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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 14 may 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 sept 2019


¡Vaya pregunta! Pero es algo frecuente que los padres observen en otros niños conductas distintas a las de sus hijos. ¿Por qué sucede esto?, ¿cada niño tiene su tiempo y forma de madurar?, ¿es algo esperado?

Sucede frecuente porque como padres nos enfrentamos a cierta competitividad (influenciada por el entorno y por las propias expectativas que me impongo como padre) que tiendo a comparar a mi hijo con el desarrollo de otros. En momentos esta comparativa puede ayudar a tener un referente externo del desarrollo de un niño de cierta edad, e incluso en las escuelas surgen ciertos "requerimientos" de maduración para permitir que un niño ingrese o no a un plantel. Con esto se busca tener ciertos bordes sobre lo esperado y lo no esperado en los niños aunque existen ciertas escuelas que apresuran dicha maduración, aunque ese es un tema que da para otro momento.

Hablamos aquí de aquellos casos en los que mi hijo tiene ciertas conductas "inmaduras" que le impiden desenvolverse como un niño de su edad, que lo limitan en su interacción con otros niños o incluso que "regresa" a hacer cosas que antes no hacía y yo no sé por qué.


Decimos que "regresa" porque hablando de la infancia esta es una forma de protegerse muy común. No es algo que los niños planeen para hacerle la vida imposible a los padres, es un mecanismo de defensa en el que ante situaciones que les parecen difíciles de afrontar los niños suelen volver a etapas anteriores donde tenían más cerca a sus padres. Como si de una forma interna el niño buscara más cercanía de los adultos a su alrededor para poder afrontar dicha situación complicada. Por ejemplo, nos podemos topar con niños que ya articulaban frases al hablar pero que ante el nacimiento de un hermanito vuelven a hablar como bebés, o quienes podían hacer ciertas actividades solos como recoger sus juguetes o su plato después de comer pero que ante algún cambio drástico en casa se vuelven más "berrinchudos" como lo eran tiempo atrás. Esto sucede precisamente por dichos cambios y más si no hubo una preparación adecuada para los mismos.

Otros ejemplos de conductas de este tipo que podemos ver en casa son las siguientes:

  • Orinarse en la cama

  • Defecar en los pantalones o cualquier lugar fuera del baño

  • Dejar de hablar

  • Volver a chuparse el dedo

  • Pedir que se tome en biberón de nuevo

  • Querer regresar a dormir en cama de los padres

¿Qué otras situaciones pueden desencadenarlo?

  • Muerte de algún familiar cercano (padres, hermanos, abuelos),

  • Separación o divorcio de los padres

  • Cambio de escuela o casa

  • El nacimiento de un nuevo hermanito (a)

  • Algún desastre natural que puede ser vivido como traumático.

  • Conflictos en la dinámica familiar o escolar

El que sucedan estas situaciones en los niños de manera frecuente no quiere decir que deban de dejarse pasar, en muchas de las situaciones puede ser el inicio de una bola de nieve que podría ir creciendo, además que estas situaciones señalan una problemática emocional en los niños en donde es necesaria una intervención.

Éste es uno de los motivos principales de consulta en niños, los padres se pueden encontrar cansados de esta situación que han intentado de todo para que las cosas cambien sin lograr el objetivo. Lo más indicado es abrir al diálogo con un terapeuta especializado en el trabajo infantil para encontrar las recomendaciones más adecuadas para trabajar en casa su mi hijo, y en consulta el poder acompañar al infante en este afrontamiento que se le presenta.

 
 
 
  • 27 ago 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 sept 2019



cuando los padres envejecen

Llega un momento en la vida de un hijo donde se encuentra de frente al envejecimiento de sus padres. Sin duda es algo que lo tenemos presente ya que el tiempo no se puede detener, pero existe un momento en el que nos vamos haciendo más conscientes de ello.

Ya sea teniendo como referencia la propia edad, o un recordatorio ante una enfermedad en los padres; los hijos nos topamos con el tiempo de frente cuando alguna de estas situaciones se presenta.

Tiene que ver con la imagen de nuestros padres, la forma en la que se modifica su cuerpo, sus palabras e incluso sus acciones. Nos topamos que poco a poco los vemos más cansados que antes, que sus movimientos son más lentos o imprecisos, el aumento en la ingesta de medicamento, etcétera. Pensando en una vejez que implique un deterioro físico nos coloca en el lugar de espectadores reflexivos hacia la vida y el vínculo que tenemos con ellos.

Se dice mucho que es en este momento cuando "como hijos debemos de estar al pendiente de nuestros padres" ya que "ellos en su momentos así lo hicieron con nosotros" y que es un deber moral e incluso una "obligación" el velar por su salud y bienestar, sin embargo, ¿qué sucede cuando desde hace tiempo yo no tengo una buena relación con mis padres?, ¿cuándo nos encontramos con un diagnóstico de enfermedad complicado?, ¿qué sucede si yo como hijo no sé cómo reaccionar con estos cambios de vida?

Las frases antes mencionadas se dicen muy sencillo y otorgan al individuo una expectativa cultural en muchos casos difícil de cumplir, ya que no es fácil remendar un vínculo que ha estado con fisuras desde hace mucho tiempo, y que en algunos casos puede que continúe sintiendo hostilidad hacia mis padres por acciones del pasado que compartimos.

En casos donde alguno de mis padres tenga un diagnóstico de enfermedad nos enfrentamos a dudas sobre sus cuidados, implicaciones económicas, modificaciones en el hogar, y en algunos casos, discusiones por diferentes puntos de vista con familiares. No es sencillo este pasaje, como cualquier enfermedad, y la idea que podemos tener sobre el cuidar de un enfermo no necesariamente coincide con lo que nos topamos en casa. En estos casos el contar con una asesoría médica de confianza me permite conocer las mejores opciones que tengo para mejorar la calidad de vida tanto mía como de mi familia.

En aquellos casos donde la vejez de mis padres me implica un cambio en su imagen tampoco es sencillo de asimilar. Se escucha frecuentemente en consulta que es de las cosas más complicadas de digerir para un hijo que toda su vida ha visto a sus padres activos trabajando o realizando algún pasatiempo. Es un momento en el que, como hijos, se nos presenta la necesidad de replantearnos la imagen de nuestros padres ya que esto nos permitirá el poder adaptarnos a los cambios.No es un movimiento que sea rápido pero que, si nos enfocamos en eso, sucederá.

Y precisamente es eso, cambios. Me coloca en una posibilidad de vivir este pasaje acompañando a mis padres. Es cierto que si con mis padres mantengo una buena relación tenga más elementos en los cuales apoyarme para poder adaptarme de una mejor manera, sin embargo en casos en los que no precisamente ha sido una relación llevadera me enfrento en esta posibilidad de elegir. Uno remienda vínculos en el hacer interno y externo. Hay quienes estas situaciones les permiten sanar algunas cosas vividas con sus padres y hay quienes viven estos cambios más internamente. Cada quien tiene su forma y debe de ser respetable. Hacer este pasaje cumpliendo expectativas puede dejarnos atrapados.

El tiempo es uno de los enemigos más complicados de vencer, pero puede convertirse en un elemento con el que podemos hacer las paces poco a poco. Vivir estos cambios en familia y, en la manera de lo posible, en compañía de un proceso terapéutico puede ser de gran ayuda para poder descargar lo que siento y poder informarme de las opciones que tengo.

 
 
 
  • 30 abr 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 7 sept 2019



Uno de los temas frecuentemente abordados en escuela para padres, trabajos psicoterapéuticos con niños y adolescentes, consejería para padres de familia, etc. es esta llamada Crisis de Autoridad por parte de los padres hacia los niños o adolescentes, indicando que en la actualidad los niños y adolescentes cuestionan, no obedecen, contestan muchas veces de manera altanera o incluso regañando o exigiendo a los padres.

Un padre en alguna ocasión llegó a decirme "Hoy en día los patos les disparan a las escopetas, en mi época era impensable para mi responderle a mi padre y ahora, ya no sé que hacer para que mi hijo de 7 años me obedezca".

¿Qué es lo que está pasando con la autoridad y las formas de disciplina de las familias actuales? Antes de responder a esta pregunta es necesario y prioritario respondernos a una primer ¿cómo era la autoridad y las formas de disciplina antes? ¿Cómo nos educaban nuestros propios padres y cómo lo hicieron nuestros abuelos hacia nuestros padres?

Muchos padres han llegado a comentarme que no entienden esa "manía" de nosotros los psicólogos en insistir que no se les puede golpear (pegar) a los niños para hacer valer la autoridad (eso si, estableciendo siempre que es como último recurso).

Sin embargo, ¿la última (y más efectiva) forma de ejecutar la autoridad y la disciplina es pegándole a un niño o dando una bofetada a un adolescente?

Remontémonos a nuestra propia infancia y adolescencia, ¿cómo era nuestra familia de origen? Las familias de hace algunas décadas tenían una estructura autoritaria, los roles estaban bien definidos, y mayoritariamente la autoridad y la disciplina la ejercían los adultos, específicamente el padre, aunque con quien convivíamos de manera regular era la madre quien fungía como ama de casa y se encargada de todo lo referente a la crianza de los hijos mientras el padre fungía como proveedor. Regularmente no había posibilidad de discutir, negociar, etc., mucho menos cuando el padre estaba involucrado o había dicho alguna instrucción disciplinaria, la pareja de los padres difícilmente discutía o si lo hacía ya se sabía el resultado, el padre tenía la última palabra y si existían negociaciones, eran a escondidas, en privado hablando con la madre, era ella la que se enteraba de todo aquellos que acontecía en la casa y era la encargada de informar (u ocultar) la información al padre.

La autoridad, la disciplina y las consecuencias en esa época eran definitivas y muchas veces, no aclaradas. Se inventaban "al vuelo", a conveniencia o necesidad de los padres (muchas veces en arranques de ira o desesperación) e inculcaba invariablemente ser golpeados con cintos, chanclas o con la mano extendida. Para regañar o reprender se usaban adjetivos como flojo, tonto e incluso palabras altisonantes, o bien, prolongados silencios en donde por horas, días o semanas uno de los padres no hablaba con el hijo en particular, aunque en ocasiones incluía a todo la familia.

Hoy en día esa estructura es imposible de llevar, iniciando con las labores parentales, cada vez son más raras las familias con una estructura en donde el padre es el proveedor exclusivo y la madre permanece mayoritariamente en casa. Actualmente ambos padres trabajan o tienen actividades que los alejan de casa. La labor parental es compartida, la comunicación entre los padres ha aumentado, la vida en pareja incluye la noción de igualdad de toma de decisión y palabra. Y eso se debe a una serie de luchas con respecto al derecho de las mujeres para tener control y decisión sobre sus vida y también, el derecho a los hombres de ser involucrados en la vida familiar, ser visualizados con seres humanos que requieren apoyo y que necesitan una vinculación emocional y afectiva por parte de su pareja e hijos.

En la actualidad los niños tienen acceso a información y al conocimiento, ya no está centrado en la figura del padre o del profesor, por lo que esa barrera del saber no se centra en el adulto, entonces ¿cuál es la labor del padre actual?

Preparar a los hijos para enfrentarse al mundo que les tocó vivir

Entonces ¿Las familias "de antes" eran funcionales y las de ahora no? Aclaremos, antes había autoridad y se sometía por la fuerza a quien no estuviera de acuerdo incluso cuando había abuso y violencia. Si lo que se pretende hacer con las estructuras familiares es replicar la estructura social, no es extrañar las manifestaciones a nivel social y psicológicas que tenemos por parte de "los adultos" actualmente. Ya sea porque se deseaba escapar de una estructura familiar restrictiva o bien, porque no existió ninguna estructura.

Actualmente toda estructura de autoridad y disciplina familiar debe de estar basada en ideas claras acerca de lo que queremos fomentar en nuestros hijos a largo plazo, lo que implica generar personas independientes, creativas, que cuestionen y propongan soluciones, que puedan vincularse y amar, que busquen su felicidad, acepten las frustraciones de la vida y que se sobrepongan a ellas. ¿Y como se hace todo esto?

Primero definir los límites, para esto te recomiendo leas el artículo COMO PONER LÍMITES A MIS HIJOS o también el artículo PUEDO SER AMIGO DE MI HIJO el cual indica la diferencia entre un límite y una norma, entre ser democrático o permisivo.

Papá y mamá que lee este artículo, para establecer autoridad y disciplina en casa hay que pensar lo que queremos hacer, no rendirnos, hablar con nuestra pareja, manejar un frente común, respetar y hacer que se nos respete también.

Dependiendo de la edad de los niños podremos hablar y negociar con ellos, en los primero años tendremos que definir y si pretendemos llenarlos de juguetes, comprarles todos los juguetes y dejarlos viendo el celular o la televisión para que se entretenga preparémonos para enfrentar las consecuencias de nuestros propias decisiones, ya estaremos formando NIÑOS CONSUMISTAS, que piensan que solo tienen derechos y no obligaciones, niños (que serán adultos) dependientes que creen que todas sus necesidades deben ser satisfechas por otro y que trabajar, recoger, lavar lo que se ha ensuciado es un castigo.

Ser padres y fungir como soporte de nuestros hijos no es tarea fácil, sobre todo porque estamos en una estructura nueva y tratando de construir un esquema de autoridad y disciplina diferente al que fue usado por nuestros padres. Investiga, infórmate con personal profesional (psicólogo escolar o externo), lee y encuentra tu propia forma de entender y fomentar valores en tus hijos.

 
 
 
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