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Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 7 sept 2019


Inicié este artículo con el título "5 consecuencias del alcoholismo a nivel emocional", sin embargo, mientras enumeraba cada una de ellas más claro me quedaba que el título causaba confusión. Las siguientes características no son hábitos o situaciones que aparezcan después de hacerse amigo íntimo de la bebida alcohólica, sino que cada una de estas conductas, son también síntomas que la persona ha manifestado desde antes, intensificándose o haciéndose notar durante el aumento del consumo. Dejando claro eso paso a hablar de cada una de ellas:

1) Autoconfianza débil. La seguridad en uno mismo es algo muy común dentro del consumo de sustancias, por lo que es más fácil caer en la tentación de cualquier vicio que me haga sentir mucho más seguro con su efecto, provocando, así, una sensación de falsa seguridad en uno mismo que por sí sola fortalece que el alcoholismo se sostenga por años, incluso aumentando.

2) Autosabotaje. Meternos el pie solitos, es un acto que expresa un conflicto interno de un nudo emocional, es decir, algo está pasando en uno mismo que es difícil poner en palabras por lo que mejor se actúa de manera "accidental" e inconsciente, experimentando después sentimientos de culpa o vergüenza que llevan a recurrir nuevamente al escape del alcohol.

3) Problemas de comunicación. Es común que las personas que beben alcohol digan cosas que en estado de sobriedad no dirían, también es común que tengan dificultad para expresar sentimientos y emociones de manera profunda. Es difícil darse cuenta de esto porque la mayoría de las veces durante la sobriedad se reprimen estas emociones, creando la ilusión de que tales emociones están bajo control.

4) Evitación de conflictos. Una manera de evitar enfrentar los conflictos es el alcoholismo, debido a que te permite experimentar una realidad distinta a la que se enfrenta día a día el sujeto. En ella, la persona puede verse más fuerte, menos vulnerable, mejor adaptada, con mayor aceptación e involucramiento social, de esta manera ¿quién no querría repetir esta distorsión?

5) Falta de límites. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Qué fue primero, el alcoholismo o la falta de límites? Definitivamente ser cada vez más laxos con los límites propios y el autocontrol es parte de la sintomatología que sostiene que una persona siga tomando, además es más probable que una persona con un pobre autoconcepto puede establecer límites saludables.

Todos estos puntos se pueden abordar tanto de manera individual como complementaria, sin embargo, no podemos decir que no se relacionan entre sí. El alcoholismo es más complejo de lo que se puede ver y la mayoría de los factores asociados son invisibles porque son normalizados (y fomentados) dentro de nuestra cultura mexicana. Cada alcohólico tiene una historia distinta, y por lo mismo, una manera de hacerse cargo de sí, distinta. Si en algún momento te gustaría descubrir más sobre ti mismo y esos nudos afectivos que no te permiten dejar de recurrir al alcohol, la psicoterapia individual y grupal, son una buena opción para ti.


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Actualizado: 7 sept 2019



5 formas de mejorar la comunicación con mi hijo adolescente

Uno de los grandes problemas como papás de un adolescente es el toparnos en una lucha constante de querer saber sobre ellos pero dándonos cuenta que han ido perdiendo el interés en hablar con nosotros, lo cual se espera en la etapa en la que están viviendo, pero debemos de estar pendientes y reflexionar si este problema viene creciendo desde tiempo atrás.

Aquí algunas recomendaciones para poder hablar mejor con mi hijo adolescente:

  1. Evita que parezca un interrogatorio. ¿Qué hiciste?, ¿Con quién fuiste?, ¿Por qué hiciste eso? Son preguntas directas para los adolescentes que pocas veces se contestan. Una recomendación para los padres son preguntas periféricas, esto es, pregunta por cómo son sus amigos, de qué hablan sus compañeros de clase, qué lugares le parecen interesantes, etc. Que el adolescente hable de su entorno y de sus intereses es más sencillo que las preguntas directas de cómo, dónde y por qué.

  2. Realmente colócate en la posición de escuchar. Definitivamente va a haber cosas con las que no estamos de acuerdo con nuestros hijos adolescentes. Nos van a surgir muchas ganas de dar nuestro punto de vista o de censurar ciertos temas, pero es importante en un primer momento tener toda la disposición de escuchar y de entender. Si interrumpimos constantemente a mi hijo no le va a quedar más salida que cerrar la puerta y no volver a hablar del tema. Es más recomendable escuchar, buscar entender y después reflexionar en qué nos queda por decir.

  3. Asume lo que no entiendes. El adolescente comúnmente está interesado en hablar de lo que le gusta, y mucho más de aquello que le gusta y que a los demás les parece complejo. Como padres no vamos a entender exactamente cómo funciona algún dispositivo, o un videojuego, o como son las reuniones de nuestros hijos. Asumiendo que no entendemos eso nos coloca en el lugar de escucha y de buscar entender lo que hace mi hijo. No tengas miedo en preguntarle sobre lo que no entiendes, así tu hijo convivirá con un padre que no lo sabe todo.

  4. No busques ser amigo de tus hijos. (¡Por favor!) Ser amigo de tus hijos no es lo más adecuado ya que él tiene sus amigos fuera de casa, con quienes va a hacer círculos y redes de apoyo donde quejarse de sus padres, ¡y qué bueno! Así él o ella podrá entenderte más, y logrará reconstruir a unos nuevos padres más humanos que también se equivocan como él. Si tú buscas ser su amigo pierdes tu lugar como papá, alguien que es adulto y lo protegerá, pierdes autoridad y además muy probablemente provoque que tu hijo busque alejarse más de ti.

  5. Conéctate con tu propia adolescencia. Y esto no implica pensar en las frases de “Yo a tu edad ya trabajaba”, “En mis tiempos todo era mejor que ahora”, etc. Nunca, por la misma brecha generacional, los tiempos van a ser iguales, y de ser así implicaría que jamás vamos a entender a nuestros hijos, lo cual sería desastroso. Lo que si podemos es como padres estar en contacto con nuestra propia adolescencia: Así si podemos recordar cuando la pasábamos mal, cuando sentíamos que nadie nos entendía, lo que es enamorarse, lo que es estar muy enojado, lo que es llorar con profunda tristeza, etc. Y definitivamente por cosas diferentes, pero el sentimiento puede ser igual de poderoso que el de nuestros hijos, teniendo esto en cuenta podemos llegar a empatizar.

Estas recomendaciones pueden funcionar como el inicio para mejorar la comunicación con mi hijo adolescente, sabemos perfectamente que cada caso es único y en momentos donde veamos que a pesar de diferentes intentos no logramos mejorar la comunicación lo mejor es pedir ayuda a un profesional.

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Actualizado: 7 sept 2019



Mi hijo adolescente no me hace caso

Definitivamente la adolescencia es un periodo que involucra conflictos diversos, tanto para el adolescente como para los padres. El adolescente se enfrenta a cambios en su cuerpo, su manera de pensar, la gente con la que se relaciona, las demandas de la escuela, de casa y demás etcétera. Y esto no siempre es sencillo.

Como padres de adolescentes nos enfrentamos también ante el hecho de que nuestro hijo no siempre va a coincidir con nuestra manera de pensar, que incluso va a retarme o a negociar las indicaciones que le doy, me enfrento a que no sólo basta con explicarle las cosas, sino que a veces no voy a saber qué hacer. Pero ¿qué sucede si ya he intentado muchas opciones y no dan resultado?, ¿qué sucede si siento que mi hijo no me hace caso?

El adolescente va a cuestionar, va a mostrar su aprobación en temas que sean de su interés y a pelear por aquello que le parece adecuado. Es esperado que en algunos momentos rete a quienes están en figura de autoridad (padres, maestros, directivos) y que incluso oculten detalles de lo que hacen dentro y fuera de casa. Pero en definitiva hay situaciones en las que podemos estar preocupados sobre la seguridad e integridad de mi hijo y sentir que lo estoy perdiendo.

Sin duda el adolescente retará y en muchos de los casos entre más problemáticas demuestre más son pedidos de auxilio por que alguien se quede con ellos soportando la tormenta. Y no soportándola de forma pasiva o condescendiente, si no de una manera activa y con límites sanos. Muchas veces el adolescente no lo pedirá de manera abierta a sus padres, pero es posible que desde el fondo de ellos mismos realmente espere que no lo dejen ir de sus manos quedándose a la deriva con todo lo que está viviendo. Entonces, ¿cómo puedo identificar si es grave que mi hijo adolescente no me haga caso?

  • Si su vida es una puerta cerrada para mí. Si ya no sé qué le sucede en la escuela, ya no sé quien o quienes son sus amigos más frecuentes, sus pasatiempos, no me queda claro los lugares que frecuenta, no sé que le pasó durante el día.

  • Si a mi tampoco me quedan claros los límites en casa. No sólo son reglas por sí mismas, hay límites inherentes en la convivencia diaria, no sólo indicaciones. Si noto que mi hijo no esté contenido por algo o por alguien, como si no se detuviera por nada.

  • Si las agresiones van en escalada. Tanto mías como las de él o ella. Los conflictos y desacuerdos son esperados, pero si cada vez éstos se vuelven agresivos y no se llegan a acuerdos e incluso si se ha roto la barrera del cuerpo y se han llegado a golpes o insultos cada vez más graves es un llamado de auxilio.

  • Si noto que mi hijo (a) adolescente no recurre de ninguna forma a algún adulto para pedir apoyo o escucha. No se espera que me cuente todo, pero si él o ella en todo momento prefiere resolver lo que le pasa por su cuenta puede indicar una sensación interna de desolación.

  • Si no noto que esté acogido en un grupo de gente de su edad. Hay adolescentes más extrovertidos que otros, hay quienes tienen sus amigos en redes sociales y esto también opera como un grupo de amigos. Pero si mi hijo no se logra apoyar con gente de su edad puede indicar una confusión más profunda.

  • Si veo que se pone en riesgo constantemente. Conductas agresivas contra su cuerpo, su integridad o su sexualidad.

  • Si yo estoy cansado de luchar, siento que ya no me interesa. Si la adolescencia de mi hijo (a) la he sentido más como una lucha que como un pasaje definitivamente me puedo encontrar cansado y lo mejor es cambiar de estrategia.

El que nuestros hijos adolescentes hagan caso no tiene que ver con una cuestión de control pero si de disciplina sana, que ellos puedan voltear a ver a sus padres como un pilar del cual sostenerse. Lo más importante es mostrarles el camino para que ellos lo cuestionen y vayan tomando decisiones ya que no siempre estarán con nosotros. Sin embargo, si cada día me resulta pesado y siento que estoy a punto de dejarlo ir con miedo, lo mejor es poder apoyarme en alguien y pedir ayuda.

Recordemos, el adolescente pide ayuda de los adultos a su alrededor, no siempre de las formas más claras. Pero parte de la vivencia como padres es acompañar a nuestros hijos en sus pasajes. Así como en algún momento les enseñamos a tomar la cuchara para comer o les ayudamos con su tarea, la adolescencia implica transiciones de mayor peso y

nos podemos encontrar con nuestro hijo o hija siendo más autónomo sin necesidad de llevarlos de la mano como antes. Pero sí caminando a su lado al paso que sea necesario.

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