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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 30 sept 2021
  • 6 Min. de lectura

El #alcoholismo es una de las principales enfermedades que afecta adolescentes y adultos actualmente, la adicción al alcohol está normalizada muchas veces por la función social que tiene; en donde se cree que el consumir alcohol está relacionado con pasarla bien, disfrutar de un evento, una reunión social o una fiesta

En México, de acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública el consumo de alcohol es uno de los principales factores de discapacidad y muerte prematura. El consumo percápita por persona ese 4.4 litros por año, aunque esto suele aumentar al consumirse de manera excesiva en periodos cortos de tiempo, por ejemplo los fines de semana. El 77% de la población ha consumido alcohol por lo menos una vez en su vida, y el 33% considera que su consumo ha sido excesivo en el último año. El 40% de los jóvenes ha admitido haber consumido alcohol entre las edades de 12 a 17 años, mientras que el 15.2% admite consumirlo de manera excesiva.


No hay una definición única y exclusiva del #alcoholismo, sin embargo, podemos encontrar características en común en las diferentes investigaciones acerca del tema. La Sociedad Americana de Medicina sobre las Adicciones define el #alcoholismo como: Una enfermedad crónica primaria En cuya evolución y manifestaciones influyen factores genéticos, psicosociales y ambientales. La enfermedad es progresiva y fatal. Se caracteriza por los siguientes rasgos, que pueden ser continuos o periódicos: deterioro del control sobre la bebida, obsesión con el alcohol, consumo continuo de alcohol pese a sus consecuencias adversas y perturbación del pensamiento, sobre todo, a través de la #negación.


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alcoholismo

Por otro lado, de acuerdo con el estándar internacional de estadística y categorización de enfermedades de la OMS, se considera una persona #alcohólica cuando:


Tres o más de las siguientes manifestaciones deben haber estado presentes durante al menos un mes o si han durado menos de un mes, deben haber aparecido juntas de forma repetida en algún período de doce meses:





  1. Deseo intenso o vivencia de una compulsión a consumir alcohol;

  2. Disminución de la capacidad para controlar el consumo de alcohol, unas veces para controlar el inicio del consumo y otras para poder terminarlo o para controlar la cantidad consumida.

  3. Síntomas somáticos de un #síndromedeabstinencia cuando el consumo de alcohol se reduzca o cese, cuando se confirme por: el #síndromede bstinencia característico del alcohol o el consumo de la misma sustancia (o una muy próxima) con la intención de aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

  4. Tolerancia, de tal manera que se requiere un aumento progresivo de la dosis de alcohol para conseguir los mismos efectos que originalmente producían dosis más bajas;

  5. Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del consumo de alcohol, aumento del tiempo necesario para obtener o ingerir el alcohol o para recuperarse de sus efectos.

  6. Persistencia en el consumo de alcohol a pesar de sus evidentes consecuencias perjudiciales, tal y como se evidencia por el consumo continuado una vez que el individuo es consciente o era de esperar que lo fuera, de la naturaleza y extensión del daño.

En resumen, el #alcoholismo abarca tanto situaciones físicas, psicológicas, emocionales, sociales, entre otras. Podemos considerar a una persona alcohólica cuando el consumo sobrepasa el control de la persona sobre él mismo, y cuando dicho consumo ha empezado a generar deterioro en la #calidaddevida de la persona evadiendo sus responsabilidades con tal de continuar consumiendo alcohol, o cuando la persona se niega a dejar de tomar por miedo a que llegue los síntomas de lo que comúnmente conocemos como cruda, o #síndromedeabstinencia.


Existen tres niveles, de consumo. El primero de ellos se refiere Al consumo de riesgo, y es definido como un patrón de consumo de alcohol sin poner en riesgo al propio bebedor, o a los que le rodean. El consumo perjudicial es cuando ya se ven comprometidos lo #físico y lo #psicológico como consecuencia de la ingesta de alcohol continua y finalmente la dependencia que es un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que pueden aparecer después del consumo repetido de alcohol. Estos fenómenos típicamente incluyen deseo intenso de consumir alcohol, dificultad para controlar el consumo, persistencia del consumo a pesar de las consecuencias perjudiciales, mayor prioridad al consumo frente a otras actividades y obligaciones, aumento de la tolerancia al alcohol y abstinencia física cuando el consumo se interrumpe.


Entre las principales consecuencias #fisiológicas del consumo excesivo de alcohol encontramos: #Depresión, #cáncer de garganta y boca, resfriados frecuentes, mayor posibilidad de padecer neumonía, menor resistencia a las infecciones, daño hepático, entumecimiento, úlceras, En los hombres #disfuncióneréctil, en las mujeres la posibilidad de malformaciones en el feto, Envejecimiento prematuro, mareos, náuseas, pérdida de la memoria, E inflamación del páncreas.


En cuanto al número de bebidas, esta puede variar dependiendo de la cantidad de alcohol que se consuma en cada una de ellas, sin embargo la siguiente tabla nos muestra una versión estandarizada que nos ayuda a detectar cuando podemos considerar que nuestro consumo de alcohol está acercándose a la dependencia:


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Consumo diario por nivel de riesgo

En esta imagen podemos observar que los ex bebedores se encuentran en un nivel de riesgo de leve a moderado, el consumo ocasional implica un riesgo reducido y se considera de una bebida a la semana, mientras que el bajo consumo va de entre 1 a 2 bebidas al día. A partir de aquí la tabla considera ya un riesgo leve, moderado, alto y muy alto. Considerando el consumo medio entre 3 a 4 bebidas al día, un alto consumo de cinco a seis bebidas al día, y un muy alto consumo de seis a más bebidas al día. Es importante considerar que esto se modifica de acuerdo a la cantidad de alcohol que se ingiere, así, por ejemplo, un nivel muy elevado de alcohol en un periodo muy corto de tiempo aunque sea en pocas bebidas, se considera como de riesgo alto.

¿Qué hacer?

Una vez que hemos descrito las formas de identificar el nivel de #alcoholismo que puede presentar una persona, es necesario saber de qué manera intervenir si nos hemos dado cuenta de que nosotros o una persona cercana se encuentra en un nivel de consumo riesgoso. Existen diferentes modalidades de intervención, de acuerdo al consumo, estos van desde la prevención hasta el internamiento y se consideran de la siguiente manera:


  • En el primer nivel, encontramos la zona de #prevención, que consiste en educar sobre todo a los jóvenes sobre las características, el consumo, y consecuencias del exceso de alcohol. En este nivel no existe aún una #dependencia, la persona puede o no haber probado el alcohol en algún momento de su vida. Es un nivel más que nada informativo enfocado en la #educación sobre el alcohol y el #alcoholismo.

  • El segundo nivel de intervención, cuando la persona se encuentra en un riesgo de muy bajo a bajo, esto es que consume alcohol pero solamente de forma periódica y sin ningún indicador de #dependencia, entonces se le puede aconsejar que tome algunas medidas precautorias, como no tomar cuando maneje, no hacerlo durante horas de trabajo, abstenerse si siente que comienza a perder el control. En este nivel todavía hay posibilidad de que la persona se regule por sí misma haciendo solamente algunos cambios en su rutina y en sus hábitos.

  • En el tercer nivel ya el consejo no es suficiente, y se recomienda el uso de una #terapiabreve para el manejo del consumo de alcohol, aquí podríamos encontrar a los consumidores de rango medio, de acuerdo con lo ya comentado anteriormente, la terapia breve puede ayudar a identificar Algunos de los principales rasgos que pueden predisponer o no a la persona aún consumo excesivo, y al mismo tiempo apoyar en resolver la situación es que estén promoviendo un consumo más excesivo.

  • En el último nivel, encontramos ya un consumo crónico de alcohol, que es diario y en grandes cantidades. En este nivel de consumo alto a muy alto es necesario derivar a la persona a un especialista, por lo regular se debe contar con un equipo multidisciplinario que incluye un médico, un psicólogo, un nutriólogo, entre otros. Sabemos que en México el sistema de salud muchas veces no posibilita una #atenciónintegral, por lo que se le debe dar prioridad a la consulta con el especialista en medicina, para revisar primero el estado general de la persona y a partir de ahí actuar, ya sea dándole seguimiento médico y psicológico, o llegar incluso a internar al paciente. Cuando se toma la decisión del internamiento, es importante estar asesorados por el médico para saber exactamente a dónde enviar a la persona ya sea por voluntad propia o contra su voluntad si ya está en riesgo su vida. Es importante cuidarnos de los llamados anexos que no están regulados por la ley y en donde generalmente se promueve más el consumo o bien se maltrata a las personas ingresadas. De ahí la importancia de consultar a los especialistas y asegurarnos de que el lugar en donde vamos a ingresar a nuestro paciente es un lugar que realmente promueva la #rehabilitación y el apoyo integral a la familia.

En conclusión, es muy importante tomar en cuenta todos los aspectos que engloban a una persona, desde el ámbito individual, social, de trabajo, familiar, y genético para poder tener una visión más amplia del grado de consumo de alcohol y de las posibles consecuencias que esto puede traer. Recuerda acudir a instituciones regularizadas y gubernamentales que te puedan ayudar y guiarte en el proceso de diagnóstico y tratamiento para ti o para los que te rodean.




 
 
 
  • 2 sept 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 17 mar 2023


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Es cierto que en un primero momento la formulación de preguntas que impliquen al sujeto como un agente activo de su entorno no aparece con claridad como demanda de un proceso terapéutico. Lo que encontramos en las primeras sesiones son relatos que tratan de explicar lo que la acontece a esa persona en la actualidad, las primeras sesiones se muestran catárticas y las culpas son repartidas en los otros que rodean el entorno del sujeto.

Encontramos en la mayoría de las personas que deciden iniciar psicoterapia un malestar asociado a sus sintomatología, ésta sintomatología interfiere de alguna manera en proceso adaptativos que vivencia el ser humano que participa en sociedad.

La persona que llega al consultorio es un sujeto que principalmente sufre por sus síntomas y no da cuenta sobre el origen de los mismos, es un sujeto que al no comprender la razón de su padecimiento comienza a formularse preguntas acerca de su malestar, ¿cómo este malestar influye en su tránsito por la vida cotidiana, relaciones familiares, apreciación del entorno y auto concepto?

Aquel que llega por primera vez a un consultorio de atención psicológica, se pregunta cuál será el camino para tratar de desanudar la problemática y malestar que vivencia. ¿Cómo poder resolver su condición sintomática?

El camino para el tratamiento es hablar de su padecimiento, hablar de sí mismo, hablar de lo que aqueja, lo que duele, lo que preocupa, lo que gusta, lo que incomoda. La única regla del espacio analítico “hable de lo que quiera” “diga todo aquello que le venga a la cabeza”.

Sin embargo es difícil para la persona que asiste por primera vez hablar de aquellos afectos, circunstancias, percepciones que quizá nunca se ha permitido decirlas en voz alta. El terapeuta se muestra primero; como un depositario del malestar y en un segundo momento ya avanzado el proceso terapéutico, como aquel que devuelve la responsabilidad de la condición sintomática de aquel de porta el discurso.


La labor del sujeto es poner en juego su propia palabra, analizarla y desfragmentarla y lo que ella conlleva de afectos ocultos en frases y pensamientos, la labor del terapeuta es escuchar y devolver su discurso, interpretar en un movimiento de ida y vuelta en donde la palabra del sujeto rebota en el terapeuta.


Durante la primera sesión se espera que el terapeuta reciba, se espera que el analizante desfragmente su discurso como pueda, se espera que uno sea depositario y el otro depositante de afectos, miedos, historias, memorias…. deseos.

Se espera que se inicie el establecimiento de un vínculo que pondrá las condiciones para la vivencia de la experiencia del análisis. Ese escenario, ese espacio donde cohabitan dos personas en una misma experiencia.

 
 
 

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¿Cómo amarse a sí mismo?

En la actualidad, algunas veces tener dudas es algo que se percibe como poco alentador. Más de un paciente ha mencionado en la consulta que su objetivo es "poder amarse a sí mismo" e incluso, algunos de ellos han referido que les tomo meses de terapia aprender a quererse a sí mismos tanto como se ama a los demás. Y aunque, es algo que la mayoría lo coloca como meta de tratamiento, el "aprender a" es una acción tan difícil como necesaria.


El empezar a percatarse cómo se habla a uno mismo cuando no se encuentra rodeado de los otros, es un ejercicio interesante para trazar la línea del auto concepto.


No obstante, socialmente las personas optimistas, creativas, con éxito, entre otras muchas cualidades que son vistas como fuente a aspirar por su gran positivismo, suelen generar inquietud ante la persona que funciona como espectador. Algunas veces, los comentarios negativos se exteriorizan por medio de la voz crítica de sí mismo, entendiendo que estas cualidades positivas que no se tienen le impide amarse por completo y de alguna forma puede que la persona considere que si no se aman a sí mismos difícilmente habrá un amor profundo con los otros.



Algunas veces, los comentarios negativos se exteriorizan por medio de la voz crítica de sí mismo, entendiendo que estas cualidades positivas que no se tienen le impide amarse por completo y de alguna forma puede que la persona considere que si no se aman a sí mismos difícilmente habrá un amor profundo con los otros.

De alguna forma, las frustraciones a nivel personal, familiar o social pueden tornarse agobiantes o pesadas debido a la visión de que todo cambiaría "si se fuera más positivo" - que, aunque hay cierta verdad en que la manera de ver las cosas sí modifica el proceso de llevarla- el obligarnos a ver positivismo donde es difícil hace sentir una presión inmensa. De tal manera que, el propósito de amarse a sí mismo se mantiene en una línea muy delgada entre ser positivo y tener una autoestima balanceada. Tanto ser positivo como negativo, así como el amarse a sí mismo se trata de interpretar la experiencia, de cómo se traduce y la relación que se genera con uno mismo en este viaje. Si bien, algunas experiencias pueden hacernos pasar malos ratos la prevalencia de los mismos es el elemento que será brújula en esta evaluación.


La positividad excesiva no es el conflicto central, sino la rigidez e inflexibilidad ante las sensaciones que se atraviesan y por lo que quizá, la salida de manera paradójica es mantenerse en esta experiencia placentera. Pero, ¿cómo es que sabemos que hay miedo, dolor en el alma o la tristeza que lo produce? ¿Cómo sabemos que está ahí? ¿Cómo se siente o cómo se palpa? Me parece que difícilmente responderemos a estas preguntas, comenzando porque es algo inmaterial, lo cual desde un primer momento nos hace humanos. Pero un comienzo beneficioso es dudarlo, en cuanto aparece la duda, se genera la curiosidad. Si dudamos de sentirnos cómodos y seguros, seguramente algo está pasando con nosotros que pone en juego la respuesta.


Ciertamente, no podemos huir de nosotros mismos, pero podemos intentar conocernos un poco, entrarle a la duda y que, aunque la respuesta genere miedo, posibilitará un poco de libertad, la libertad de elegir, de conocer, de decidir si conservar lo que tenemos o construir cosas nuevas, pero sobre todo la libertad de sentir y sentirnos.



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Lic. Cynthia González

Psicoterapeuta

 
 
 
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