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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 5 may 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 7 mar 2023

Una de las inquietudes mas recurrentes por parte de los #padres, en cuanto a la #educación de los niños, esta relacionada con la gestión y el manejo de las emociones. Y esto se debe en gran medida a la visibilidad que este tema ha tenido en los últimos años debido a su importancia para el desarrollo de los niños. Por lo que intentaremos dar algunas claves que esperamos puedan ser de utilidad.

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infancia y emociones

De entrada, tendríamos que comenzar por conocer lo que son las emociones, saber cuál es su nombre y mejor aun, cuál es su función. Por ejemplo, entre las emociones básicas tenemos seis, que son: la #alegría, #ira, #tristeza, #asco, #miedo y #sorpresa. Y sin embargo, no es poco frecuente escuchar, incluso en adultos, que cuando se pregunta por lo que le ocurre a alguien o por su estado de animo, la respuesta que suele aparecer es; me encuentro bien o me encuentro mal, y en algunos casos ni siquiera se llega a dar cuenta de lo que me esta pasando. Si como adultos no somos capaces de diferenciar, reconocer y aceptar nuestras propias emociones, difícilmente podremos transmitirlas a los niños.


Si prestamos atención nos podremos dar cuenta de cómo en ciertos grupos sociales algunas emociones, como la #tristeza, tienen una connotación negativa. Hay quienes incluso llegan a catalogar las emociones como positivas y negativas cuando ellas no obedecen a ese tipo de categorías. Ya que las emociones, surgen como parte de una respuesta natural de nuestro organismo, son #adaptativas.


Como se dijo anteriormente, para que exista un manejo adecuado de las emociones es necesario que haya un reconocimiento de ellas, es decir, que para poder identificar algo, primero tengo que saber y conocer qué es aquello que siento y de lo que estoy hablando. Y tanto el saber como el conocimiento, parten de la #enseñanza, que puede ser adquirida por la teoría, que alguien me hable o escriba de ello, o por una vivencia real. Ambos casos vienen acompañados de la transmisión por parte de un tercero, en este caso, el cuidador. Yo puedo identificar lo que es un caballo, tanto si alguien me enseñó una foto o un video de él, como si al estar cerca de uno, se me dice lo que ese animal era. Con las emociones pasa algo parecido, para identificar el #miedo, la #ira, la #alegría, etc., primero necesito saber cómo son.


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niñez y emociones

Otro punto importante es la #validación de las emociones. Es fundamental que nos abramos a la posibilidad de que los niños experimenten las emociones y sobre todo que las puedan expresar. En mas de una ocasión habremos escuchado, o nosotros mismos habremos dicho, ya no estes #triste o no estes #enojado. Como adultos tenemos que empezar a lidiar con esto y con la sensación que nos genera el ver en los pequeños tomar algunas actitudes o conductas que nos pueden generar #frustración. Tenemos que permitirnos sentir las emociones en nosotros mismos para poder transmitirlas. Hay que recordar que los niños están aprendiendo a regularse y comunicarse, ellos están conociendo su mundo, tanto exterior como interior. Al darle un nombre a lo que me pasa o a la sensación que estoy experimentando le estoy dando un lugar. Lo que si bien, no elimina la sensación, me da espacio para poder hacer algo al respecto. En muchos casos lo que a un niños le puede generar malestar no es tanto el sentirse #enojado o #triste, sino que por el contrario, el sentir algo y no saber lo que aquello es o lo que le pasa. En este caso el rol de un cuidador seria poder permitir que los niños se vivan en su desarrollo para poder así acompañarlos en la identificación de sus propias emociones.


Una vez hecho esto, es importante pasar a otro punto que tiene que ver con el sentirse y conocerse fisicamente, con el prestar atención a lo que en mi ocurre a nivel #fisiológico. Las emociones no solo afectan nuestros pensamientos sino que además afectan a nuestro organismo, nuestro cuerpo. Muchas veces los niños sienten ganas de correr, ganas de gritar, de esconderse, de golpear o de llorar, pues bien, eso puede ser #alegría, #miedo, #ira, que como podemos ver, viene acompañado de una respuesta #fisiológica. El reconociendo de estas conductas en mi persona posibilita su asociación con un #estadodeanimo. Si un pequeño se #alegra mucho por algo que le sorprendió, es posible que esa #alegría venga acompañada por gritos o saltos. Y la asociaron entre ese evento, lo que estoy sintiendo, lo que estoy pensando y las respuestas que tiene mi cuerpo es la que pude facilitar el adulto por medio de sus intervenciones y de sus cuidados.


Aplicadas en su conjunto, las claves anteriormente señaladas nos dan una idea de cómo podemos transmitir el manejo de las emociones en los niños. Cuando hay una apertura a que el pequeño viva, experimente y sienta todo aquello que le ocurre, y esto, además, viene acompañado de la explicación de un adulto, estamos contribuyendo a una correcta gestión de las emociones. En el momento en que un menor vive una #experienciasignificativa, como el asustarse en algún accidente o alguna caída, y le explicamos que aquello que sintió es #miedo y es normal sentir #miedo cuando uno se accidenta, le estamos dando un lugar a su experiencia y estamos contribuyendo a que él mismo le pueda ir dando un lugar, y que aprenda que es importante darle un lugar, a aquello que le pasa y que le toma por sorpresa. Esto es un ejercicio constante, y que como todo proceso, lleva tiempo, pero que a la larga tiene consecuencias muy favorables tanto para los adultos como para los menores.


 
 
 
  • 3 mar 2022
  • 3 Min. de lectura

Dentro de la práctica psicoterapéutica existen diferentes teorías, enfoques y tipos de tratamientos para abordar o trabajar con un paciente. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, hay algunos puntos en común que todas ellas llegan a compartir, entre los cuales destaca: la importancia que se le presta a la relación terapéutica, que en todo trabajo clínico tiene lugar.


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La relación terapéutica


Lo que conocemos como relación terapéutica, tiene sus inicios en un fenómeno observado y estudiado por #SigmundFreud, conocido como transferencia. Ya que desde sus primero trabajos clínicos comenzaba a observar que no era poco frecuente la aparición, por parte de sus pacientes, de sentimientos o emociones que afectaban directa, o indirectamente, el avance o progreso del tratamiento. Las cuales se mantenían durante todo el tiempo que éste tuviera lugar.


A grandes rasgos, la transferencia podría ser descrita como el conjunto de fenómenos que aparecen y que constituyen la relación del paciente con el #psicoanalista. Fenómenos que implican el desplazamiento de los afectos que surgen en el paciente durante un proceso analítico y son proyectados hacia el exterior, en este caso, hacia la figura del #analista. En donde, por lo regular, se puede hacer un vinculo entre la relación que alguien experimentó hacia objetos o personas; ambientes o cuidadores primarios, que tuvieron lugar en etapas previas de su desarrollo, es decir, la primera #infancia y que vienen a tener lugar al momento del proceso analítico.


Como mencionamos anteriormente, en un inicio, para #Freud, la transferencia seria mas o menos descrita como un caso particular del desplazamiento de afectos de una representación a otra. Es decir, que dentro de una relación terapéutica estaría teniendo lugar una constante actualización de experiencias afectivas, que vividas y sentidas en algún momento de nuestro pasado, tendrían incidencia en el presente, especialmente, en la relación y en la representación de la figura del analista. Lo que se revive en la transferencia, es la relación del paciente, con sus figuras #parentales. La cual puede estar atravesada tanto por sentimientos positivos como negativos; sentimientos que favorezcan el progreso del tratamiento o por el contrario, que impidan el avance del éste. Esto no quiere decir que fenómenos análogos, o parecidos a este, no estén teniendo lugar en otros espacios de nuestra vida, como pueden serlo: las relaciones de #amistad, laborales o de #pareja. Sin embargo el fenómeno de la transferencia, al ser uno de los pilares del trabajo psicoanalítico, es pensado en el marco de la práctica clínica.


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transferencia

Este concepto de transferencia lo que trae consigo es la posibilidad de pensar las vivencias, y los conflictos #infantiles, como un prototipo de lo que en lo sucesivo marcará los modos de relación e interacción de nuestro mundo interno con el mundo externo. El fenómeno de la transferencia cobra vital importancia en la práctica #psicoanalítica, y en el trabajo #psicoterapéutico, en la medida en que estas formas de relación, acompañadas de experiencias previas, sentimiento y emociones, son actualizadas en la figura del #analista o del #terapeuta. Ya que este último, mediante el análisis o el trabajo terapéutico, será el encargado de poderle dar otro sentido a eso, que habiendo tenido lugar en el pasado, viene a actualizarse de manera constante en el presente.


Sin embargo, es importante señalar, que aquellos modos de interacción, afectos o emociones, que se actualizan en el presente, no necesariamente están enmarcados por hechos o acontecimientos que hayan tenido lugar de manera efectiva en la historia de las personas. No hablamos de hechos históricamente reales. Sino que apuntamos a otro tipo de historia y de realidad, a una que se mueve en otro registro, al que llamamos, #realidadpsíquica.


A diferencia de la realidad fáctica, la #realidadpsíquica, es una realidad que se engloba en los márgenes de quien la vive, en donde la percepción, que es individual, marcara la pauta de la historia que cada uno de nosotros cuenta. Esa realidad que es propia y dependiente de cada uno de nosotros, y que como hemos dicho, incide en nuestras formas de interacción y de #relación, es un tema a analizar en la mayoría de los procesos #psicoterapéuticos. Ya que una de las vías para poder incidir en nuestra percepción consiste, precisamente, en cuestionarnos por nuestra propia historia, por nuestras propias experiencias y por la forma en que hemos percibido el pasado. En la medida en que hacemos una relectura de nuestro pasado es que podemos incidir en nuestro presente. Comprender o entender algunos momentos que hemos vivido ayuda a darles otro significado. Si la forma de percibir el entorno cambia, la manera en que nos relacionamos también lo hace. Y todo este proceso puede tener lugar a partir del análisis y del trabajo de la relación terapéutica, de ahí su importancia.

 
 
 
  • 7 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 mar 2023

Hay dos momentos fundamentales para el desarrollo y conformación de una buena salud mental; la #niñez y la #adolescencia. Niños y adolescentes, mentalmente saludables, suelen relacionarse y construir vínculos interpersonales sanos que generan satisfacción hacia ellos mismo como hacia quienes les rodean: padres, familiares y amigos. Este tipo de relaciones tienden a desarrollarse, y a desarrollar, en un ambiente fraterno y armónico, logrando así qué tanto ellos, #niños y #adolescentes, como las personas que les acompañan, tengan un crecimiento personal importante a partir de las experiencias de vida compartidas y de los obstáculos y desafíos que se superen en grupo.


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Adolescencia

Una salud mental sana, requiere de un entorno social sano. Uno en donde los vínculos que se construyan sean aquellos capaces de brindar seguridad, #respeto y estabilidad afectiva. Ya que es a partir de aquí, desde un primer entorno como lo es la #familia, desde donde las experiencias que se tengan influirán en la invención y construcción de nosotros mismos.


Una imagen positiva de nosotros mismos, un auto-concepto y autoestima sanos, propician que nuestra interacción con los demás se de desde ese lugar, que es el de la #seguridad, la #asertividad y el #respeto. Un entorno inseguro o inestable, en la #niñez y #adolescencia, suele propiciar en la edad adulta, la aparición de vínculos afectivos que de igual manera se verán construidos desde la #inseguridad y la inestabilidad, trayendo consigo el desarrollo de relaciones interpersonales en donde la #inestabilidad emocional suele ser la norma.


Si bien, es cierto que existen algunos factores individuales que pueden favorecer la aparición de algunas patologías en la #niñez y en la #adolescencia, como pueden ser los fisiológicos o los genéticos, que son de nacimiento o por herencia. Se sabe que la salud mental es altamente afectada por factores externos, principalmente aquellos relacionados con nuestro entorno inmediato, como lo es la #familia , la #escuela o el medio donde interactuamos con nuestros pares.


En entornos donde las situaciones de #violencia están normalizadas y el ambiente tiende a ser hostil, donde las reglas no son claras o constantemente son transgredidas, como pueden serlo el lugar geográfico en donde vivimos, entornos sociales complicados o familias disfuncionales, la posibilidad

de que una patología aparezca en la #niñez y en la #adolescencia tiende a incrementarse. En México, por ejemplo, dos terceras partes de los #adolescentes han vivido de manera crónica, es decir, por periodos de tiempo prolongados, situaciones de #violencia, ya sea en el ámbito familiar o en el entorno social en el cual se desarrollan. Esto, según el Informe nacional sobre violencia y salud.


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Niñez


Los trastornos de salud mental, tienden a desarrollarse en la #niñez y #adolescencia, en la mayoría de los casos, y pueden llegar a afectar de manera significativa el desarrollo educativo y laboral que el #niño o #adolescente tendrá, así como la calidad de sus relaciones interpersonales y de #pareja en la edad adulta, en cuanto a interacción y vida en sociedad se refiere.


Si consideramos el desarrollo de la sociedad actual y contémplanos los contextos familiares y sociales que se viven de manera reciente, en donde problemáticas ambientales, como el #COVID, o factores económicos cada vez mas complicados son una realidad, nos damos cuenta de que las condiciones que faciliten un ambiente sano para #niños y #adolescentes son cada vez mas difíciles de lograr. Sin embargo, la salud mental en estas edades tendría que ser una prioridad en la agenda publica de salud, ya que una pronta intervención, acompañada de un tratamiento adecuado, puede hacer la diferencia de lo que depare a los jóvenes en la edad adulta. Situación que a su vez influirá en el devenir de nuestra sociedad.

 
 
 
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