top of page

Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 8 mar 2020

"La homosexualidad en efecto no es ventaja alguna,

pero no es nada vergonzoso, ni vicioso, ni degradante,

simplemente no puede clasificarse como enfermedad."

Sigmund Freud - Carta respondiendo a una

petición de una madre norteamericana para

curar la homosexualidad de su hijo, 1935



La homosexualidad no es una enfermedad

He estado recibiendo o leyendo preguntas y comentarios desde diferentes lugares (padres de familia, profesores, personas en general) acerca de qué opina la psicología y la psicoterapia sobre la homosexualidad. Sus orígenes, los tratamientos que se ofrecen a personas que presentan esta "tendencia" y sobre todo, algo que me parece gravísimo, si existe una cura o una forma de prevenir que un niño o niña se "trasforme" en homosexual. Básicamente se habla de alguna forma de "protegerlos" del entorno tan abierto a nivel sexual que básicamente promueve la visualización de la homosexualidad como algo válido y posible.


Para ser completamente sincera me parece preocupante esta situación. Desde 1973 la psiquiatría y la psicología (Comienza en los Estado Unidos y después es adoptada por la OMS a nivel mundial) desclasificaron a la homosexualidad como una enfermedad mental y en el 2018 se desclasifica la transexualidad. Y estamos discutiendo este tema nuevamente en pleno siglo XXI, más de 40 años han pasado y seguimos preguntándonos cómo quitarla, me parece que la pregunta en sí misma aunque válida (toda pregunta lo és) es escandalosamente tendenciosa.


La homosexualidad es una orientación sexual, no es una "elección" y minimizar el impacto

llamándolo "gusto" o "preferencia" y colocándolo en el mismo estatuto que cómo "preferimos" o "nos gusta" comer o vestir es aberrante y carente del conocimiento más básico, por no decir de nula empatía. La orientación sexual ÉS y todo intento por modificarla, variarla o contenerla genera estragos graves en la forma en la que una persona se conceptualiza a sí mismo y a su entorno.


El problema principal al que se enfrenta la comunidad LGBT+ es el rechazo y escarnio social presente en las escuelas, en las familias de origen, en los ambientes laborales, en las instituciones de salud y en la sociedad en general, el cual genera problemáticas psicológicos graves como depresión y ansiedad hasta el punto de que un joven LGBT+ tiene más probabilidad de abandonar la escuela, cometer suicidio o ser violentado o asesinado en un 70% más que otra persona de su misma edad y estrato socioeconómico.


El problema de la homosexualidad es el ataque constante que la sociedad ejerce sobre la comunidad LGBT+, pues al referirnos a esta comunidad, no hago otra cosa que puntualizar que está conformado por personas, seres humanos cuyo problema no es su orientación sexual sino una sociedad que pretende hacerse de la "vista gorda" y aceptar e incluso fomentar la violencia, la discriminación y la intolerancia (todas ellos actos penados por la ley).


La manifestación de la sexualidad y el amor no es una enfermedad, el odio y la violencia social (verbal y física) hacia la homosexualidad si lo és.

79 visualizaciones0 comentarios

Actualizado: 7 sept 2019



«El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuándo se detiene su influencia».

– Henry Adams


La función del maestro en la sociedad es de suma importancia y no solamente tiene trascendencia en el ámbito de la transmisión de conocimiento y el desarrollo de la creatividad, sino también por la figura que representa e implica como autoridad e institución. La misma escuela funge como continente, como indicador de un límite, considerándose como un lugar que representa “un segundo hogar”. Igualmente, la escuela es considerada “una segunda familia” y que, en muchos casos de niños, niñas y adolescentes, es en la escuela donde logran encontrar una estructura y en los profesores, soporte. Es con los maestros con quienes se logra conseguir un apoyo afectivo, protección y tener una formación como sujetos, dado que fungen como figuras con las que los niños y las niñas logran identificarse y construir en cierta medida, su propia identidad.


De la misma manera, maestros y maestras contribuyen de forma significativa en la detección de conflictos emocionales ya sea por medio de su amplia experiencia al tratar con la población de alumnos y alumnas, o por que han tenido la oportunidad de adentrarse en adquirir conocimiento de las afecciones emocionales. Por lo tanto, su lugar y su labor es valiosa también en el ámbito de la salud mental.


De allí que es importante que quienes dediquen su vida a la docencia cuenten con capacitaciones que les permita desarrollar herramientas de detección de situaciones que deben de atenderse por un profesional de la salud, así como también para intervenir directamente con sus alumnos y alumnas y con ello, abrir espacios en los que sostengan dudas e incertidumbres de los estudiantes. No es una tarea sencilla, sobre todo cuando nos referimos a sostener dado que cada alumno cuenta con una historia diferente y, por ende, una forma distinta para vincularse con sus profesores: habrá alumnos cumplidos, otros que buscan pasar desapercibidos, otros tantos que reten y desafíen a sus profesores. ¡Qué difícil dar soporte, mantenerse ecuánime y comprensivo con alumnos complicados! Más aún, cuando desde su lugar como docentes, logran observar que los conflictos que reflejan los estudiantes tienen relación directa con una participación (activa o pasiva) de la familia, la cual también en ocasiones se opone a mejorar la calidad de vida de los alumnos.


Es común que los dolores psíquicos o emocionales que el infante o el adolescente padece se presenten también en el aula, como una repetición o un nuevo intento de solución a aquello que no se pudo resolver con sus padres o familia. Es por ello, que del mismo modo que el niño o la niña puso a prueba a sus padres, también pondrá a prueba al maestro con el objetivo de tener una respuesta más efectiva, pero más complicada por tratar de dar solución en un lugar distinto a donde ocurrió originalmente el conflicto.


Por este motivo, los espacios de formación para docentes, además de proveerles de guías para identificar síntomas en los estudiantes, también requieren de pausas para escuchar, observar y después reflexionar sobre el comportamiento de sus alumnos, así como también necesitan del apoyo y colaboración de profesionales en la salud mental y de familiares. Lo anterior no solo facilitará en el alumnado a aprender en sentido de la instrucción o adquisición de información, sino también de aprehender para que el estudiante haga propio ese conocimiento de sí mismo y de sus emociones.

1177 visualizaciones0 comentarios

Actualizado: 8 mar 2020



Cuando decidí iniciar mi experiencia como maestra de adolescentes me sentía en parte entusiasmada y en otro tanto nerviosa por el reto que implica estar frente a un salón de clases, y mucho más el tener frente a mí un grupo lleno de adolescentes. Por que ser maestro de adolescentes involucra paciencia, escucha y el romper paradigmas que acompañan tanto a esta etapa de la vida como a la profesión misma del docente.


Al inicio llovieron comentarios como "¿Por qué adolescentes?!Qué complicado!", "yo ni loco (a) trabajaba en algo así", "adolescentes todos inquietos, mejor no." Y frases similares, lo cual aumentaba más mi nerviosismo e incluso en momentos miedo.


Ahora, con el paso de algunos años, no me arrepiento de mi decisión.


Siempre he considerado que el lugar del maestro es de suma importancia para poder hacer un cambio a nivel sociedad, no sólo en lo académico, si no también en la vida de las personas. Creanlo o no, muchos de nosotros tenemos el recuerdo de alguno de nuestros maestros al que le teníamos respeto y que influyó positivamente en nuestra historia. Sin duda, fueron maestros que estaban comprometidos con su profesión y sus alumnos, aquellos que realmente se preocupaban en que lo que impartían lo pudieran comprender y dejar huella en quienes escuchaban. Esos maestros son los que dejan marca, no los que sólo iban a llenar un espacio en el horario.


No hay materia sencillas ni complicadas, es uno el que se las complica como alumno desde el interés propio o nuestra experiencia con otros profesores. Cada materia es una oportunidad de hacer las cosas diferentes, no sólo en el aprender, si no en la convivencia misma.


Ahora hay muchas escuelas que le invierten a metodologías nuevas de la enseñanza con el fin de captar el interés en los alumnos y en el retar a sus maestros a ser más creativos y que la enseñanza sea más colaborativa que hace algunos años donde el profesor se paraba al frente del salón y se dedicaba a enseñar sin cuestionar a los alumnos e incluso donde su palabra era la única valiosa e irrevocable. Ahora la apuesta es todo lo contrario, se espera que los alumnos colaboren en su aprendizaje de una forma activa. Sin duda en muchas escuelas se logra este propósito pero en muchas otras todavía se hacen intentos, disfrazando "las nuevas perspectivas" pero siendo los mismos métodos y formas de evaluación. Con esto no quisiera caer en la visión de que "tiempos pasados fueron peores", más bien me parece que el hecho de que los años vayan transcurriendo siempre nos convoca a evolucionar y cuestionar qué tenemos para dar distinto.


Tuve la fortuna de trabajar en instituciones donde se preocupaban realmente por el alumno y su situación actual: haciendo entrevistas con los padres, con el alumno y conocer su entorno en casa y el impacto que éste tenía en sus calificaciones y actitud en clase. Tutores comprometidos con la institución y sus alumnos, con los que me tocó colaborar en sostener alguna situación de riesgo dentro y fuera del aula por el bienestar del joven, y también el conocer de otros profesores que eran reconocidos por sus alumnos como sumamente creativos, aunque la materia "fuera la más aburrida de todas".


Por el lado de los alumnos, cada grupo fue una forma de ver distinta los temas vistos en clase. Ellos se mostraban curiosos "por el mundo adulto", querían conocer la opinión de aquellos que ya habían pasado por situaciones parecidas a las que ellos estaban pasando. Alumnos que los primeros días de clase eran retadores y agresivos y el ser testigo de su evolución era realmente un logro, y no por mi, si no porque ellos mismos se iban permitiendo el hablar de su enojo y lo colocaban en formas más sencillas y posibles de entender.


Tuve la oportunidad de conocer historias de vida de los jóvenes actualmente, los medios que utilizan para comunicarse, lo que les preocupa, sus familias y la relación que tienen con sus iguales. Con esto, pude corroborar que realmente los jóvenes no la tienen muy sencilla en diferentes aspectos, que ellos tienen mucho que decir pero hay pocos espacios donde sienten que pueden ser escuchados, o que se les ocurren formas de externar su opinión que de pronto se sale de sus manos por el simple hecho de estar demasiado molestos o cansados de no ser tomados en cuenta.

Era como si estuvieran al pendiente de aquellos que estaban dispuestos a escuchar sin juzgar, y cuando lo encontraban, se permitían hablar, muchas veces para sólo descargar, y luego, al paso de los días llegaban, con una solución a su problema, una solución encontrada por ellos mismos. Siempre he pensado que a veces uno necesita sólo rebotar ideas con alguien para poderse terminar de escuchar y pensar mejor las cosas. Esa puede ser una función vital del maestro de adolescentes.


Sé que con los niños son situaciones distintas ya que muchas veces ellos necesitan más sostén o dirección en su actuar, desde lo básico, pero en el caso de los adolescentes la difícil posición de acompañar es necesaria: ni muy sobre de ellos, ni tan lejanos que no nos encuentren. Ese es el dilema. Pero cuando lo encuentras puedes tener hallazgos sumamente valiosos.


El ser maestra de adolescentes, además de psicóloga, abre la posibilidad de estar inmersos en lo grupal tan necesario para los jóvenes en este tránsito de su vivir. Uno es el adolescente que se atiende en consulta y otro es el adolescente que se sumerge en el grupo con sus amigos y compañeros. Es poder estar en ese momento donde la dinámica se moviliza diferente y uno puede aprender de ellos también.


Sin duda, una de mis mejores experiencias que guardo con cariño y que espero poder continuar realizando ya que todavía queda mucho camino por recorrer porque las oportunidades no son las mismas para todos los jóvenes y aún hay cambios necesarios y vitales para que las nuevas generaciones pueden tener mayor bienestar y espacio para ser ellos mismos.







62 visualizaciones0 comentarios
bottom of page