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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 14 ene 2021
  • 3 Min. de lectura

¿Qué es la #riqueza? Siguiendo al filósofo y escritor, “Bifo” Berardi, aquello que se entiende por

riqueza tendría que ser puesto a reconsideración. Y no solo a nivel conceptual. La percepción

misma de la #riqueza y del ser rico, son nociones que tienen que ser repensadas. Tomando en

cuenta, en gran medida, el anudamiento, no poco frecuente, que la noción de riqueza tiene con el



De manera frecuente, al menos durante los últimos años, cuando se piensa en la #riqueza y en el

ser rico, vienen a nuestra mente imágenes que tienen que ver con la acumulación de cosas y de

bienes; casas, vehículos, objetos materiales, etc. Todo aquello que se relaciona con cuestiones

económicas, financieras y de poder adquisitivo. Esta triste idea de #riqueza, propia de la sociedad

actual, inscribe en nosotros una idea de carencia, relacionada, por un lado, con la adquisición de

los objetos y de bienes materiales, y por el otro, una idea de necesidad, al sentirnos demandados

por la obtención y la posesión de los mismos. Lo que ha tenido como consecuencia, una

construcción paulatina, pero sobre todo imaginaria, de que dichos objetos son indispensables

para poder desarrollarnos, y tristemente también, para alcanzar la #felicidad, generando así, una

dependencia a ellos. Esta identificación que se ha hecho de la #riqueza con la capacidad de poder

adquisitivo, es decir, con la obtención de bienes materiales, logra atravesar el imaginario social,

afectando, además, diversas esferas de lo humano. Las cuales van desde los modo y las formas

en las que nos relacionamos, hasta los sentimientos y afectos que en dichas relaciones tienen

lugar.



Muchas de las #relaciones que tienen lugar hoy en día, relaciones de amistad y de pareja,

comienzan a estar atravesadas por una lógica de mercado y de consumo, por esa lógica de la que

venimos hablando y que pensamos tiene que ver con la idea de la #riqueza. En donde nuestra

relación con los demás, queda condicionada por el provecho, la utilidad y el beneficio, que

dichas relaciones nos pueden dejar. Es decir, la presencia y la interacción con quienes nos

rodean; las actividades que hacemos y los planes que llevamos a cabo, están determinados por el

aporte que los demás tienen para con nosotros mismos, en un sentido utilitario. Comenzamos a

ver al semejante como un objeto a aprovechar y a utilizar, como algo que tendría que dejarnos

algo, beneficiarnos. En ese sentido pensamos que el semejante, a la par de un objeto, es algo que

podemos poseer y utilizar. Si no aporta nada, es desechable o reemplazable. Así, esa misma

lógica va invadiendo cada uno de nuestros espacios; familia, amigos, desarrollo personal. Todo

es pensado en términos de producir y de producción. Como en los objetos, todo ha de servir para

algo. Dando como resultado, que las actividades de esparcimiento, tiempo libre y ocio, estén

investidas por el aura de la productividad, imposibilitando nuestra capacidad para disfrutarlas. Si

en todo momento no se hace algo de provecho o productivo, viene la culpa. Nuestras actividades

quedan condicionadas a realizarse únicamente si sirven de algo o para algo.

Sin embargo, nuevas formas de percibir la #riqueza y la #felicidad son posibles, unas que no estén

basadas en la posesión ni en lo útil, sino que por el contrario, se abran a la posibilidad y a la

expectativa de un encuentro que no sabemos si nos dejará algo, pero que sin embargo podemos

disfrutar y gozar. En donde nuestro semejante, familia y amigos, tengan lugar por lo que son y

por lo que nos hacen sentir, no por lo que nos puedan dejar o dar a cambio. Donde las actividades que realizamos tengan valor pero por lo que nos producen a nivel afectivo y emocional, no por la

capacidad que tengan de producción a nivel económico o financiero.



Si se deja de pensar la riqueza y la felicidad como posesión y acumulación, ¿cómo se pueden

pensar entonces?, se pueden pensar como tiempo. Como ese tiempo para disfrutar, para conocer

y para conocerse, para viajar, para convivir con los amigos y con la familia, ese tiempo para

perder y para perderse, para dejar ir y para distraerse, para contemplar. Todo ello sin sentir culpa.

Ese tipo de #riqueza y de #felicidad es y será siempre el fundamento del verdadero bienestar.

 
 
 


A más de cien de años de la invención del psicoanálisis, gran parte de la #prácticaclínica que ha tenido lugar en su nombre, parece estar más influenciada por los supuestos de los que bebió en su origen, como lo son la #hipnosis y la #catarsis, que de lo que en la posteridad, Freud, englobo en lo que entendemos por técnica psicoanalítica. Por lo que en lo sucesivo, abordaremos algunas de las ideas que, a propósito de la #prácticaclínica del psicoanálisis, se han mantenido hasta nuestros días, los modos y las formas en las que trabaja un analista, así como de las técnicas que se cree que esta disciplina utiliza dentro de su marco de trabajo.



No es poco frecuente encontrarse con una concepción generalizada de que quien acude al psicólogo o al psicoanalista, lo hace para hablar o platicar sobre sus problemas. Y aunque hay algo de cierto en esta afirmación, no podríamos decir que es lo único que en las sesiones terapéuticas tiene lugar. Si el mero hecho de hablar, tuviera la capacidad de llegar a una cura, la intervención del #analista, incluso su presencia, podrían pensarse como prescindibles. Ya que un trabajo que se sostenga únicamente en el pensar que el hablar por hablar cura, bien podría tener lugar en el marco de una charla familiar o de una conversación cotidiana.


Lo problemático en este tipo de ideas de tratamiento radica en que, si bien, es cierto que las problemáticas que se abordaran en sesión corren por parte del paciente, ya que la asociación es libre, la dirección que un #análisis, de dichas problemáticas, tomará corre por cuenta del analista. Tomando en cuanta que gran parte del trabajo en psicoanálisis apunta a poder ubicar aquello de lo cual el paciente no es capaz de dar cuenta, justamente porque de eso, es de lo que no se puede hablar, o lo que mas trabajo cuesta elaborar, bajo este supuesto; ¿en qué momento se puede llegar a concluir que alguien llegará a la cura a partir de una producción discursiva, sin dirección, que con o sin la presencia del analista tendría lugar?




Del esquema de trabajo del psicoanálisis, Freud, nos dice lo siguiente:

“En sus comienzos la #cura psicoanalítica era despiadada y agotadora. El paciente debía decirlo todo él mismo y la actividad del médico consistía en esforzarlo {drängen} de continuo. Hoy tiene un aspecto más benévolo. La cura consta de dos partes: lo que el médico colige y dice al enfermo, y el procesamiento por este último de lo que ha escuchado. El mecanismo de nuestra terapia es fácil de comprender; proporcionamos al enfermo la representación-expectativa conciente por semejanza con la cual descubrirá en sí mismo la representación inconsciente reprimida. He ahí el auxilio intelectual que le facilita superar las resistencias entre conciente e #inconsciente.” (Freud, S.; 1910)


De esta apuesta clínica podemos puntualizar dos cosas. En primer lugar, que Freud, hace mención del paso que da el psicoanalista, de pedir al paciente que lo diga todo aquello que venga a su mente, a abrir un espacio para que él mismo paciente se tome el tiempo necesario de escuchar aquello de lo que él mismo enuncia. Proceso que no podría tener lugar sin el papel activo de un #analista, que haga una elección y procesamiento del material que surge en la sesiones. Este proceso de escucha, selección y devolución del material, tiene que ver con la técnica de la interpretación en #psicoanálisis. Esta intervención activa del #analista va desde la escucha, hasta el gesto o la palabra.


Resumiendo, podríamos decir que aunque es cierto que el trabajo #psicoanalítico se sostiene en una práctica donde prima la palabra de los pacientes, dicha palabra, tendrá que estar constantemente sometida a análisis por parte del analista. #Análisis que puede ir desde los afecto, emociones y sentimientos que lo que decimos nos produce, hasta un profundo cuestionamiento de las conductas que diariamente repetimos y que nos generan malestar. Es decir, el trabajo que en un #análisis tiene lugar, estará regido por una dinámica de #analista-paciente.





Bibliografía

Freud, S. (2012). Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras obras: 1910. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (2012). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber). Trabajos

sobre técnica psicoanalítica y otras obras: 1911-1913. Buenos Aires: Amorrortu.

 
 
 

Actualizado: 12 feb 2021

Es innegable que la #ansiedad es uno de los principales problemas de la #sociedad en la actualidad. Y uno de los temas mas recurrentes dentro de quienes trabajan en el campo de la salud mental. Pero, ¿qué es lo que pasa cuando al tema de la salud mental se le da tanta importancia que termina por generar malestar? , cada vez es más frecuentes ver, que parte de la preocupación de los pacientes, ademas del malestar generado por la propia #ansiedad que presentan, tiene que ver con el tener que estar bien.



En las sociedades contemporáneas, el tema de la #saludmental, y el de la salud en general, ha cobrado una relevancia tal, que más allá de ayudar con la enfermedad, comienza a generar aquello de lo que tanto parece preocuparse. Convirtiéndose en una exigencia más a realizar, en un ideal más, de esas que tanto gusta la sociedad actual.

La sociedad moderna se ha convertido en un campo fértil para los denominados cuadros de #ansiedad, ya que el estar bien y el sentirse bien, en toda su ambigüedad, forman parte de los ideales a alcanzar si se quiere lograr la plenitud y desarrollo personal. Tal ha sido el impacto de esto, que el tener un estado de animo decaído, o uno que nos haga sentir cierto malestar físico o emocional, es sinónimo de que algo no anda bien, o de que no se esta sano. La #ansiedad, el #miedo y la #tristeza, pese a ser estados propios de la evolución humana, parecen querer ser negados y evitados, como si el sentirlos estuviera prohibido.

El riesgo de este tipo de situaciones radica, en que una vez incrustadas en el imaginario social, ademas de ser difíciles de erradicar, traen consigo un mayor malestar, por ejemplo, un cúmulo, aun mayor, de #ansiedad innecesaria. Porque estar bien, ahora también se ha convertido en una carga, en una responsabilidad más.





Cuando uno da cuenta de este tipo de fenómenos, no puede hacer menos que cambiar los modelos clínicos, en donde el #bienestar no esté directamente relacionado con una buena #saludmental y física, sino que por el contrario, se dé apertura a nuevas formas de experiencia que den lugar a la frustración y al sufrimiento como parte indisociable de la vida. Como aquellas experiencias que pueden ser trabajadas, ya no con la intención de eliminarlas, negarlas o anularlas, sino que por el contrario, como aquello que podemos incorporar para darle un sentido distinto en nuestra vida.


Luis Franco

 
 
 
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