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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 18 ago 2022
  • 3 Min. de lectura

A muchos nos ha pasado que nos hacemos esta pregunta: ¿Qué estoy haciendo con mi #vida?

No está mal estar varadx en esa incógnita por un tiempo, el cual tú determinas, es totalmente válido cuestionárselo, es más, llega un punto en el cual se vuelve necesario para hacernos #conscientes de cómo nos está yendo, si realmente es lo que queremos y hacia dónde vamos.


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Psicoterapia

Pero, ¿por qué nos sucede? ¿Qué tiene que pasar o qué no está ocurriendo para que nos venga esta pregunta? Pueden ser varios factores, aquí te dejo algunos:


  • #Estancamiento. Nuestro día a día se vuelve rutinario, nos da la sensación de no avanzar y eso no nos gusta.

  • No sentir que realizas #logros. Por más que te esfuerzas, por más que intentas cosas diferentes, no parece que estás logrando algo.

  • #Crisis existencial. Me atrevo a decir que es una parte de la vida, y que justamente te hace preguntarte ¿qué estoy haciendo con mi #vida?

  • No saber a dónde ir. No tener idea ni siquiera de dónde estás parado empieza el conflicto. No saber qué es lo que quieres ni lo que te gusta es lo que prosigue.

  • #Miedo a equivocarte. Decides quedarte donde estás, aunque ya no te haga sentir satisfecho, debido a la incertidumbre que ocasionan los cambios. Y si las cosas no salieran como lo habías planeado, sería tu refuerzo a que no deberías hacer cambios porque te saldrían mal.


Y a todo esto…¿Tiene alguna función el que nos lo preguntemos?

¡Por supuesto! Movilizarnos es lo principal, el que tú te hagas esta pregunta implica que hay algo en particular que te está generando #malestar y que se requiere mover de su lugar.



¿Qué puedes hacer al respecto? Te comparto algunas recomendaciones:


  • Primero necesitas saber dónde estás parado y, como anteriormente te mencioné, conocer qué es lo que te causa el #malestar.

  • Conocerte. Saber qué es lo que te gusta y que podrías hacer distinto.

  • Ser congruente con quién eres y con los que estás haciendo. Te dará satisfacción.

  • Tener nuevos proyectos, identificando cuáles son los motivos para llevarlos a cabo y qué se quiere lograr.

  • Replantearte las cosas que ya haces, ver si lo puedes hacer de una manera diferente.

  • Identificar qué de lo que ya haces o tienes pensado por hacer, crees que está impuesto por los otros, que caen los “debes de” o “tienes que”.

  • Pensar en qué tan dispuesto estás a realizar un cambio, cómo te encuentras mentalmente.

  • Ser más amigable contigo. El que te hagas la pregunta de ¿qué estoy haciendo con mi vida? Es algo completamente común, es muy válido. No quiere decir que eres fracasadx,que vales menos que los demás, ni nada parecido.



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Psicoterapia

Por otro lado, también se necesita ser realista. No te vas a poner una meta de ganarte un millón de pesos y ni siquiera juegas a la lotería, por poner un ejemplo. Es importante tener en cuenta tus capacidades, habilidades, cualidades y tus áreas de oportunidad.


No depende de edad, género, profesión, generación, etc. Es algo que nos sucede a todos y los que digan lo contrario quizá ni se hayan dado cuenta. Es de suma importancia que practiques la introspección frecuentemente, ve cuestionando las situaciones que te van haciéndote sentir incómodx. Tampoco es como que solamente te lo vayas a preguntar una vez en la vida y eso es lo que te va a ayudar a seguir avanzando.

Recuerda que esto es sólo una guía, se habla en general. Puedes asistir con un #psicólogo para que junt@s aborden tus motivos para preguntarte ¿qué estoy haciendo con mi #vida?.


 
 
 
  • 15 jul 2021
  • 3 Min. de lectura

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El amor es una emoción compleja y multidimensional.

Uno de nuestros grandes deseos como seres humanos es #vincular con otros, desde la compañía

de amigos hasta el afecto y la intimidad de una relación más estrecha. En el caso de las relaciones

de pareja, al compartir tiempo, espacios y sentido de vida con otra persona, estos vínculos se

vuelven particulares con una mezcla de emociones y sensaciones. En ocasiones estos sentimientos

son tan profundos e intensos que se llega asociar el #sufrimiento como algo propio al

#enamorarse, una creencia aprendida cultural y socialmente en la que cuanto más se sufre, más se

está realmente amando al otro. La idea de que sufrir en una relación es algo inevitable, normaliza

el daño como prueba de amor y evita el cuestionamiento de las causas por las que se padece el

sufrimiento. Si bien el conflicto y los desacuerdos son aspectos que se pueden hacer presentes en

cualquier relación, el #dolor no tendría que estar ligado directamente con el #amor.

Por otro lado, pensar que amar se desprende de total sufrimiento, puede caer en la desilusión y lo

irreal, encontrarse en estos extremos lleva a vivir el enamoramiento desde el sufrimiento. Elegir

preguntarse qué significado personal se le da a amar y desde que posición es que se ama, da paso

a vivir relaciones más #conscientes y sanas. Realizar estos cuestionamientos incita a un

reaprendizaje acerca de la forma de vincularse con otros, identificando creencias dañinas. Los

siguientes son puntos a considerar para adoptar diferentes maneras de vivir los afectos,

relacionarse con #amor desde otros lugares, menos desde la angustia y más desde la confianza y la

apreciación.



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En el amor, lo que importa es la dinámica de pareja.

- Expresar lo que se busca en la relación

Si se busca una relación abierta, si se desea una relación #monogámica, si no se pretende

formalizar un vínculo. Ser #honestos con lo que se siente, lo que se quiere y con lo que se puede

dar, permite establecer que la otra persona escuche y exprese, que quiere, que está buscando y

que puede dar.

- Asumir la complacencia de las propias necesidades

Se llega a tener la creencia de que al amar, la pareja se convierte en la solución a los malestares y

#carencias del otro. Ninguna persona puede ser la fuente de satisfacción de las necesidades de

otra persona. La idea de que se debe o tiene que ser el salvador o solucionador, genera una gran

carga de responsabilidad y #dependencia para la relación.

- Diferenciarse de la pareja

Tener conciencia de que cada persona en la relación tiene su propia existencia e identidad,

conserva la #individualidad y permite marcar espacios independientes donde se reconoce como

persona #autónoma a la pareja. Cuidar de otros lazos afectivos, otros vínculos como las amistades,

la familia u otros espacios privados como el trabajo o los hobbies, los cuales permanecen ajenos

sin importar el estado de la relación y a los que se puede recurrir si se llegara a perder a la pareja.

- Exceso de futuro



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Idealizar y no mostrar vulnerabilidad puede coartar la expresión del amor.

En ocasiones se piensa en el porvenir de la relación trazando propósitos con el anhelo de la visión

de la pareja en el futuro, dejando de lado vivir el presente de la relación. Los planes no siempre

pueden ser realizados como se tienen en mente y la energía enfocada en la #expectativa y la

#idealización podría ser redirigida hacía disfrutar la etapa actual de la relación.

- Conocerse en lo individual

Construir relaciones de pareja desde otra posición también tiene que ver con reconocer las

propias #vulnerabilidades emocionales, los miedos, las angustias, los eventos que han marcado

afectivamente. Reconocer estos aspectos es una manera de asumir la propia vulnerabilidad para

evitar adjudicarle dilemas a la pareja.

Las experiencias anteriores de pareja, la idea social del amor romántico y los ejemplos primarios

que se tuvieron acerca de las relaciones, van sumando piezas para formar la concepción que se

tiene en el presente acerca del amor y el #enamoramiento. Sí se reconoce que sostener alguna de

estas piezas causa malestar a otros o a sí mismo, un #terapeuta puede apoyar a identificar cuáles

de esos fragmentos son nocivos, pues así como se adoptaron también se pueden soltar. Elegir ser

quien dirige sus propios #afectos y maneras de relacionarse es otra forma de procurar la salud y el

#bienestar mental.



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Psicóloga Estefany Hernández


Atención psicológica a adolescentes y adultos.


Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara

 
 
 
  • 25 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

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Reflexionemos con respecto a nuestros prejucios

Hace unos días una persona me habló acerca de un propósito para año nuevo que me llamó la atención, este en específico fue: "dejar de hacer #prejuicios sobre los demás". Al escucharlo inicialmente me pareció bastante amplio, y es que así como otros propósitos cargados de buenas intenciones para iniciar el año, suelen ser generales y sencillos de abandonar. Al continuar escuchando con más detalles, nos encontramos con que dentro de este propósito habitaba un conflicto que no tenía que ver con la generalidad, sino con la exigencia en torno al cumplimiento como un imperativo moral: "debo dejar de hacer o sentir eso que llevo haciendo o sintiendo por mucho tiempo porque es lo correcto". ¿Y qué pasa si no se logra? "entonces estoy actuando mal y soy aún más culpable que antes al seguir reproduciendo esto de lo que me quiero deshacer". Pareciera que tratar de modificar un comportamiento o reacción emocional ante cualquier situación es algo complicado de lograr de inmediato con sólo buena voluntad.


En ocasiones solemos encontrarnos frente a este tipo de cuestionamientos: ¿Por qué sigo relacionándome con cierto tipo de personas que ya reconocí como patrones dañinos en mi historia? ¿Por qué sigo sintiéndome de tal manera ante eventos de mi pasado que ya he comprendido? ¿Por qué sigo repitiendo conductas que ya identifiqué como perjudiciales? En distintas situaciones la modificación de los #comportamientos y #emociones no suelen ir a la misma velocidad de la modificación del #pensamiento, y así como con el propósito de dejar los prejuicios, primero habría que entender no sólo el por qué existe esa conducta o reacción emocional que se quiere deshacer, sino también cómo es que se integró en el desarrollo de una persona hasta ser parte de la #estructura de su personalidad.





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Tolerancia y no discriminación

Continuando con el hábito principal: dejar de elaborar prejuicios sobre los demás. Aprendemos desde pequeños mediante la observación a encasillar a las personas en categorías, la categorización puede llegar a ser útil para mantener una visión general y poder evaluar determinada situación, no es necesario experimentar uno mismo todas las situaciones para aprender sus posibles consecuencias. Desde niños aprendemos a establecer #relaciones entre cierto grupo de personas y como se comportan, encasillar puede, en algunos casos, resultar útil como protección ante posibles peligros con los que nos podemos encontrar. Al realizar este proceso de forma #inconsciente, se va formando una relación estrecha entre encasillar y el comportamiento, aun cuando no tengamos la información completa o certera para formar este parecer. De ese modo surgen los juicios prematuros o prejuicios.





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Los prejuicios aparecen como parte de nuestra formación o experiencias de vida.

Un prejuicio entonces puede ser una crítica, idea u opinión que se ha desarrollado en la mente con diversos orígenes, desde historias que se cuentan de unos a otros, hasta haber pasado por alguna experiencia con una persona de cierto grupo. Cuando nos dejamos guiar por las opiniones sin basar estas #ideas en hechos o sin ajustarlas, los prejuicios pueden llegar a ser limitantes, pueden influenciar cómo nos comportamos con determinadas personas y qué expectativas tenemos de ellos. Todos llegamos a tener prejuicios, más no todos somos #conscientes de ello y no todos realizamos el paso de expresarlos verbal o conductualmente. Entonces ¿qué puede hacer la diferencia? adentrarnos a conocer de qué manera está presente el prejuicio en nuestra forma de llevar la vida. Identificar que los prejuicios pueden integrarse como una forma de #prevención o #defensa ante lo que desconocemos, puede ayudarnos a entender la forma en que la que los hemos añadido, podemos encontrar que ante determinados temas algunos prejuicios son más recurrentes o más hostiles, podemos reconocer que ciertos prejuicios pueden tener algo que ver con nosotros mismos y en como nos sentimos sobre aquello que prejuzgamos.


El prejuicio tiene un origen propio al ser humano, a su forma de procesar, #aprender del mundo y las personas que le rodean y eso nos acerca a entender que todos, en menor o mayor medida, prejuzgamos. Comprender que los prejuicios pueden ser una forma de interpretar la #realidad, como una mezcla entre lo real, información distorsionada o generalizaciones, es un primer paso para entender su existencia, más resulta indispensable integrar conscientemente su adherencia. En relación a este hábito, otros comportamientos o reacciones emocionales, se trata de una práctica constante, un cuestionamiento con menos juicios moralistas y más observaciones #internas, incluso para eso que nos desagrada de nosotros mismos.



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Acerca del autor

Especialista en terapia de adultos, adolescentes y niños.


 
 
 
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