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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 11 dic 2017
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 7 sept 2019



Crianza respetuosa e introspectiva

Desde hace ya algunas décadas el término de crianza respetuosa comenzó a surgir como una forma de abordar educación y formación al interior de la familia de los niños y adolescentes, ésta tiene como idea fundamental que considera a los niños antes que nada como personas con los mismos derechos de un adulto y cuyas bases fundamentales son el amor, el respeto y los límites no punitivos (disciplina positiva, límites pensados en la autoprotección e independencia de los niños).

Surgida de la Teoría del Apego desarrollada por el psiquiatra infantil John Bowlby, la crianza respetuosa se establece como una alternativa a una crianza autoritaria, en donde se consideraba a los niños y adolescente como elementos sin decisión ni opinión en donde la disciplina se establecía desde el castigo físico o psicológico (insultos, apodos, silencios), estableciendo que la principal necesidad del niño y el adolescente dentro del hogar es la de recibir afecto, vínculos significativos y profundos con sus padres o encargados de su crianza y el establecimiento de un mundo familiar entendible, coherente y estable que permita al niño experimentar, explorar, vivir el mundo y enfrentarse a la frustración, las reglas, la convivencia social e incluso el ataque de su entorno con la posibilidad de salir adelante cuando se enfrente a dichos obstáculos pues tendrá fortalecido su mundo interno, su autoconcepto y por supuesto, su amor propio.

Para hablar de crianza respetuoso existen 6 principios para definirla, entenderla y poder implementarla:

1. Tratar a los niños como a iguales, es decir, tratarlos como a nosotros como adultos nos gustaría ser tratados. Mantener una autoridad mediante el respeto a la integridad del niño como persona, no impuesta mediante el miedo o amenazas.

2. Empatía hacia los niños para que ellos puedan ser empáticos a su vez. Ojo, ser empáticos no significa "ponerme en los zapatos del otro", muchos padres quieren enseñar a sus hijos hablando de sus propias experiencias y cómo los niños deberían de sentirse a partir del referente que tiene el padre - "Tu abuelo me regañaba constantemente y yo tenía que obedecerlo, valora que yo ahora hablo contigo y no te abofeteo o insulto - sino más bien, entender al otro, reconocer e identificarme con lo que lo que puede estar sintiendo reconocimiento y valorando sus necesidades, deseos y sueños.

3. Responder hacia las necesidades, sentimientos y pensamientos del niño de forma contante y sostenida.

4. No forzarlo a madurar o infantilizarlo. Papás que quieren que niños de 2 o 3 años permanezcan sentados y callados horas o papás que recogen los platos y recámara de adolescentes de 15 o 16 años ¿te suena parecido a lo que vez en casa o a tu al rededor? Fomentar que los niños y adolescentes adquieran los elementos necesarios

5. Límites y disciplina positiva. ¿porqué mi hijo no me obedece? ¿qué hago si mi hijo me insulto o me golpea? ¿qué es un límite? ¿cómo puedo trabajar la disciplina positiva con mis hijos? ¿cuál es la diferencia entre un límite y una norma? Para saber más sobre este punto te recomiendo el artículo CÓMO PONER LÍMITES CON MI HIJO o AUTORIDAD Y DISCIPLINA PARA PADRES.

6. Haz introspección y reflexiona. Desarrollar una crianza tanto respetuosa como introspectiva significa que tu como padre o mamá realmente mires a tu interior, realices una inspección interna, pienses, te cuestiones, de observes y te analices para valorar cómo y porqué estás criando a tus hijos de la forma en la que lo haces y si en este análisis determinas que quieres cambiar de dirección puedas visualizar el rumbo y el porqué deseas cambiar el esquema de crianza que hasta el momento has llevado.

Regularmente y de forma inconsciente terminamos ya sea repitiendo o tratando de compensar situaciones de nuestra propia infancia que no logramos entender y que replicamos con nuestros hijos en la actualidad, es importante que te cuestiones, ¿Cuándo pienso en mi infancia, de qué me acuerdo?, ¿Cómo recuerdo a mis padres?, ¿Cómo se manejaba la disciplina en mi familia de origen?, ¿Qué de lo que pasó en mi infancia jamás quisiera que mis hijos pasaran?, ¿Cómo suelo reaccionar cuando me enojo o me frustro?, ¿Siento que el tiempo que paso con mis hijos realmente convivo con ellos o suelo aislarme?, ¿Cómo les expreso amor?, ¿Hablo con ellos, los conozco realmente?, La disciplina que aplico en casa

¿funciona?, ¿Cómo me vivo y me siento cuando convivo con mi familia (pareja e hijos)?,

La crianza respetuosa e introspectiva establece una crianza que prepara para crecer y madurar con forme a la edad y las situaciones que el niño y el adolescente vive en su desarrollo, prepara para vivencias los límites y las reglas mejoran nuestra convivencia, nos protegen y determinan tanto mis derechos como obligaciones, es decir nos prepara para vivir en sociedad de tal forma que seamos independientes, autónomos y con habilidades para convivir saludablemente con nuestro entorno.

 
 
 
  • 13 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020


podemos ser amigos de nuestros hijos

Varios padres y madres de familia han llegado a preguntarme en el transcurso de tratamientos infantiles y conferencias que suelen indicar a sus hijos que son sus "amigos" para que les tengan la suficiente confianza y que tengan apertura para hablar con ellos, conocer sus opiniones, sentimientos, experiencias y conflictivos, es decir, que el niño les platique todo (malo y bueno) de sus vivencias en el día a día.

Sin embargo hay opiniones encontradas acerca de si este "método" o forma de tratar a los niños y adolescentes da buenos resultados o es un error, algunos padres comentan que eso les permite acercarse a sus hijos, para otros ha conllevado graves conflictos o incluso amenazas de parte de sus hijos al ponerles reglas o indicarles que serán reprendidos por sus acciones, entonces ¿es correcto o viable manejarnos como "amigos" de nuestros hijos?

La diferencia entre cercanía afectiva y "amistad"

Considero que existen 2 conceptos necesarios de entender para responder mi pregunta anterior y es la diferencia que existe entre ser cercanos afectivamente y ser "amigos" de nuestros hijos, y es que la amistad regularmente se lleva a cabo entre iguales (no necesariamente con respecto a edad o experiencia), sino iguales en circunstancias, personas que no tienen control sobre lo que el niño y adolescente puede o no hacer.

La cercanía afectiva sin embargo, es aquella que posibilita y permite generar lazos no solo de amistad, también de amor, con iguales o con figuras de autoridad. La cercanía afectiva es enseñar al niño y al adolescente a que es digno de ser amado y respetado, que debe cuidarse a sí mismo y empatizar con los demás.

La cercanía afectiva implica pues tratar de comprender, entender y escuchar y es el previo a la amistad, enseñando a empatizar, a manejar los límites cuando algo es bueno para nosotros o no, a tolerar y a respetar las diferencias, pero sobre todo, a protegerse al visualizarse como alguien valioso e importante, las primeras figuras, y las más fundamentales para tener cercanía afectiva son nuestros padres, pues es a partir de este referente que el niño entenderá el mundo y todo lo que sucede en él.

Considero que lo que desean hacer los padres no es ser "amigos" de sus hijos, sino ser cercanos a nivel afectivo con ellos y en su momento la expresión de ese deseo se indicó con un "Yo quiero ser tu amigo", "No me veas como tu papá sino como un amigo", "Cuéntame como si fuera tu amigo".

Creo que aunque podríamos pensar que lo que cuenta es la intención y no la palabra, el problema deviene cuando el concepto que tienen de amistad nuestros hijos no es compatible o incluso se contrapone con nuestro rol de padres haciendo que incluso lleguen a decirnos ¡Si me vas a regañar o a decir algo no vuelvo a platicarte nada!, ¡No quiero hablar con mi mamá, quiero hablar con mi amiga! Situaciones que, de suceder, nos deja en un estado de angustia, estrés y frustración altísimo porque, obviamente queremos saber de ellos y que platiquen con nosotros.

Pero ¡Ojo! Porque por muy bien intencionados que podamos visualizarnos como padres, eso no necesariamente refleja cercanía afectiva sino talvez una intensa necesidad de supervisarlos, vigilarlos, "confesarlos” para nosotros tomar cartas en el asunto, indicarles como contestar, como actuar, como vivir, y eso no es cercanía afectiva, más bien suena a la manifestación de conflictos míos, pensamientos, miedos propios que revivo al ver a mi hijo enfrentarse al mundo real, y de ser así, obviamente necesito resolverlo, entender por qué tengo esta fuerte necesidad de ser "aceptado" por mi hijo, a tal punto que puedo verme tentado a no ponerle ninguna regla o límite con tal de que me siga platicando de su vida, "como si fuera un amigo".

Entonces ¿Es bueno o no?, y la respuesta es depende. Depende de mí motivación, de si mi intención genera más conflictos o estados de tranquilidad, y si mi postura como "amigo" de mi hijo le genera conflicto a mi pareja (que puede terminar siendo el malo o la mala del cuento al tener que si poner reglas o solo enterarse de la vida de su hijo a través nuestro), o bien, que evidentemente le genera conflicto a mi hijo, al retarnos, no respetar las reglas y amenazarlos cuando le indicamos que debe de protegerse o respetar a los demás.

La cercanía afectiva que debemos de proporcionar como padres va acompañada de palabras y hechos, de reglas y consecuencias que permitirán a nuestro hijo saber que cuenta con nosotros, que lo amamos y respetamos, que le daremos su espacio y que lo apoyaremos cuando se sienta triste, desvalido o acosado, y eso no sucede solo con "confesarlos", sino con hechos que nos ven hacer y palabras que habremos de decirles.

 
 
 
  • 6 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020


como hablar de la muerte con los niños

Hablar con los niños sobre la muerte, es uno de los temas que como padres tendemos a ocultar y evitar lo más posible ¿pero por qué?

Hablar sobre la muerte en general es un tema conflictivo incluso para nosotros como adultos pues está rodeado de misticismo, dudas, recuerdos dolorosos de pérdida o miedo.

Sin embargo, es importante aceptar que eventualmente nuestros hijos habrán de enfrentarse a experiencias de pérdida (de familiares, mascotas, etc.) y es necesario prepararnos para hablar con ellos de este tema.

  1. Antes de abordar el tema, analiza y piensa con claridad lo que deseas transmitirle a tu hijo. Cada uno de nosotros tiene creencias y explicaciones que forman parte de los valores y formas de entender nuestro entorno que queremos fomentar como familia. No tengas miedo de investigar, hablar con tu pareja, preguntar a un guía espiritual o profesional hasta que hayas formado un discurso claro y vinculado a tus creencias y valores familiares.

  2. No ocultes tus sentimientos. Ocultar nuestros sentimientos ante un momento de pérdida puede hacer que nuestro hijo sienta ansiedad además de que aprenderá a ocultar sus emociones cuando devenga una situación parecida. Indícale que es normal sentirnos tristes cuando muere alguien, pero coloca el acento en que es a través del amor y el apoyo de la familia que podemos sentirnos mejor y no olvidar aquello que nos ha enseñado aquel que ha muerto.

  3. Los que se van, siempre están en nuestra memoria. Uno de los temores más grandes para los niños es que aquel que muere desaparece o bien permanece junto a nosotros sin que lo podamos ver, es necesario, por lo tanto, aclararles que aquellos con los que convivimos forman recuerdos y lazos con nosotros que permanecen en nuestra memoria para siempre aún a pesar que físicamente no podamos verlo. A su vez, podemos utilizar elementos como rasgos físicos y vínculos sanguíneos para aclarar que aquel que parte está dentro de nosotros pues deja su herencia en nuestro interior tanto por sus recuerdos como por su herencia en los rasgos físicos o de carácter compartidos.

  4. Morir no es “como dormirse”. Uno de los errores más frecuentes al explicarles a los niños la muerte es realizar la similitud entre morir y quedarse dormido para no despertar. Esta metáfora puede generar muchísima angustia y generar fobia a dormirse o pesadillas. Es necesario aclarar que cuando morimos nuestro cuerpo descansa y se integra nuevamente a la tierra (ya sea porque nos reintegramos a la naturaleza cuando nos colocan en la tierra o se esparcen nuestras cenizas) y que, aunque nuestros seres queridos no pueden vernos, nuestra esencia permanece en nuestra familia y amigos.

  5. Familiares o conocidos con enfermedades terminales. Cuando nos encontramos ante la enfermedad grave o terminal de una persona cercana al niño es necesario explicarle los cuidados que debe de tenerse con ella y lo importante de compartir momentos para fortalecer el vínculo. Procuremos contestar sus dudas y, sobre todo, no dudar en que esto le generará angustia y prepararnos para brindarles todo nuestro amor y comprensión.

Asesórate y busca ayuda profesional. No esperes meses para llevar a tu hijo con un psicólogo o psicoterapeuta si presenta intensa ansiedad, pesadillas, no puede dormir, tiene miedo o pregunta de manera constante sobre la muerte, etc. Consulta con un especialista infantil o bien, busca asesoría con un profesional para que te oriente a cómo manejar el tema de forma más personalizada.


 
 
 
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