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Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 8 mar 2020

“Necesito de alguien, que venga a luchar mi lado sin ser llamado. Alguien los suficientemente amigo, como para decirme las verdades que no quiero oír, aún sabiendo que puedo irritarme. Por eso, en este mundo de indiferentes, necesito de alguien que crea en esa cosa misteriosa, desacreditada y casi imposible: ¡la amistad!” - Charles Chaplin

Amistades saludables.

El 14 de febrero se ha convertido en una fecha celebrada en muchos países y que en la actualidad dicha celebración se ha convertido en una celebración orientada al consumo, reduciendo y desvalorizando el vínculo que permite establecer una amistad genuina. Estamos en una época en la cual por un lado, las relaciones tienden a ser superficiales y pasajeras y en el lado opuesto, a establecer relaciones en las que una persona se tiene que entregar por “completo” al otro, abandonado todo el ser al servicio del amigo, posturas que en cualquiera de los casos producen dificultad para confiar y disfrutar de una amistad de forma favorable.


Numerosos pueden ser los ejemplos que podemos brindar para identificar y diferenciar entre una amistad verdadera, saludable o si ésta resulta dañina. Cada amistad tiene diferentes tintes, diferentes historias, personajes y tiempos. Enseguida mencionaré algunas circunstancias que he visto en la consulta, circunstancias de las que tenemos que estar atentos para hacer modificaciones en cómo elegimos nuestras amistades, en qué es lo que damos e incluso, en lo que no damos de nosotros mismos.


Amistad por sacrificio. Aquí es donde nos posicionamos al servicio del otro de forma total, dejando el respeto de uno mismo, por cumplir con lo que nuestros amigos desean ya sea apoyo, tiempo, dinero, atención, etc. Pero con la particularidad de no recibir de forma recíproca lo que ofrecemos.


Amistad por aprobación. Este es un punto importante dado que en ocasiones podemos llegar a abandonar nuestros objetivos, ideales o principios con la finalidad de ser aceptados por el otro, involucrándonos en situaciones de riesgo para nuestra integridad o en las que no estamos de acuerdo.


Amistad condicionada y restrictiva. Esto se puede observarse cuando un amigo/a ejerce control sobre el otro, impidiendo desarrollo de otros vínculos afectivos (pareja, familia o de otras amistades) e incluso, objetivos laborales, escolares o personales.


Es importante mencionar que todos los ejemplos anteriores, son errores que también estamos sujetos a cometer, de allí que es importante tener una percepción abierta acerca de nuestras limitaciones, inseguridades y estado emocional, ya que, de forma conjunta influyen en que uno mismo permita que nos posicionemos en situaciones en la que no se recibe afecto y en las que tampoco brindamos algo de nuestra parte para retroalimentar a nuestras amistades.


Amistades saludables.

Entonces, ¿qué es una verdadera amistad y qué implica? La amistad es un proceso que se alimenta y se construye en diferentes tiempos y, como toda relación, se realiza de forma gradual requiriendo de cuidado, trabajo, confianza, lealtad, discreción y respeto por el espacio y la individualidad del otro. De esta forma se permite crear un espacio donde se busca el crecimiento personal y también del desarrollo del amigo o de la amiga. Incluso el tiempo y el espacio, son permitidos, de tal manera que ante la ausencia de quienes conforman la amistad puedan tomar rumbos distintos, y a pesar de ello, logren retornar ante una adversidad, decepción o para compartir las experiencias vividas en otros lugares.


La celebración no se reduce al festejo de un sólo día. Tampoco se reduce a amistades de un sólo género, ni tampoco restringe la entrada de alguien más. Se puede ofrecer (subrayando y haciendo énfasis en ofrecer) del apoyo y acompañamiento en situaciones difíciles, más no demanda una entrega total del tiempo y del consumo del otro. Implica ser receptivo ante la inconformidad y el desacuerdo, así como también apertura en escuchar las áreas de oportunidad que nuestros amigos nos detecten. Se permite el error, de tal manera que la equivocación no implica una destrucción del vínculo, haciendo un cuidadoso uso de las palabras error y equivocación, ya que ambos son fallos que pueden acceder a una reparación de un daño siempre y cuando la acción realizada haya sido accidental y no deliberada o con el objetivo de dañar.


Finalmente, para disfrutar de una amistad implican dos tareas. La primera implica ser amistoso con uno mismo de tal manera que uno pueda amarse para lograr brindar amistad a los demás con límites que protejan nuestra individualidad. La segunda tarea implica dar afecto genuino permitiendo el crecimiento y el error del otro, sin anularlo. Ambos factores permitirán que uno mismo, el otro o el grupo, logremos compartir y recibir afecto de forma recíproca.

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Actualizado: 8 mar 2020

Los villanos de la vida real

No hay historia sin villano. Incluso en la literatura, en el cine (desde las películas las películas románticas y en las de comedia), en dibujos animados, series de televisión, etc., en muchas historias existe un personaje con tintes malvados y perversos que le dan sentido y adversidad a la trama. Dichos personajes seducen al público, provocan atracción, tanto en el sentido de admirarles, como también en la búsqueda de perseguirles. Las características de los villanos se relacionan con personalidad psicopática y aunque no es así en todos los casos, quienes comparten las particularidades de un profundo desinterés por los demás, pueden entrar dentro de este tipo personalidad.


Muchas de las historias narradas suelen terminar con final feliz. Sin embargo, esto en realidad no ocurre con frecuencia, al contrario, cuando alguien llega a relacionarse o vincularse con una persona con psicopatía, las historias se vuelven tormentosas y regularmente no tiene un desenlace favorable. En la vida cotidiana, resulta más común de lo que pensamos el estar cerca de alguna persona con características de psicopatía, incluso lo podemos observar de forma tangible en las noticias que vemos a diario aunque que tal vez no parecieran tener un repercusión o una magnitud grave de sus acciones: políticos que abusan de privilegios y del poder, estafadores, vendedores de cualquier método de “curación milagrosa”, criminales, empresarios sin escrúpulos, profesionales ejerciendo sin ética, personas que incurren en violencia familiar grave. Todos los anteriores, cuentan con características en común, tales como: un desinterés significativo por el derecho de los demás, carente capacidad de sentir empatía, una marcada tendencia a mentir y a manipular a los demás, falta de remordimiento y están impedidos a modificar su comportamiento, etc. Cabe mencionar, que no en todos los casos presentan todos estos rasgos de personalidad, ni todos quienes cometen crímenes son psicópatas. Tampoco, todo sujeto con psicopatía o trastorno antisocial de la personalidad llega a cometer actos en contra de la ley.


Igualmente, existe debate en diferentes ciencias (psicología, sociología, biología y criminología) para establecer si existe una “cura” o una modificación de la conducta en este tipo de casos, ya sea para tratamiento psicológico o en el ámbito penitenciario, donde en este último se pone en duda la capacidad de reinserción en personas con estas características. Lo que es un hecho y en base a la experiencia personal y de diversos colegas en materia de psicología, es que en muy pocas ocasiones (haciendo énfasis en muy pocas), alguien con esta problemática asiste a algún tipo de psicoterapia, al menos que ésta sea solicitada o impuesta por una autoridad en una cuestión legal o de tratamiento penitenciario, o en dado caso de asistir a tratamiento psicológico no es a causa de las repercusiones que generan ellos en los demás por su comportamiento.


No obstante, hay que preguntarnos cómo es que a pesar de que en la actualidad existe tanta información acerca de la psicopatía o el trastorno antisocial, aún tenemos problemas graves en todos los ámbitos. La respuesta está en dos características adicionales: por un lado, poseen una marcada habilidad para agradar a los demás y, por otra parte, logran detectar con mucha facilidad los puntos vulnerables de las personas, condiciones que facilitan el abusar de terceros. Un ejemplo tangible y que nos aqueja como sociedad lo podemos observar en los casos de violencia familiar, de allí que no es poco común observar las dificultades que tiene la víctima para conseguir moverse de una relación en la que está en riesgo su integridad física y emocional. Tampoco es inusual escuchar a las víctimas de este tipo de dinámica mencionar que el agresor muestra una cara o fachada totalmente distinta frente a las personas externas al núcleo familiar, donde incluso personas ajenas a la problemática pueden poner en duda la violencia que ejercen los agresores.


Entonces ¿qué debemos hacer frente a esto? Ante esta circunstancia podemos tomar varios caminos. Uno de ellos tiene que ver con la prevención desde la crianza de todo individuo el cual es el camino más importante y que puede ser más fructífero con el paso del tiempo, no obstante, es la vía más menospreciada por las autoridades tanto de seguridad pública e incluso por las de la salud para intervenir con familias que lo requieren. Sin embargo, sabemos gracias a aportaciones de diferentes ramas de la psicología, en especial la concernientes al psicoanálisis, que el proveer de un ambiente afectivo y de protección a los infantes, les permite a los niños y niñas desarrollar preocupación por sí mismos y por los demás, generando que en la edad adulta pueden experimentar la empatía.


Los villanos de la vida real. Thanos, villano de Marvel.

Otro camino tiene que ver con el trabajo preventivo con el agresor, aunque como ya se mencionó anteriormente, resulta ser el más complicado ya que si el “villano” tiene arraigado un desinterés en el modificar su comportamiento, difícilmente logrará asumir como desajustadas sus acciones. Es importante puntualizar que solo esto aplica si la persona realmente presenta características reales de psicopatía, porque desde luego existen sujetos con problemáticas emocionales profundas que pueden influir en que realicen actos impulsivos en contra de terceros y aunque parezca algo paradójico, estos actos también les generan sufrimiento a sí mismos. Si estas personas tienen la posibilidad de asumir como doloroso su actuar, existe oportunidad de brindarle atención, sin que esto llegue a ser fácil. También cabe señalar que todos en algún momento podemos fungir en ese papel de villano para alguien más (claro, nadie es perfecto), podemos convertirnos en “personas tóxicas” ya sea con intención o sin ella, pero lo que nos pondría en un lugar contrario al que ocupa el psicópata, es precisamente la presencia de la culpa, el arrepentimiento real, el deseo de reparar la falla que se cometió ya sea con el agraviado o en algún otro lugar, siendo una condición transitoria, errores que se intenta no volver a cometer.


Los villanos de la vida real. The Joker.

Por último tenemos el tercer camino, que es el trabajo personal, en el que se uno mismo tiene que detenerse a atender las situaciones o conflictos en los que atravesamos y que su vez nos hacen susceptibles a vivir situaciones de violencia o de abuso de terceros, de allí que es importante recordar que el psicópata tiende detectar los puntos endebles de la personalidad de la víctima, ya sea de necesidades afectivas o estados emocionales vulnerables. Por ejemplo, un estado de sensación de soledad o la depresión pueden ser factores de los que alguien con psicopatía puede sacar provecho, incluso acrecentando ambas a través de agresiones verbales, devaluando a la persona o alejándola más de los vínculos o redes de apoyo de terceros (como es de la familia y amistades) para incrementar la dependencia hacia el agresor. Una herramienta eficaz es la reflexión acerca de nuestro estado emocional, entre mayor es la auto crítica y baja autoestima, también resulta más complicado el encontrar herramientas para enfrentar estas adversidades.


Asimismo, es importante explorar y pensar cuales son las condiciones que nos llevaron a vincularnos en relaciones de peligro, siendo de utilidad identificar si en nuestra familia de origen existió violencia. Hay que recordar que en muchas ocasiones repetimos historias familiares y la forma en que aprendemos a vincularnos en la familia, son de gran influencia en las relaciones de amistades y de pareja que hacemos posteriormente en la etapa adulta. Al momento de darnos cuenta de la presencia de estas situaciones vulnerables, es indispensable solicitar ayuda de nuestros allegados y acudir a atención psicológica profesional.


Nadie está exento de ser víctima de un “villano”, tampoco es culpa de quien sufre de algún conflicto emocional el ser objeto de violencia, pero los recursos que desarrollemos nos brindaran herramientas para movernos de lugar y encontrar soluciones a este tipo de situaciones complicadas.

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Actualizado: 8 mar 2020

Un regalo navideño para toda la vida.

Ya comienza el mes de diciembre y con ello las planeaciones y la organización de las respectivas fiestas de navidad y fin de año. Del mismo modo, surge una encomienda y misión que en los últimos años se ha establecido como el centro de las festividades: la adquisición de los regalos de navidad. Múltiples e innumerables son las opciones que se encuentran en el mercado para obsequiar a los niños en esta navidad: desde juguetes eléctricos, de acción, casitas, consolas de videojuegos, smartphones, tablets, muñecas, etc. Esto puede volverse una verdadera encrucijada para los padres dado que se busca cumplir con el regalo ideal o que cumpla con lo que la hija o el hijo desea e incluso, que cumpla con las sugerencias que lo que los expertos (háblese de psicólogos, pedagogos o médicos) recomiendan para lograr un desarrollo intelectual y emocional del infante.


Sin embargo, hay que preguntarnos, qué es lo que está implícito en lo que regalamos a nuestros hijos. Existen diversas situaciones que pueden ejemplificar “eso” que se encuentra escondido en lo que regalamos a en navidad y que hace que pierda valor el presente que les brindamos. Un caso de ello lo vemos reflejado en el restringido tiempo que brindamos en la crianza a los niños debido a las amplias jornadas laborales y el ritmo de vida veloz al cual estamos sujetos, lo que obliga a los padres a tratar de compensar las desatenciones ocurridas durante el transcurso del año a través de proveer de regalos. Del mismo modo, otro factor se relaciona con que en la actualidad nos encontramos más concentrados en adquirir un producto para mostrarlo a los demás que como obsequio al ser amado, lo que igualmente pone como punto central el consumo y la compra, más no el afecto. Por último, también se puede dar mayor énfasis en un regalo que facilite el cuidado de los hijos situación que aqueja en muchas familias ya que es común que se utilice los smartphones para que los niños jueguen o se tranquilicen.


Las anteriores situaciones dejan la sensación de un hueco, es decir que son regalos pero que carecen de elementos afectivos importantes. Si bien, todas las personas recordamos con cariño algún regalo de nuestros padres, tíos, de “Santa Claus” o los “Reyes Magos”, aunque el objeto en sí que recibimos no cubre una necesidad que haya sido determinante o para subsistir para nuestra vida durante la infancia, la importancia radica en que el regalo evoca una emoción y un valor afectivo de lo que representa o de quien proviene el regalo. De allí, que hay otros regalos que sí resultan indispensables y que perduran a lo largo de la vida del niño hasta su vida adulta y tiene que ver con el otorgarles amor, respeto y protección.


Un regalo navideño para toda la vida.

Para brindar estos regalos, no se requiere de una fecha conmemorativa y ellos tendrán un impacto a largo plazo, ya que además de ser obsequio preciado, se convertirán en herramientas que utilizarán frente a las diferentes circunstancias que tengan que afrontar. En una época de consumo, el respeto, el afecto y el amor son regalos que “cuesta mucho” compartir, resultando más difícil otorgar tiempo para escuchar, para sostener, para contener y dar lugar a las necesidades y dudas de nuestros hijos, pero el proveerles de estas herramientas les posibilitan adquirir otros regalos de mayor valía a lo largo de sus vidas. Por ejemplo, resolver problemas por sí mismos, mantener una relación cercana con sus propios padres, desarrollar empatía por allegados y amistades e incluso, elegir relaciones de pareja cálidas y posteriormente, también mostrarse interesados y amorosos con sus futuros hijos, cuando les corresponda ser padres sí así lo desean.


Un niño logrará sobrevivir sin un juguete comprado, siempre y cuando cuente con la suficiente protección y se desenvuelva en un ambiente amoroso. Al contar con ello, consiguen arreglárselas para jugar aún y ante la ausencia de un “artefacto” puesto que el afecto que los padres le proveen posibilita el desarrollo de habilidades para convertir una caja de cartón en un palacio, en una casa, en una nave o en un escondite en el que pueden imaginar, divertirse, generar historias y recuerdos que perdurarán para toda la vida.

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