensamientos negativos que tienes acerca de ti, entre otros, la terapia te puede ayudar a ofrecerte estrategias para el cambio, así como también ayudarte a aliviar algunos sentimientos que aparezcan en el proceso como la tristeza, la ansiedad, el miedo; no obstante, si lo que buscas es un mayor entendimiento de ti, de los otros o de las situaciones que vives en general, la terapia también te puede ayudar a poner todo en palabras y ayudarte a acercarte a cómo te sientes sobre ellas. Estas son las áreas en las cuales la mayoría de las personas tienen problemas si no cuentan con el apoyo adecuado y normalmente nos llevan a sentirnos como que estamos “atorados”.


El terapeuta te ayuda escuchando de manera profunda, se encarga de conocerte y acercarse a entender la manera en que ves las cosas, comprender tu experiencia subjetiva sobre lo que te está pasando, pues sabemos que algunas cosas que le puedan causar tristeza a una persona, le pueden despertar enojo a otra, así pues, a través del diálogo y la escucha, el terapeuta logrará tener una idea sobre como vives y operas; con este entendimiento podrá compartir ideas o herramientas que te hagan sentido. En la terapia también se buscan significados escondidos o patrones en lo que dices, en las ideas que compartes y la manera en que lo haces, y tu terapeuta te puede ayudar a ofrecer una perspectiva que puede ayudarte a clarificar lo que esta ocurriendo contigo, además, lo que tu terapeuta pueda compartir contigo crees que no tiene resonancia contigo, esta bien, el punto es descubrir juntos que cosas sí te suenan y te ayuden a ir acercándote a los objetivos que deseas alcanzar. También, si lo que buscas es algo más profundo, como construir o mejorar tu autoestima, tu capacidad para tolerar sentimientos difíciles para ti, tu identidad o tu habilidad para lidiar con la vida, la terapia entonces se centra menos en estrategias, sino en explorar la fuente de las cosas que te han dado forma a tu manera de ser, como pueden ser la manera en la que creciste y cómo aprendiste a relacionarte con los demás, y qué cosas continúan dándote forma, incluyendo la manera en la que interactúas con tu terapeuta.


Pero ¿qué pasa con la terapia en línea?


La terapia en línea es una herramienta que permite que a pesar de la distancia o de las circunstancias, el proceso terapéutico se pueda llevar a cabo, lo más importante es la relación que tienes con tu terapeuta, y todo esto es posible gracias a la interacción visual y verbal que nos permiten tener las herramientas tecnológicas de hoy en día.



Es posible que la terapia en línea pueda llegar a intimidarnos, pero hay que recordar que es una herramienta que nos permitirá tanto iniciar como continuar con nuestro proceso, para llevarla a cabo es simple, solo necesitas:

  • Un lugar privado donde puedas hablar y expresarte libremente

  • Asegúrate de tener buena conexión a internet en donde te encuentres

  • Evita los distractores como el celular o tener aplicaciones abiertas en el escritorio de la computadora

  • Realizar tu pago por medios electrónicos


El proceso es completamente igual a cómo se lleva de manera presencial, mientras se cuiden estos elementos externos y tengamos los requisitos necesarios, la terapia en línea será un éxito. Uno de los factores más importantes es sentirte cómodo en terapia y de la relación que construyes con tu terapeuta, además la capacidad de tu terapeuta para adaptarse no sólo en encontrar solución a tus problemas superficiales, sino que pueda profundizar contigo y entender las razones subyacentes de tu dolor o malestar.


En general, la terapia puede centrarse en los síntomas y otros factores que te llevaron a sentirte de determinada manera, o puede hacerlo en encontrar las razones de lo que te ocurre tomando como foco tu experiencia subjetiva. La terapia se sentirá diferente dependiendo de tus objetivos, quién eres tu y quién es tu terapeuta, lo más importante es que te ayude aún cuando sea incómodo o difícil en algunos momentos. La terapia será lo que tú quieras que sea, no hay una terapia de “one-size-fits all”, el proceso puede ser tan insignificante o profundo y transformador como tú permitas que sea, y el plazo de la terapia dependerá en tus objetivos y como se van cumpliendo o evolucionando.


Si no te sientes cómodo con tu terapeuta es algo que puedes hablar en sesión, para ver qué ocurre o como te sientes con el proceso y si esto tiene que ver con cuestiones que el terapeuta despertó en ti, además ten la tranquilidad de poder cambiar de terapeuta, no herirás nuestros sentimientos si no hubo ese “clic”, lo más importante eres tú.

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Psic. Jorge Fonseca Sandoval

Psicólogo de niños, adolescentes y adultos

Asociación Libres - Psicólogos en Monterrey


 
 
 
  • 13 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

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No sé qué hora es, pero sé que es tiempo de levantarse, estoy despierta desde hace varias horas, desearía dormir un año si fuera posible. Tengo tantas cosas que hacer y poca fuerza para realizarlas; es confuso cuando el acto de levantarse de la cama se volvió tan complicado.

De pronto me parece que la cama me abraza, las sabanas se convierten una especie de fuertes y musculosos tentáculos, me someten sumiéndome al colchón, como si me quisiera integrar y desaparecer. Pero en realidad no sucede nada, para los ojos de los otros, solo soy floja, me juzgar por no ser productiva igual que ellos. Creen que he decidido estar así, que disfruto dormir y nada más, pero ojalá fuera así. Dormir se ha vuelto un tormento, los sueños se han vuelto solo pesadillas que perturban sin cesar, en ellos me persiguen, quiero gritar y no puedo, por mi boca no sale ningún sonido, cuando lo logro me despierto por mi propio grito, con el corazón acelerado y con una angustia enorme. Mi día comienza después de una jornada de pesadillas.

Luego encontrar el para qué, ¿para qué levantarme? a nadie le importo en realidad, no puedo disfrutar mi trabajo ni de las demás actividades. ¿Qué sentido tiene mi existencia? Puedo pasar horas mirando a la pared y haciéndome mil preguntar sin encontrar ninguna respuesta. No me he levantado y ya estoy agotada. Agotada de hacer nada.

Encima, no me permito contar estas cosas, ¿para qué? si le cuento a mi familia se angustiarían, no sabrían qué hacer, a mis conocidos quizá les daría lástima, a mis seres queridos los torturaría si supieran el infierno que habita en mí. Prefiero que ellos solo vean una floja y me juzguen por ello, aunque soy consciente que eso me lastima más.

En verdad he intentado de todo, buscar consejos en paginas de psicólogos, leí un libro de autoayuda, pedirle al padre de la parroquia que me bendijera, un sinfín de cosas más. Y no, nada funciona, cada mañana el martirio continua.

Y bueno, que decir de los domingos, tan placenteros para algunos, un día libre, el anhelado día de descanso, el día alegre, el día soleado, sin embargo, para mí resulta ser el día más largo y oscuro de la semana, me lo imagino como un vacío con paredes, pues no es eterno, aunque en ése día lo parece, la cama y yo nos volvemos una sola cosa. ¡Claro que lo intento! intento no ceder a ella, intento alejarme, intento levantarme, verán: lo primero que hago es, quitarme los tentáculos o las sabanas que es lo mismo, me siento en el borde del colchón, estoy a punto de dar el salto, de lograrlo, de salir victoriosa cuando menos una vez ese día y justo en el último movimiento en ese preciso momento me desvanezco, soy presa de nuevo en la red que me atrapa, me convierto en un pañuelo inerte, en la realidad no, pero me gustaría que pasara, cuando menos así el viento me

movería y mi pesadez se esfumaría.

Y va de nuevo, otro día más haciendo el acto doloroso de levantarme de la cama.

¿Fin?


Esto es una ficción, sin embargo, no es ficción lo que algunas personas pueden experimentar, como en este caso en el que se vive un profundo vacío frente a actos que podrían ser sencillos en sí mismos. Concientizar sobre las distintas formas que se pueden expresar patologías o afecciones psicológicas podría generar más entendimiento en la comunidad y a su vez serán menos estigmatizados dichas expresiones, facilitando así el acceso a la resolución de quienes los padecen.

Seamos empáticos y acompañemos a quienes necesitan ese apoyo.


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Psic. Brenda Martínez

Psicóloga de adolescentes, adultos y parejas

Asociación Libre - Psicólogos en Monterrey

 
 
 
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